Hasta que la verdad judicial los separe

No me voy, me quedo. Voy a seguir siendo vuestro presidente. Pablo Casado bien pod¨ªa haber empleado estas frases en su comparecencia de ayer ante los medios de comunicaci¨®n. Si lo recuerdan, son las que utiliz¨® Cristina Cifuentes en un video frente a quienes le afeaban las condiciones en las que hab¨ªa obtenido el mismo m¨¢ster ofertado por la Universidad Juan Carlos I. Despu¨¦s vinieron las explicaciones en las que afirmaba haber hecho todo lo que la Universidad le hab¨ªa pedido, las acusaciones sobre las posibles irregularidades administrativas de la Universidad y, en ¨²ltimo extremo, una carta remitida al rector en la que renunciaba a la utilizaci¨®n del t¨ªtulo expedido. El final de aquel episodio ya lo conocen. Una vez obtuvo las oportunas ovaciones de sus compa?eros de partido en la convenci¨®n celebrada en Sevilla, Cristina Cifuentes dimiti¨® de la presidencia de la Comunidad de Madrid, renunci¨® a sus responsabilidades org¨¢nicas y abandon¨® su esca?o en la Asamblea auton¨®mica tras hacerse p¨²blico un video particularmente comprometido.

Pablo Casado, sin embargo, no va a dimitir. Lo dijo ayer cuando supo que la magistrada competente en el caso del m¨¢ster ¡ªque ¨¦l tambi¨¦n super¨® sin demasiado esfuerzo¡ª hab¨ªa decidido remitir al Tribunal Supremo una pieza separada, dada su condici¨®n de aforado. La magistrada, en su escrito, ofrece un relato coherente y bien argumentado sobre unos hechos de los que, a su juicio, se puede inferir indicios suficientes de responsabilidad penal en torno a las figuras de cohecho impropio y prevaricaci¨®n administrativa. M¨¢s all¨¢ del recorrido judicial del caso y sin negar a nadie la presunci¨®n de inocencia, parece evidente que, en el caso que nos ocupa, hace ya tiempo que existen certezas de haberse sobrepasado los est¨¢ndares de virtud p¨²blica exigibles a quienes ambicionan una carrera profesional en el ¨¢mbito de la representaci¨®n institucional. Deber¨ªa ser un imperativo de calidad democr¨¢tica.

Con todo, tengo pocas dudas de que Pablo Casado mantendr¨¢ sus responsabilidades org¨¢nicas en el Partido Popular sin mayor cuestionamiento interno, aun cuando el Tribunal Supremo pida el suplicatorio al Congreso de los Diputados si entiende que existen razones para proceder judicialmente. No creo que asuma ning¨²n tipo de responsabilidad que le lleve a dimitir de sus cargos; ni siquiera si avanza la investigaci¨®n en el Supremo y se abre contra ¨¦l juicio oral. Si esto ocurre, el Partido Popular rebajar¨¢ el alcance del reproche moral de la conducta de su presidente con argumentos que ya hemos escuchado en tantas otras ocasiones: ¡°Ha podido meter la pata, pero no ha metido la mano¡±.

Cuando los compromisarios del Partido Popular votaron la candidatura de Pablo Casado como presidente del partido sab¨ªan que algo as¨ª pod¨ªa ocurrir. Y, a pesar de todo, Pablo Casado sum¨® un respaldo particularmente amplio. Que nadie se enga?e, el PP estar¨¢ con ¨¦l, en lo bueno y en lo malo. Sin condiciones, hasta que la verdad judicial los separe.