El espacio intermedio
Son muchos los arquitectos que han reivindicado el espacio que no queda ni dentro ni fuera de un edificio. La mexicana Frida Escobedo lo ha vuelto a hacer con su pabell¨®n para la Serpentine Gallery
Muros de aire, el Pabell¨®n de Brasil en la Bienal de Arquitectura, que todav¨ªa puede verse en Venecia, se titula con este ox¨ªmoron. No lo es tanto si uno piensa en arquitectura y tr¨®pico y se da cuenta de que la celos¨ªa, el cierre que no encierra, es un elemento que conjuga sombreado, seguridad y ventilaci¨®n y que, por lo tanto, es el cierre m¨¢s l¨®gico y econ¨®mico para muchos edificios que no necesitan un aislamiento mayor. Esa condici¨®n parad¨®jica de la celos¨ªa ¡ªque cierra sin encerrar¡ª se da tambi¨¦n en los espacios intermedios. Y son muchos los arquitectos que los reivindican.
El Pritzker Shigeru Ban, que ha combinado una trayectoria de ingeniosas construcciones de emergencia con una investigaci¨®n de vanguardia dom¨¦stica y una m¨¢s reciente realizaci¨®n de espacios para la exposici¨®n, apost¨® por ese espacio intermedio cuando empez¨® a construir edificios de mayor tama?o. Lo hizo en una de sus obras m¨¢s discutidas, el Centro Pompidou de Metz donde kil¨®metros de fibra de vidrio cubr¨ªan una cubierta interior que parec¨ªa un gran cesto tejido con l¨¢minas de abeto y alerce. ¡°Es el espacio intermedio, ni dentro ni fuera donde nos pasamos la mitad de nuestra vida¡±, declar¨® Ban a EL PA?S. El gran toldo que envuelve su edificio ¡ªla cabeza del crust¨¢ceo, como ¨¦l lo defini¨®¡ª daba forma a ese lugar desubicado. Ni el fr¨ªo del norte de Francia ni la nieve que suele llegar con el invierno disuadieron a los arquitectos. Al contrario, iba a ser esa gran cubierta la que preparara a la gente para entrar al museo y para salir de ¨¦l.
Tampoco el duro invierno impidi¨® que Louis Kahn trabajara esa ambigua franja espacial en una de sus mejores obras dom¨¦sticas, la casa Fisher que levant¨® en Hatboro, Pennsylvania, en 1967. Fruto de la uni¨®n de dos vol¨²menes c¨²bicos conectados por una esquina, la vivienda est¨¢ construida, en parte, con materiales de exterior en su interior ¡ªpiedra en la chimenea¡ª y, a la vez, todos los ventanales buscan adentrar el paisaje boscoso que la rodea. As¨ª, son las fachadas de la casa, las carpinter¨ªas de los miradores que incluyen asiento y estantes, los elementos que, en esta vivienda, dibujan ese espacio intermedio.
Ni exterior ni interior, ni cubierto ni descubierto, ventilado pero separado, visible pero semioculto, el pabell¨®n de la mexicana Frida Escobedo en los jardines de Kengsinton tambi¨¦n reivindica, entre otras cosas, los espacios que no quedan ni dentro ni fuera. No es cuesti¨®n de ser dif¨ªcil. Se trata, por el contrario, de evitar ser simplista. El trabajo de Escobedo lo explica muy bien utilizando recursos muy sencillos: celos¨ªa de tejas de hormig¨®n ¡ªgruesos muros pero calados¡ª, cubierta reflectante en su parte baja ¡ªque multiplica los brillos y transforma el espacio en un enigma¡ª y agua en un suelo interior que, de no estar justo ah¨ª, ni dentro ni fuera, no podr¨ªa reflejar el paso de las nubes.
Son muchos los arquitectos que trabajan los espacios menos obvios. Los que conducen a los lugares, los que quedan en medio, los que todav¨ªa no tienen nombre pero hacen posible rincones, sorpresas y misterio.
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