?Hay que salvar al catalanismo?
Pujol emprendi¨® la v¨ªa de lo que se ha llamado ¡°la construcci¨®n nacional¡±, que ten¨ªa el significado de que solo se aceptaba el marco constitucional y estatutario como primer paso para crear una naci¨®n identitaria. Y as¨ª poder reclamar un Estado propio
En las ¨²ltimas semanas ha resurgido una pol¨¦mica sobre si el catalanismo est¨¢ en peligro. Los que advierten de este peligro alegan b¨¢sicamente dos razones para justificar su alarma.
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Por un lado, el independentismo est¨¢ fagocitando al catalanismo por haber situado su programa m¨¢ximo ¡ªla separaci¨®n de Espa?a¡ª como el ¨²nico leg¨ªtimo en este momento hist¨®rico. Por otro lado, como reacci¨®n a esta posici¨®n extrema, se ha generado, dicen, una poderosa corriente de nacionalismo espa?ol al que se suele denominar constitucionalismo, unionismo o, simplemente, espa?olismo, de car¨¢cter genuinamente anticatalanista.
En este fuego cruzado entre dos extremos, sostienen estas voces, se debe evitar que desaparezca el catalanismo, ¨²nica ideolog¨ªa transversal con capacidad de unir a los catalanes. ?Salvar al catalanismo!, es el lema, el m?t d¡¯ordre escogido. Algunos grupos se han afanado a escribir manifiestos y prestigiosos pol¨ªticos o intelectuales han publicado con esta finalidad escritos en la prensa. A mi modo de ver, estos temores son infundados porque se basan en falsas percepciones.
En primer lugar, en lo que ata?e a muchos catalanes contabilizados como independentistas, creo que es inexacto considerarles como tales por el mero hecho de haber votado en estos a?os al PDeCAT o, incluso, a ERC. Muchos entre ellos creen que la independencia de Catalu?a no es viable ni conveniente pero han dado su voto a estos partidos simplemente para reforzar la posici¨®n de la Generalitat en una negociaci¨®n con el Estado en materias tales como financiaci¨®n, inversiones en infraestructuras p¨²blicas o traspaso de m¨¢s competencias. Por tanto, no creo que todos aquellos que votan a partidos independentistas son partidarios de separarse de Espa?a y, menos a¨²n, de la UE, que ser¨ªa su consecuencia inmediata.
En segundo lugar, que los constitucionalistas o unionistas sean rancios espa?olistas, recalcitrantes nacionalistas espa?oles, partidarios de eliminar las autonom¨ªas para volver al centralismo, es todav¨ªa mucho menos cierto que lo anterior. Tras cuarenta a?os de autonom¨ªa catalana ninguna formaci¨®n pol¨ªtica se ha mostrado contraria a la autonom¨ªa tal como est¨¢ configurada en la Constituci¨®n y en el buen Estatuto de 1979. Ninguna. Al contrario, todos los partidos catalanes son defensores de la Espa?a de las autonom¨ªas.
No creo que todos los que votan a partidos independentistas quieran separarse de Espa?a
Considerar que lo m¨¢s adecuado y respetuoso con el pluralismo es el biling¨¹ismo en la escuela y en las instituciones de la Generalitat; que la bandera catalana no es la estelada sino la oficial de las cuatro barras y que en los edificios oficiales debe estar situada al lado de la espa?ola; que lo mejor para los catalanes es permanecer unidos al resto de Espa?a y la separaci¨®n es perjudicial; as¨ª como tantas otras discrepancias con la correcci¨®n pol¨ªtica que ha ido imponiendo el nacionalismo catal¨¢n a lo largo de cuarenta a?os, no es nacionalismo espa?ol sino que es, precisamente, constitucionalismo, unionismo, autonomismo y, por qu¨¦ no, tambi¨¦n catalanismo.
Precisamente creo que el error de quienes temen que el catalanismo est¨¢ en peligro es que atribuyen a este t¨¦rmino el sentido que le dio Jordi Pujol a partir de 1980 cuando inici¨® su largo mandato al frente de la Generalitat: catalanismo equivale a nacionalismo catal¨¢n. Ciertamente, era uno de sus posibles significados. Pero hab¨ªa otro que es el que suscit¨® el amplio consenso plasmado en la Constituci¨®n y el Estatuto de 1979 y supuso entonces, a mi modo de ver, el triunfo del catalanismo hist¨®rico entendido como ideolog¨ªa transversal: Catalu?a era una nacionalidad dentro de Espa?a que deb¨ªa estar dotada de un poder pol¨ªtico auton¨®mico con amplias competencias, la lengua catalana deb¨ªa ser oficial al mismo nivel que el castellano y la Generalitat deb¨ªa tener la competencia exclusiva en materia de cultura para proteger y desarrollar eficazmente su patrimonio. Todo esto se recoge en el Estatuto de 1979 al amparo del marco constitucional y, a partir de este momento, hab¨ªa que activar estos instrumentos jur¨ªdicos e institucionales al servicio de todos los ciudadanos catalanes.
No se hizo as¨ª. Pujol emprendi¨® la v¨ªa de lo que se ha llamado, a imitaci¨®n de la terminolog¨ªa utilizada en ciencias sociales para los pa¨ªses tribales reci¨¦n descolonizados, ¡°la construcci¨®n nacional¡±, national building. Esta construcci¨®n nacional ten¨ªa, entre otros significados, que solo se aceptaba el marco constitucional y estatutario como primer paso para crear una naci¨®n identitaria y as¨ª poder reclamar, cumplido este objetivo, de acuerdo con el principio de las nacionalidades y cuando se estimara posible y conveniente, un Estado propio separado de Espa?a. En septiembre de 2012 se consider¨® que hab¨ªa llegado este momento y se inici¨® la v¨ªa independentista.
La soluci¨®n pasa por el entendimiento y la unidad de las fuerzas pol¨ªticas constitucionalistas
El error que quiz¨¢s cometen quienes temen por la desaparici¨®n del catalanismo es confundirlo con el nacionalismo pujolista y no entender que sus ejes b¨¢sicos fueron aceptados por todos los espa?oles al votar la Constituci¨®n y aplicar los principios de la misma al Estatuto de 1979. Con estos instrumentos jur¨ªdicos hab¨ªa que ¡°gobernar¡± la Catalu?a realmente existente en lugar de pretender ¡°construir¡± una nueva naci¨®n identitaria.
Pero el pujolismo dedic¨® sus energ¨ªas a esto segundo, tal como prueba el documento denominado La estrategia de la recatalanizaci¨®n, publicado ¨ªntegramente en El Peri¨®dico de Catalu?a el 28 de octubre de 1990 y que se encuentra f¨¢cilmente mediante Google. Todas las propuestas de esta estrategia se han ido cumpliendo, lo cual demuestra su autenticidad. Es dif¨ªcil entender lo que est¨¢ sucediendo en Catalu?a durante los ¨²ltimos a?os sin leerlo con detenimiento. Es el programa nacionalista para construir una naci¨®n, no el programa catalanista transversal que permiten la Constituci¨®n y el Estatuto.
Si hay que preservar al catalanismo de alg¨²n enemigo, este no es solo el independentismo sino tambi¨¦n su base ideol¨®gica, es decir, el nacionalismo pujolista que dur¨® durante 23 a?os en el Gobierno de la Generalitat, despu¨¦s fue continuado por los gobiernos tripartitos y desemboc¨® en los gobiernos presididos por Mas, Puigdemont y Torra. No hay, por tanto, en Catalu?a tres v¨ªas (la independentista, la espa?olista y una tercera que se reclama de un catalanismo no independentista) sino solo dos, la nacionalista/independentista (que gobierna la Generalitat desde el pujolismo hasta hoy) y la catalanista/autonomista, todav¨ªa in¨¦dita.
La soluci¨®n a la actual ruptura interna de Catalu?a no pasa por establecer pactos entre el actual Gobierno de la Generalitat y el Gobierno del Estado sino, primero, por el entendimiento y unidad de las fuerzas pol¨ªticas constitucionalistas, es decir, catalanistas/autonomistas, y, segundo, que estas fuerzas ganen las elecciones para desarrollar todo el potencial que encierra el marco constitucional de la Espa?a de las autonom¨ªas. No hay que salvar al catalanismo, simplemente debe empezar a gobernar.
Francesc de Carreras es profesor de Derecho Constitucional y fundador de Ciudadanos.
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