El lenguaje es pol¨ªtica
Ridiculizar el lenguaje no sexista es una forma grotesca de defender una posici¨®n de poder
Hablar de lenguaje no sexista levanta ampollas que nada tienen que ver con las palabras, la gram¨¢tica o la ling¨¹¨ªstica y mucho con el poder y la pol¨ªtica. El lenguaje es ideolog¨ªa, representa una sociedad y una cultura y, por supuesto, representa un poder. Renunciar al lenguaje sexista es renunciar a continuar ejerciendo el poder. Y ah¨ª es donde encontramos la resistencia numantina de quien custodia el sistema patriarcal. No defiende el lenguaje. Est¨¢ defendiendo una ideolog¨ªa y estamos hablando de pol¨ªtica por mucho que nos quieran hacer ver otra cosa. Hablemos claro, el corporativismo masculino est¨¢ defendiendo la mirada androc¨¦ntrica, patriarcal y machista que los sit¨²a, a ellos ¡ªporque mayoritariamente son hombres¡ª en el centro del poder.
La lengua, y con ella el lenguaje, evoluciona de acuerdo a las necesidades de cada ¨¦poca. Tiene la capacidad de reflejar la realidad y tambi¨¦n de ayudar a construirla. Por ello mismo, necesita adaptarse a los cambios y si no lo hiciera ser¨ªamos incapaces de comunicarnos. A¨²n estar¨ªamos hablando de abarrir en vez de destruir; de dolioso en vez de dolorido o de hisopo en vez de h¨²medo, o de darve, citerior, gum¨ªa o zacat¨ªn, por poner unos ejemplos. ?Qui¨¦n nos entender¨ªa? Nadie, o quiz¨¢s s¨®lo las personas que ocupan los sillones de la Real Academia Espa?ola. Parece que hay paladines de la lengua que no quieren admitir la capacidad de renovaci¨®n, evoluci¨®n y adaptaci¨®n que lleva impl¨ªcita cualquier lengua. Peor a¨²n, defienden la inmovilidad como un valor en positivo en vez de una debilidad manifiesta y contraria a la esencia de toda lengua.
Ya somos muchas las que no nos sentimos incluidas en el masculino gramatical
Y en esta defensa nos encontramos peri¨®dicamente con campa?as agresivas y absurdas que usan falacias y ataques furibundos para ridiculizar los argumentos de quienes defendemos el lenguaje no sexista. Nos dicen que el gen¨¦rico masculino, en tanto que g¨¦nero no marcado, es inclusivo del femenino. Pues les decimos que no, que no lo incluye ni lo pretende. El masculino a veces es espec¨ªfico y a veces gen¨¦rico. Requiere de un esfuerzo para entender cuando incluye a unos y otras o solo a unos, e incluso s¨®lo a unas. Ya somos muchas las mujeres ¡ªy algunos hombres¡ª que no nos sentimos incluidas ¡ªas¨ª, con a¡ª en este masculino gramatical. Entendemos que este masculino es, sencillamente, un instrumento para invisibilizar, silenciar y menospreciar a las mujeres y as¨ª perpetuar un patriarcado que no nos quiere con voz, ni en el espacio p¨²blico, ni en la toma de decisiones. Esta es la verdadera intenci¨®n que subyace en el mal llamado masculino gen¨¦rico.
Y si vamos de las falacias argumentativas a los ejemplos concretos, la situaci¨®n llega al rid¨ªculo cuando se satirizan las formas dobles. Volvemos a repetirlo, no estamos a favor del uso indiscriminado de las formas dobles; ni tampoco queremos hablar de cebros y cebras; de jirafas y jirafos o de se?oro y periodisto, ni estamos en contra de la econom¨ªa del lenguaje, a la que defendemos con ah¨ªnco desde el periodismo. Pero sabemos que el lenguaje tiene m¨²ltiples recursos para expresar la realidad sin necesidad de se?alar el sexo o de recurrir a las formas dobles, que dicho de pasada, se hacen servir con m¨¢s frecuencia de lo que parece y nadie se sorprende cuando se dice ¡°se?oras y se?ores¡±. Podemos utilizar gen¨¦ricos, nombres abstractos y epicenos; substituir el nombre por un pronombre; utilizar determinantes sin marca de g¨¦nero; elidir el sujeto; eliminar el art¨ªculo¡ y as¨ª hasta una infinidad de mecanismos que determinados ling¨¹istas y acad¨¦micos ¡ªcon o¡ª parecen ignorar.
Esto, se?ores, es lo que hacemos, y ridiculizar la propuesta feminista de lenguaje no sexista es una forma perversa y grotesca de defender una posici¨®n que, se dir¨ªa, no tiene argumentos. Ustedes lo saben bien. No estamos hablando de lenguaje, hablamos de ideolog¨ªa y de pol¨ªtica. Porque a trav¨¦s de la lengua nos construimos, nos socializamos e interpretamos el mundo. Si las mujeres no aparecemos ?d¨®nde estamos? Ocultas, silenciadas, en casa. Como nos quiere el patriarcado. As¨ª que, se?ores, no es que confundamos la gram¨¢tica con el machismo, es que el uso acad¨¦mico de la lengua, que no ella, es machista, y en consecuencia el lenguaje, entendido como la capacidad humana que conforma el pensamiento, perpet¨²a este machismo. Y, s¨ª, el lenguaje no sexista es un arma ideol¨®gica y pol¨ªtica capaz de reflejar otra realidad y contribuir a la destrucci¨®n del poder patriarcal. Y claro, esto duele. Lo sabemos.
Isabel Muntan¨¦ es periodista y codirectora del m¨¢ster G¨¦nero y Comunicaci¨®n (UAB).
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