Los segundos
No hay nada que no sepamos hasta un segundo antes de que ocurra
Yo sab¨ªa que James Salter hab¨ªa escrito un relato en el que una mujer, enferma, pide ayuda a su marido para morir en una noche en la que ambos salen a la ¨²ltima cena con una amiga ¨ªntima de la pareja. No s¨®lo lo sab¨ªa sino que lo hab¨ªa le¨ªdo, y no hace tanto tiempo, de hecho recientemente. Ese relato me hab¨ªa impactado porque en cuanto el marido acab¨® con su mujer arriba, crey¨¦ndola ya muerta, abajo se enrollan de forma incomprensible ¨¦l y la amiga, llevados por sabe Dios qu¨¦ ¡ªy a fe que lo entiendo por m¨¢s que haga por no entenderlo¡ª, y pasan la noche juntos. Entonces, por la ma?ana, escuchan un ruido y ven a la esposa bajando las escaleras mientras se queja de que algo no ha funcionado, y le reprocha a su marido la falta de eficacia en la aplicaci¨®n de la eutanasia. Digo que lo sab¨ªa y que lo hab¨ªa le¨ªdo, aunque se me hab¨ªan escapado, o hab¨ªa olvidado, dos detalles fundamentales. Una es la frase del relato, cuando se explica que el marido y aquella amante ocasional volvieron a verse solo dos o tres veces m¨¢s porque ¡°lo que sea que une a las personas hab¨ªa desaparecido¡±. La otra es que Salter ten¨ªa 81 a?os, una edad escandalosa; los a?os en los que uno lleva mejor no haber entendido nunca nada, ni pretenderlo.
Ese relato de Salter siempre lo asoci¨¦ a otro, ¨¦ste le¨ªdo con anterioridad, de Txani Rodr¨ªguez. Que lo haya asociado no quiere decir que sean parecidos ni que sean muy distintos. Es un cuento corto y doloroso: en un peque?o pueblo que sufre habitualmente actividad s¨ªsmica, un terremoto sorprende a una pareja que cena en compa?¨ªa del hermano del novio; tiembla el suelo, se caen las paredes y los cuadros, y cuando el novio busca a su novia para agarrarse a ella, la encuentra ya en un rinc¨®n abrazada a su hermano, los dos creyendo que era el final. Escribe Rodr¨ªguez que entonces al joven, al novio, el terremoto dej¨® de importarle: ?hay algo que supere en gravedad a lo que ha visto? La escena recuerda al alud sobre el que se funda una pel¨ªcula maestra, Fuerza mayor (2014), en la que, ante una avalancha que amenaza con matarlos, un marido salta de la silla cogiendo su tel¨¦fono de la mesa mientras que la primera reacci¨®n de la esposa es proteger a los dos hijos; el alud se detiene, y el hombre regresa como si nada a la familia, que ya es un cr¨¢ter. Todo lo que sigue a continuaci¨®n es una exhibici¨®n de impudor e impotencia; querer hacer de un instinto algo reversible. No hay nada que no sepamos hasta un segundo antes de que ocurra.
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