La doble cara de Putin
La proyecci¨®n internacional de Mosc¨² maquilla sus debilidades internas
Mosc¨² se ha ofrecido para coordinar el regreso de 1,7 millones de sirios que se instalaron en los pa¨ªses fronterizos tras huir de la larga guerra que asol¨® su pa¨ªs y que, poco a poco, empieza a formar parte del pasado. Lo hizo en Beirut, donde se comprometi¨® como garante y mediador en la compleja tarea de velar por el regreso de unos 890.000 sirios refugiados que encontraron acomodo en L¨ªbano, de los 5,6 millones desplazados en esa zona. Temen represalias y Mosc¨² les ofrece garantizar su seguridad. Alexander Lavrentiev, enviado especial de Rusia para Siria, ha proseguido su gira en Jordania. Putin exhibe as¨ª su musculatura diplom¨¢tica en un conflicto en el que estuvo presente desde muy pronto para colaborar con el r¨¦gimen de El Asad.
Otro proyecto que resume la voluntad de Rusia de recuperar su antiguo liderazgo en la escena internacional tiene que ver con la anexi¨®n de Crimea. Alentado por la eficacia de las pol¨ªticas de hechos consumados, no ha dudado en levantar un puente sobre el estrecho de Kerch que le ha permitido realizar un salto considerable en la integraci¨®n de Crimea en el Estado ruso. Mientras el mundo externo todav¨ªa se resiste a reconocer el enorme zarpazo que Rusia dio a Ucrania ¡ªsigue aprovechando, adem¨¢s, su presencia en la zona del Donbass para presionar a Kiev¡ª, Putin procura consolidar los cambios geopol¨ªticos de la zona con una obra de ingenier¨ªa.
Rusia ha vuelto. La impecable organizaci¨®n del Mundial le ha vuelto a dar visibilidad en todo el mundo, y le ha facilitando limar sus asperezas autoritarias a trav¨¦s del espect¨¢culo futbol¨ªstico. Pero acaso lo m¨¢s relevante de las ¨²ltimas semanas haya sido la fortaleza que exhibi¨® Putin en Helsinki frente a Trump. El presidente de Estados Unidos ha prometido devolverle la grandeza a su pa¨ªs por el procedimiento de enquistarse hacia adentro con pol¨ªticas proteccionistas. El ruso, para recuperar el esplendor imperial, sigue el procedimiento inverso: ocupar los lugares que las potencias occidentales abandonan a su suerte. Siria es el ejemplo paradigm¨¢tico.
Nadie sabe bien lo que sali¨® del encuentro en Helsinki. La batalla de imagen la gan¨® Putin desde el momento en que Trump no logr¨® apartar las sospechas de la injerencia rusa en la campa?a electoral que lo llev¨® al poder. Los propios republicanos acusaron la deblidad de Trump cuando minusvalor¨® sus propios servicios de seguridad frente a los de su viejo enemigo.
La fortaleza que exhibe Putin hacia afuera se ve, sin embargo, seriamente cuestionada desde dentro. Este fin de semana los pensionistas volvieron a la calle a protestar por el incremento de la edad de jubilaci¨®n. Putin aprovech¨® el comienzo del Mundial para enviar la ley para que la aprobara el Parlamento cuando la atenci¨®n de la gente estaba en otra parte, y los medios deformaron y minimizaron la informaci¨®n, e incluso la ocultaron, siguiendo directrices de la Administraci¨®n presidencial. La suerte de los pensionistas empieza a ser la gota que colma el vaso de la paciencia rusa. Es, desde luego, el tema social m¨¢s delicado con el que se enfrenta Putin en todo su largo periodo de mando. El presunto gigante que asoma fuera sigue teniendo los pies de barro con su propia gente.
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