El camino de la ficci¨®n para volver la vista atr¨¢s
Ves 'El d¨ªa de ma?ana', o lees la novela, y vas entendiendo c¨®mo el franquismo envileci¨® a las personas
Nunca termina de estar claro qu¨¦ fue lo que ocurri¨® de verdad en el pasado. Y es que sucede, como con el presente, que nadie ve ni entiende las cosas de la misma manera. Pronunciarse sobre la Espa?a de los a?os sesenta y setenta del pasado siglo puede ser, incluso, m¨¢s dif¨ªcil que hacerlo sobre lo que est¨¢ sucediendo ahora. En una novela que public¨® en 2011, El d¨ªa de ma?ana, Ignacio Mart¨ªnez de Pis¨®n les da la voz a varios personajes para que reconstruyan, e inevitablemente valoren, qu¨¦ fue de un tal Justo Gil, que apareci¨® por Barcelona con su madre a cuestas durante una ¨¦poca en la que todo parec¨ªa posible y que unos a?os m¨¢s tarde, en el ocaso del franquismo, termin¨® de mala manera.
Si ustedes tienen la suerte de no haberse visto conducidos por la marea del verano hacia un chiringuito en el que van a esperar durante largas y eternas horas a que les sirvan una comida grasienta, los felicito. Tienen otras oportunidades durante este mes de agosto. Pueden, por ejemplo, ver la serie de televisi¨®n en la que el director Mariano Barroso ha adaptado en seis entregas esa novela con tantas voces como miradas diferentes sobre una misma ciudad y sus gentes.
Ignacio Mart¨ªnez de Pis¨®n es de esos novelistas que ven las cosas a la altura de sus ojos, que no planean desde arriba ni se entretienen en demasiadas honduras. Bastante tiene con encontrarse de frente a la gente de la que trata. Digamos que no sabe nada de ninguno, que va descubriendo a sus personajes mientras escribe, que no tiene el menor inter¨¦s en condenarlos ni en salvarlos. La dictadura de Franco, en su novela, no es una abstracci¨®n infame de la que haya que desprenderse por el inodoro. ?La explora a trav¨¦s de un mont¨®n de historias llenas de claroscuros, que recoge con una infinita atenci¨®n por el detalle. Y sucede lo que ocurre tantas veces, que hay un tipo sin escr¨²pulos y carente de toda moral que inspira simpat¨ªas por todas partes.
La serie de Barroso, producida por Movistar +, ha conseguido una impecable reconstrucci¨®n de aquella ¨¦poca tan remota, pero que sigue presente en nuestro mundo de hoy. Hay veces en las que todav¨ªa se la puede tocar. Eso es lo que merece la pena de las buenas ficciones, que no s¨®lo te dan el gusto de disfrutarlas, sino que te ense?an. Y nunca est¨¢ de m¨¢s aprender las cosas que pasaron.
En El d¨ªa de ma?ana los curas se manifiestan contra los excesos de la dictadura. Hay unos j¨®venes de clase acomodada que se colocan con LSD. El teatro le sirve a una muchacha para descubrir el mundo. Salen militantes comunistas que arriesgan su vida por luchar contra el r¨¦gimen y polic¨ªas a los que se les va la mano cuando torturan (y llegan a matar). Una joven enamorada se suicida y a uno, que es homosexual, sus padres le aplican electrochoques para que sane. Un comisario adora a Mozart y monta una banda de fan¨¢ticos de ultraderecha. Ves la serie, o lees la novela, y vas entendiendo c¨®mo el franquismo envileci¨® a las personas.
A Barcelona llegaban en los sesenta miles de inmigrantes para buscar una vida mejor. Dice un personaje de Mart¨ªnez de Pis¨®n: ¡°Ven¨ªan en unos trenes que llam¨¢bamos borregueros. Un cliente de la peluquer¨ªa que trabajaba en la estaci¨®n de Francia me cont¨® que a muchos de ellos la polic¨ªa los obligaba a subir de nuevo al tren y los devolv¨ªa a su tierra¡±. Ya ven: nada nuevo bajo el sol.
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