La fiesta del ¡®bollo volador¡¯
Casi 540 a?os despu¨¦s, la romer¨ªa de Quel conmemora el milagro que libr¨® a la localidad de la peste con un man¨¢ de 2.500 panes y unas 3.000 raciones de queso
Cada 6 de agosto, el abad y doce cofrades de la cofrad¨ªa del Cristo de la Transfiguraci¨®n en la localidad de Quel (La Rioja) suben al balc¨®n de la ermita del mismo nombre y arrojan sobre la poblaci¨®n una d¨¢diva en forma de lluvia de bollos de pan (unos 2.500) y queso (3.000 raciones, cuidadosamente envueltas en papel de aluminio). La d¨¢diva, por la que se pelean los quele?os al modo de los ni?os en los bautizos de anta?o por los caramelos y los c¨¦ntimos, es en realidad una acci¨®n de gracias de se repite desde 1479.
Los bollos volantes ¡ªla foto, analizada en Cuarto milenio, bien podr¨ªa ser un grupo de adoradores de platillos volantes¡ª conmemoran un milagro m¨¦dico. En la fecha se?alada, 539 a?os atr¨¢s, la localidad sufri¨® una epidemia de peste. Cuentan que, aterrorizados por la infecci¨®n, los habitantes de Quel encendieron 13 velas (Jes¨²s y los doce ap¨®stoles); fueron apag¨¢ndose poco a poco, pero permaneci¨® encendida la del Cristo. Y entonces ces¨® la enfermedad. Una vez m¨¢s, los signos o se?ales avanzan el milagro.
Por supuesto, el reparto de los bollos voladores es fiesta de inter¨¦s tur¨ªstico. A?os atr¨¢s, los cofrades entregaban los bollos en mano a los quele?os; pero la modalidad actual del man¨¢ que cae desde el balc¨®n invita m¨¢s al jolgorio. El milagro del Cristo ha pasado de conmemoraci¨®n solemne a celebraci¨®n gozosa. Lo que confiere significaci¨®n a la romer¨ªa quele?a es que existe constancia de su celebraci¨®n desde 1479, un a?o tras otro.
Espa?a sigue siendo tierra de milagros. Una de cada tres localidades tiene el suyo. Pero ya se ha perdido la distancia que existe entre la fe acendrada y el convencimiento de la salvaci¨®n por la mano de Dios ¡ªlo que Richard Dawkins o Steven Weinberg llamar¨ªan superstici¨®n o idolatr¨ªa¡ª y la excusa o coartada para encajar una fiesta perenne en el calendario que, adem¨¢s, se beneficie del dispendio. Bollos de pan y queso en este caso. La donaci¨®n, el reparto simb¨®lico de riqueza, responde a un impulso arraigado, que tiene que ver con el sacrificio y la invocaci¨®n a la riqueza. No hay mejor manera de atraer la prosperidad que dilapidarla de forma ritual.
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