Fin de ciclo
La renovaci¨®n del liderazgo del PP cierra los cambios que abri¨® el 15-M
Con la perspectiva que da el tiempo transcurrido, se puede afirmar que hay un antes y un despu¨¦s del movimiento 15-M en la pol¨ªtica espa?ola. El trasfondo fue la crisis econ¨®mica, pero la mecha prendida esa noche de mayo de 2011 por miles de personas congregadas en las plazas de Espa?a expres¨® un descontento generacional que sac¨® a la luz un inquietante anquilosamiento en la circulaci¨®n de ¨¦lites y otros graves problemas de calado social y pol¨ªtico. Su efecto sobre el sistema pol¨ªtico fue inmediato, y se materializ¨®, primero, con la irrupci¨®n de Podemos en el Parlamento Europeo, el partido m¨¢s expresivo de la brecha generacional.
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Desde entonces, una oleada de cambios culturales y pol¨ªticos se fueron sucediendo en nuestra democracia. En cuatro a?os se ha reemplazado al Monarca, ha pasado del bipartidismo imperfecto a un cuatripartidismo que parece consolidarse, y ha relevado a dos l¨ªderes afianzados como Rajoy y Rubalcaba, por cuatro j¨®venes pol¨ªticos que rondan los 40 a?os. Se puede afirmar, por tanto, que el ciclo pol¨ªtico iniciado el 15-M concluy¨® el pasado 21 de julio con la renovaci¨®n del Partido Popular. La formaci¨®n azul ha dado al fin la bienvenida a un mecanismo democr¨¢tico de selecci¨®n interna de sus cuadros, sin menoscabo de lo que pueda pasar con el desagradable asunto del m¨¢ster de su nuevo l¨ªder.
Este fin de ciclo confirma la transformaci¨®n de la cultura pol¨ªtica espa?ola. Se ha pasado de tener el Gobierno m¨¢s fuerte en t¨¦rminos de concentraci¨®n de poder institucional, al m¨¢s d¨¦bil del parlamentarismo, con apenas 84 diputados. Este dr¨¢stico cambio anticipa otras transformaciones, que quiz¨¢s comiencen con el primer Gobierno de coalici¨®n de ¨¢mbito nacional. Sin embargo, los interrogantes que se abren a partir de ahora no son pocos, y uno de los m¨¢s acuciantes tiene que ver con el cariz que vaya a adoptar la nueva derecha en Espa?a.
El congreso del PP ha supuesto una segunda moci¨®n de censura a Rajoy, cuyo partido ha preferido pasar p¨¢gina de la etapa m¨¢s tecnocr¨¢tica de su historia con un rearme ideol¨®gico y pol¨ªtico. Y lo hace en un momento en el que no solo el proyecto socialdem¨®crata est¨¢ en crisis en Europa; tambi¨¦n el conservadurismo muestra signos de agotamiento, a pesar de la fortaleza relativa del PP espa?ol y la CDU de Merkel. Es evidente que Pablo Casado va a repolitizar su proyecto, la pregunta es hacia d¨®nde. Lo puede hacer moderando su ret¨®rica, si decide pasar p¨¢gina de la campa?a de primarias; o por el contrario, puede optar por mantener un estilo ultra con reminiscencias, en formas y fondo, que hoy encarna la joven estrella emergente del conservadurismo europeo, el canciller austriaco Sebastian Kurz. Con un triple frente abierto contra el progresismo, el feminismo y el cosmopolitismo, el joven canciller ha dado entrada a un nuevo estilo en la derecha europea caracterizado por conjugar una apariencia moderna y un fondo ultra, una derecha dura sin complejos.
En nuestro pa¨ªs no hay una mayor¨ªa de electores de derecha pura, pero de sobra se sabe que los espacios electorales los crean tambi¨¦n los partidos pol¨ªticos. Casado puede verse tentado as¨ª a optar por la polarizaci¨®n, especialmente si quiere abrir una lucha sin cuartel por el eje nacional con Rivera. Es de esperar que la sensibilidad institucional que ha caracterizado siempre a la familia conservadora en Europa se recupere, esta vez s¨ª, como parte de sus verdaderas esencias; algo que afortunadamente llevar¨ªa a la derecha a moderar sus planteamientos en lugar de buscar el r¨¦dito electoral inmediato.
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