El desdichado viaje de la sonda `Parker?al Sol
Tambi¨¦n nosotros, como la sonda `Parker?, hemos comenzado un viaje que, sin movernos de nuestro sitio, nos va acercando cada d¨ªa un poquito m¨¢s a la estrella incandescente
A alguno le pasar¨¢ tambi¨¦n: salir del metro, mirar al cielo y pensar en la sonda. A las doce de la ma?ana de un d¨ªa de estos de mucho calor, el cielo en Madrid es una sofocante plancha de color azul muy p¨¢lido, tirando a gris. Por eso puede uno acabar pensando tristemente en la sonda, preparada ya para partir. El pr¨®ximo 11 de agosto (qu¨¦ m¨¢s da la cifra, los d¨ªas de agosto parecen todos iguales) despegar¨¢ de Cabo Ca?averal la sonda espacial Parker, que se convertir¨¢ ¡ªsi todo sale como est¨¢ previsto¡ª en el objeto artificial que m¨¢s se aproxime al Sol en la historia de la humanidad.
Aparcar¨¢ a unos seis millones de kil¨®metros de nuestra estrella. M¨¢s all¨¢ no se puede avanzar. La temperatura en esa regi¨®n alcanza 1.400 grados pero la sonda va armada de un escudo t¨¦rmico de carbono que la protege de ese calor y que mantiene sus circuitos vivos a unos convencionales 30 grados muy terr¨ªcolas.
De hecho, una persona podr¨ªa sobrevivir agazapada tras ese parapeto de carbono y observar por una rendija el Sol desde muy cerca. Desde lo m¨¢s cerca posible, para ser exactos. En estos d¨ªas asfixiantes e infinitos de agosto ser¨ªa como mirar cara a cara al enemigo, como estudiar por primera vez su gigantesco coraz¨®n incandescente. Ah¨ª permanecer¨¢ la sonda, colgada del espacio, a resguardo del infierno, hasta que un d¨ªa de 2025 se le acabe el combustible, se desactive su escudo de carbono y se derrita sin llamas y sin ruido por falta de ox¨ªgeno.
Hay que imaginarse con melancol¨ªa ese viaje. Y m¨¢s si se piensa en los agostos, en las olas de calor, en las noches sin dormir por el bochorno. En que cada vez ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil soportar los veranos, en c¨®mo ser¨¢ el verano de 2025 al paso que vamos.
Porque el mismo d¨ªa en que se public¨® en este peri¨®dico la noticia de la sonda Parker, se daba a conocer el informe anual de la Administraci¨®n Oce¨¢nica y Atmosf¨¦rica de Estados Unidos. Y en ¨¦l se aseguraba que la concentraci¨®n de gases de efecto invernadero fue en 2017 la mayor desde que se llevan a cabo registros modernos y tambi¨¦n la m¨¢s elevada en las muestras de hielo de hace 800.000 a?os.
Pocas horas despu¨¦s, Donald Trump anunciaba que tumbar¨¢ las leyes encaminadas a reducir emisiones contaminantes de los coches. As¨ª que el pr¨®ximo informe de la sonora Administraci¨®n Oce¨¢nica y Atmosf¨¦rica de Estados Unidos ser¨¢ a¨²n peor. Coincide esto con la historia de tres simp¨¢ticas hembras de la especie de las tortugas bobas, que han anidado en playas valencianas, algo ins¨®lito por lo visto, debido a que la temperatura del agua del litoral levantino ha aumentado lo suficiente como para que ellas, que necesitan de aguas c¨¢lidas, lo consideren un nuevo hogar posible.
Son tres noticias escogidas casi al azar de la semana pasada a las que suceder¨¢n otras del mismo tipo pronto. Demuestran que nosotros, como la pobre sonda Parker, tambi¨¦n hemos comenzado un viaje que, sin movernos del sitio, nos va acercando cada d¨ªa un poquito m¨¢s a ese Sol monstruoso.
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