La estremecedora historia de los 33 chilenos atrapados en la mina San Jos¨¦
El 22 de agosto de 2010, los hombres atrapados en el yacimiento, que se hab¨ªa derrumbado el 5 de agosto, fueron encontrados con vida. Esta es la reconstrucci¨®n de su historia
El 5 de agosto de 2010, un derrumbe en la mina San Jos¨¦, un yacimiento ubicado en la comuna chilena de Caldera, dej¨® atrapados a 33 mineros. Diecisiete d¨ªas, despu¨¦s, el 22 de agosto, fueron hallados con vida, aunque no pudieron ser rescatados hasta el 12 de octubre, tras una fara¨®nica operaci¨®n para liberarlos de las entra?as de la tierra. Esta es la reconstrucci¨®n de la vida de estos hombres, que el enviado especial Francisco Peregil teji¨® con los testimonios de sus familias:
Todos sab¨ªan que se jugaban la vida en la mina San Jos¨¦. En 2004 muri¨® all¨ª mismo Pedro Gonz¨¢lez. Y en 2007, Manuel Villagr¨¢n. Los sindicalistas forzaron su cierre durante 2008, pero los dos propietarios de la mina se las ingeniaron para volverla a abrir. El Gobierno autoriz¨® la reapertura, y el reclamo de los due?os para explotarla fueron los buenos salarios. La compa?¨ªa San Esteban pagaba hasta un 20% m¨¢s que cualquier otra de su tama?o y sector.
Ahora, el Gobierno del conservador Sebasti¨¢n Pi?era se ha volcado en el rescate de 33 hombres. El asesoramiento de la NASA, las perforadoras m¨¢s potentes, la tecnolog¨ªa m¨¢s puntera del siglo XXI, la psicolog¨ªa m¨¢s avanzada en situaciones de aislamiento extremo, se han puesto al servicio de una situaci¨®n provocada por unas condiciones laborales que evocan el recuerdo de las minas de hace 100 a?os en Europa.
Desde los 700 metros de profundidad en que se encuentran, muchos de los atrapados han prometido a sus parejas que se van a casar en cuanto salgan. Otros se resisten, a pesar de que llevan lustros conviviendo con ellas y tienen hijos en com¨²n. Otros, que no ve¨ªan a sus madres desde hace a?os, les piden por carta que no se vayan de ese cerro, que sigan all¨ª esper¨¢ndoles. Muchos viv¨ªan en pensiones de la ciudad de Copiap¨®, a una hora en autob¨²s de la mina. Trabajaban en turnos de 12 horas durante siete d¨ªas y descansaban otros siete. Si los llamaban, sol¨ªan aceptar las horas extras en los d¨ªas de descanso porque les pagaban el doble que en una jornada normal. Si no, tomaban el autob¨²s hacia sus regiones. Algunos viajaban hasta 15 horas en direcci¨®n al Sur.
En el yacimiento de San Jos¨¦ se pod¨ªa cobrar el equivalente a unos mil euros, un sueldo que no est¨¢ al alcance en Chile de todos los abogados, ni periodistas, ni profesores de universidad. Pero tal vez el dinero que les daban por un lado se lo estaban quitando por otro al no instalar, por ejemplo, medidas de seguridad tan sencillas y obligatorias como una escalera dentro de una v¨ªa de escape. Cuando la monta?a se les vino abajo, los mineros intentaron subir por una chimenea. Pero no hab¨ªa escalera alguna dentro de ella.
Si hubiesen muerto, tal vez todo seguir¨ªa igual. La noticia apenas habr¨ªa llamado la atenci¨®n, como no la llamaron las otras muertes de mineros chilenos en a?os recientes. Ser¨ªan una cifra m¨¢s que sumar a las anteriores. Al cabo de 17 d¨ªas, de un mes o de dos, las familias tendr¨ªan que haberse vuelto de la mina a sus casas. Ahora, a trav¨¦s de sus cartas, de sus apariciones en v¨ªdeo y de los comentarios de sus seres m¨¢s pr¨®ximos, han cobrado estatura humana. La sociedad puede apreciar los anhelos, las frustraciones, los problemas, las cualidades que hab¨ªa en cada uno de ellos. La parte medio llena de la botella consiste en pensar que el drama por el que atraviesan tal vez sirva para que nunca m¨¢s en Chile se vuelva a abrir una mina en semejantes condiciones.
Claudio Y¨¢?ez Lagos
34 a?os y dos hijas. "No falto, que me quitan 55.000 pesos [55 euros] por d¨ªa".
Cristina N¨²?ez, madre de las dos hijas de Claudio, cuenta que cuando le ped¨ªa que dejase la mina, ¨¦l le dec¨ªa: "?Y d¨®nde voy a encontrar una pega [trabajo] tan segura?", en el sentido de que el contrato era indefinido. Su madre, Margarita Lagos, explica que ocho meses antes de comenzar en la mina San Jos¨¦, su hijo "lo ganaba bien", como alba?il: el equivalente a unos 350 euros por mes. "Pero aqu¨ª le pagaban el doble. El d¨ªa del accidente me dijo que iba con mucho sue?o. Yo le dije: '?Pero devu¨¦lvete!'. Y ¨¦l me contest¨®: 'No, que son 35.000 pesos [55 euros] lo que nos quitan por d¨ªa".
Yonny Barrios
50 a?os y sin hijos. Es el enfermero. "S¨¢quenme de este hoyo, vivo o muerto".
Yonny es el que traslada al equipo de rescate todos los informes sobre an¨¢lisis m¨¦dicos de sus compa?eros. "Las cosas de enfermer¨ªa las aprendi¨® de peque?o, lo mismo que los otros ocho hermanos que ¨¦ramos en casa. Porque nuestra mam¨¢ padec¨ªa diabetes", explica su hermana Zulemy. Barrios estuvo 28 a?os casado con Marta Salinas, pero desde hace menos de un a?o se march¨® de casa sin divorciarse y vive con Susana Valenzuela. La pelea entre ambas en el campamento por hacerse cargo de las cuentas de Barrios fue muy comentada. Pocos d¨ªas despu¨¦s, Barrios ped¨ªa en el primer v¨ªdeo que Susana se encargara de las cuestiones del dinero. Desde el refugio escribi¨® a su familia: "Estoy bien, pero s¨¢quenme de este hoyo, vivo o muerto".
Osman Araya
30 a?os y una hija de cinco meses y dos hijos. Su mujer: "La semana antes discuti¨® con el gerente".
Su esposa, Ang¨¦lica Ancalipe, de 21 a?os, recuerda: "Apenas llevaba cuatro meses en esta mina. Una semana antes del derrumbe me dijo que hab¨ªa tenido una discusi¨®n con el se?or Pinilla, que es como el gerente. Le dijo que no estaba dispuesto a arriesgar su vida. 'Y si quieren echarme, me pagan la indemnizaci¨®n'. Pero no lo echaron para no pag¨¢rsela".
Franklin lobos
52 a?os y dos hijas. Conductor de camiones y exfutbolista. "Esta es la segunda vez que esperamos a mi pap¨¢ fuera de la mina", afirma su hija.
Lobos lleg¨® a jugar con su selecci¨®n durante la etapa clasificatoria de los Juegos Ol¨ªmpicos de Los ?ngeles, en 1984. Y comparti¨® camiseta en Primera Divisi¨®n junto al exmadridista Iv¨¢n Zamorano. Llevaba cinco a?os trabajando como conductor de camiones en las minas y cuatro meses en la de San Jos¨¦. Su hija Carolina, de 25 a?os, describe el trayecto de su ca¨ªda: "Antes los futbolistas no ganaban tanto como ahora. Y ¨¦l no ahorr¨®. Se compraba un veh¨ªculo cada a?o. Despu¨¦s alcanz¨® a tener un negocio de piezas de recambio de autos. Pero era demasiado amigo de sus amigos. Se retir¨® en 1996, con 38 a?os, y en Chile si te quedas sin trabajo, solo te queda barrer la calle. As¨ª que como las mineras tienen equipos de f¨²tbol que juegan en ligas de aficionados, a ¨¦l lo contrataron. Pero esta es ya la segunda vez que espero a mi pap¨¢ fuera de una mina".
Pablo A. Rojas Villacorta
45 a?os y un hijo de 21. Cargador de explosivo. Su hijo: "Pudo descansar por luto, pero es un roble" .
El padre de Pablo Rojas falleci¨® justo una semana antes del derrumbe. "Y entonces me di cuenta de lo fuerte que era mi padre", recuerda su hijo Mitchel, de 21 a?os. "Era un roble, no le entraron balas. Pudo haber tomado tres o cuatro d¨ªas de descanso por el luto. Pero no quiso tomar ninguno".
Jos¨¦ Henr¨ªquez
56 a?os y dos hijas. El gu¨ªa espiritual. Seg¨²n una de sus hijas, dec¨ªa que "este cerro estaba malo".
En el v¨ªdeo, su compa?ero Mario Sep¨²lveda se refiere a ¨¦l como don Jos¨¦ y lo presenta as¨ª: "El hombre tiene altos conocimientos... relacionados a... espirituales, que la verdad es que en estos momentos nos ha ayudado mucho a todos nosotros". "Es cristiano evang¨¦lico y siempre ha procurado transmitirnos el amor por la familia", explica su hija Hettiz, de 31 a?os. "Lleva 33 a?os trabajando en casi todas las minas de Chile y 33 a?os casado, como si fueran novios todav¨ªa. Nosotras somos las dos solteras y les decimos: '?No nos hagan sentir envidia!'. Porque bailan, se cantan, se abrazan... Cinco amigas nuestras han vivido largos periodos en nuestras casas. Y ¨¦l ha sido como un padre para ellas". "Dec¨ªa que este cerro estaba malo. El entr¨® en enero y al poco tiempo hubo una emanaci¨®n de gas. Sac¨® a dos compa?eros y al intentarlo con el tercero se desmay¨®".
Jorge Galleguillos
56 a?os y dos hijos. Perforista. Su hijo Jorge: "Le estaba haciendo una carreta para su cumplea?os".
Hace m¨¢s de 20 a?os, Jorge trabaj¨® en el campamento minero de El Salvador, situado en el desierto chileno de Atacama. De all¨ª retuvo en su memoria para toda la vida la imagen de una carreta abandonada de la que circula una canci¨®n trist¨ªsima que a Jorge le encantaba: "Aqu¨ª en medio de la pampa se ha dormido en la quebrada, compa?era del minero, con su humilde y vieja estampa, la carreta abandonada. Abrasada por el sol y besada por el viento, sus compa?eros, el polvo y aires del desierto (...) noble s¨ªmbolo de esfuerzo". El minero se enorgullec¨ªa de que su hijo Jorge, de 21 a?os, sacara buenas notas en la carrera de electricidad. "Y yo le estaba haciendo una carreta peque?ita para regal¨¢rsela por su cumplea?os", comenta el hijo.
Mario Sep¨²lveda
40 a?os y dos hijos. El batallador. Su mujer asegura que "nunca se fi¨® de esta mina".
Mario es quien ejerce de conductor presentador en la primera grabaci¨®n bajo la mina. Cuando la c¨¢mara se pos¨® en el cartel que da nombre al refugio, aprovech¨® la oportunidad para lanzar una cr¨ªtica a la compa?¨ªa: "Este es el famoso refugio. Ac¨¢ se supone que hab¨ªa condiciones para estar nosotros, cosa que en el momento que pas¨® esto se nos cort¨® la energ¨ªa, se nos cort¨® la l¨ªnea de luz y que hoy d¨ªa se est¨¢ ocupando para dormir". Elvira Valdivia califica a su esposo como un l¨ªder nato: "Era representante sindical en otra mina de la misma empresa. Y nunca tuvo verg¨¹enza de nada ni de nadie. Al gerente le dec¨ªa todo lo que ten¨ªa que decirle. Nunca se fi¨® de esta mina. Y por eso nosotros contratamos un seguro particular. Me sol¨ªa decir que si una noche no volv¨ªa, reclamase todos nuestros derechos".
V¨ªctor Zamora
33 a?os y un hijo. El bromista del grupo. Seg¨²n sus compa?eros, "este es el que nos levanta el ¨¢nimo".
V¨ªctor es el bromista oficial del grupo. Cuando su madre, Nelly Bugue?o, le dec¨ªa que dejara esa mina, ¨¦l le contestaba: "Si ese cerro me ve y se echa a un lado de feo que soy, no te preocupes". "Nos ha escrito que se alegra de estar ah¨ª abajo en el hoyo, porque as¨ª no tiene que lavarse. Dice que le pas¨® esto porque se cans¨® de ba?arse", cuenta Nelly. Dos meses atr¨¢s, a V¨ªctor se le cort¨® la sonrisa. Una plancha de piedra cay¨® sobre un compa?ero, tuvieron que amputarle la pierna y ¨¦l escap¨® por los pelos. "Eso le marc¨®, porque eran muy amigos. Creo que cuando salga de ah¨ª ser¨¢ m¨¢s maduro, se tomar¨¢ la vida con m¨¢s seriedad", comenta su madre.
?lex Vega
31 a?os y dos hijos. Mec¨¢nico. Su madre: "Me extra?¨® que no llamara. Ha sido una tortura".
Su madre, Ana Salazar, dice que ?lex siempre estaba con la sonrisa en la boca. "Aquel d¨ªa me extra?¨® que no me hubiese llamado al salir de la mina. Desde entonces, todo ha sido una tortura. Hubo cuatro ocasiones en que parec¨ªa que hab¨ªan contactado con ellos y que estaban con vida. Que si parece que se oyen unos ruidos, que si alguien dice que oy¨® una voz, que si una sonda ha llegado... Al final, todas las noticias resultaron falsas. Y encima estaban los otros comentarios que circulaban: que si no ten¨ªan agua, que s¨ª hab¨ªa agua pero era la de los veh¨ªculos, que no se pod¨ªa beber porque ten¨ªan anticongelantes... Son comentarios que te iban menoscabando la esperanza".
Luis Urz¨²a Iribarre
54 a?os y dos hijos. L¨ªder de los encerrados. "Le necesito entero", le dice desde arriba el psic¨®logo.
"El tipo debe de tener algo extraordinario", comenta acerca de Luis el psic¨®logo Alberto Iturra, quien dialoga con frecuencia con los sepultados. "No debe de haber sido f¨¢cil mantener el orden ah¨ª abajo durante 17 d¨ªas cuando hab¨ªa que alimentarse con dos cucharadas de at¨²n cada 48 horas. Yo lo ve¨ªa tan volcado en todo que le dije: 'Dese un respiro, don Luis, reparta las responsabilidades entre su gente. Necesito tenerle bien entero hasta el final". Urz¨²a estudi¨® topograf¨ªa. Llevaba dos meses trabajando en la mina San Jos¨¦, pero 31 a?os como minero. Fue el primero en establecer contacto con el exterior cuando el presidente se les puso al habla. Walter Carrizo trabaj¨® con ¨¦l desde 1981 hasta 1990 en la que antes era la mina Agustina y ahora Carolina. "Como a todos los mineros, le gustaba carretear [salir de farra], un asa¨ªto, unos traguitos de vez en cuando... En aquella ¨¦poca no era jefe, solo top¨®grafo. Pero ya ten¨ªa car¨¢cter de l¨ªder; aunque no fuera jefe, siempre hab¨ªa gente alrededor de ¨¦l. Adem¨¢s de que hab¨ªa estudiado, ten¨ªa mucha experiencia, porque el cerro ense?a mucho".
Omar Reygadas
56 a?os y cinco hijos. "A ¨¦l le gustaba trabajar abajo", dice su primog¨¦nito.
En sus m¨¢s de treinta a?os como minero, Omar Reygadas se ha visto tres veces atrapado bajo el suelo. "Una de ellas fue aqu¨ª mismo, en San Jos¨¦", recuerda su hijo Omar, de 34 a?os. "Pero a ¨¦l le gustaba trabajar abajo. Dec¨ªa que un minero siempre tiene que trabajar bajo tierra".
Carlos Mamani
24 a?os y una ni?a de a?o y medio. Boliviano inmigrante en Chile. "El Gobierno de Bolivia nos dej¨® a nuestra suerte", acusa su esposa.
Carlos es el ¨²nico inmigrante del grupo y uno de los pocos con la educaci¨®n secundaria completa. Si quisiera y tuviese medios econ¨®micos, podr¨ªa estudiar en la universidad. Su esposa, Ver¨®nica Quispe, de 20 a?os, lamenta que el c¨®nsul de su pa¨ªs solo lleg¨® al campamento a los 18 d¨ªas, un d¨ªa despu¨¦s de que se supieran que estaban vivos. "Dijo que pod¨ªa ofrecerle una beca para que Carlos comience a estudiar en la universidad. Pero no qued¨® claro si se la iban a ofrecer. Y el presidente Morales no se ha puesto en contacto con nosotros. El Gobierno boliviano nos dej¨® abandonados a nuestra suerte".
Samuel ?valos
43 a?os y tres hijos. "Al ver que no me llamaba, pens¨¦ que hab¨ªa vuelto al vicio", dice su pareja.
Samuel convive desde hace 21 con Ruht Guzm¨¢n Donoso, de 39, con quien tuvo un hijo de 18, uno de 9 y otro de 2. Pero nunca llegaron a casarse. "Era yo la que no quer¨ªa, pero al ver todo esto se me sali¨® como del alma lo del casamiento. Y se lo he escrito: '?Te quieres casar conmigo, s¨ª o no?". El tiempo que pasaron juntos estuvo marcado por el alcohol y la droga. "Y siempre volv¨ªa al vicio. Sobre todo al de la pasta base, que es lo peor de la coca. Por ac¨¢ le llaman angustia. As¨ª que llam¨¦ a un cu?ado de ¨¦l que trabaja en esta mina y le dije que se lo trajera, a ver si lo sacaba del ambiente malo. Pero la mina no le gustaba. Cuando le tocaba la semana de descanso, llegaba a nuestro pueblo de Rancagua [a 12 horas en autob¨²s] y no se arrancaba [no sal¨ªa], puro en su casa, nada m¨¢s. La ¨²ltima vez que vino a casa ya no quer¨ªa venirse a la mina. Y yo le dije: '?Y qu¨¦ vas a hacer, volver a tus andaduras...?'. Regres¨® a la mina. Siempre me llamaba al salir. Pero al ver que pasaban las horas del jueves y no lo hac¨ªa, pens¨¦ que hab¨ªa vuelto al vicio".
Juan Illanes
52 a?os. Casado y con un hijo de 20. Electromec¨¢nico. Fue militar en la frontera durante los tiempos de la crisis chileno-argentina. "Aquello fortaleci¨® su car¨¢cter", explica su hermano.
Su hermano ?scar recuerda que Juan Illanes vivi¨® atrincherado durante dos a?os en la frontera con Argentina. Fue a finales de los setenta, cuando cumpl¨ªa el servicio militar y los dos pa¨ªses sufrieron episodios de tensi¨®n prolongada. "Aquello fortaleci¨® su car¨¢cter. De hecho, los oficiales le recomendaron que se quedara. Mi hermano tiene un car¨¢cter fuerte, con voz de militar casi. Sin ser mala persona, su tono de voz produce de pronto escozor en el grupo, hasta que lo conocen y ven que es sano. Si pretende darme cierta tranquilidad, lo est¨¢ consiguiendo. No hace menci¨®n a la falta de luz, al deseo de tener un ba?o ¨²nico, una ducha ¨²nica. Ni siquiera menciona si se le apaga la l¨¢mpara y se tiene que quedar parado cada dos pasos...".
Mario G¨®mez
63 a?os, cuatro hijos y siete nietos. Conductor. "Un mes antes le dijo al jefe que cualquier d¨ªa se iban a quedar en la mina", revela su esposa.
El abuelo Mario se iba a prejubilar, pero quer¨ªa disfrutar del cami¨®n nuevo que le hab¨ªan asignado, por eso fue a trabajar ese d¨ªa. Lleva desde los 12 a?os trabajando de minero. Ha escapado de varios accidentes, pero hace siete a?os un explosivo le revent¨® tres dedos de su mano izquierda. "El d¨ªa antes del derrumbe, mi mam¨¢ le dijo que no fuese a trabajar, que mejor fueran a tramitar los papeles de la prejubilaci¨®n", cuenta su hija Lilianett, de 30 a?os. "Y ¨¦l acept¨® no ir. Pero es conductor de cami¨®n y unos d¨ªas antes la empresa le hab¨ªa entregado uno nuevo. As¨ª que cambi¨® de idea porque dec¨ªa que si no iba le quitar¨ªan el cami¨®n. En Chile, la gente se jubila a los 65 a?os, pero ¨¦l sufre silicosis y se podr¨ªa haber jubilado ya". La esposa de G¨®mez, Lilliam Ram¨ªrez, de 51 a?os, a?ade: "Un mes antes del derrumbe le dijo a su jefe que por qu¨¦ no buscaban una v¨ªa de escape, porque cualquier d¨ªa se iban a quedar aterrados en la mina. Mi marido ten¨ªa idea de por d¨®nde pod¨ªan hacer una v¨ªa m¨¢s r¨¢pida. Y el jefe le dijo que le hiciera un dibujito. Pero al final todo qued¨® en nada".
Pedro Cort¨¦s
26 a?os y una ni?a. Electricista. "Le mandaron poner en funcionamiento una m¨¢quina que no sab¨ªa manejar", dice la esposa de un compa?ero.
"El Pedro perdi¨® un dedo en la mina hace un a?o y desde entonces la empresa lo subi¨® a una m¨¢quina para que se callara y no armase demasiado esc¨¢ndalo", comenta su compa?ero Daniel Sanderson. "El accidente ocurri¨® porque le mandaron poner en funcionamiento una m¨¢quina que ¨¦l no sab¨ªa manejar, era un trabajo que no le correspond¨ªa. Hasta el d¨ªa de hoy es como que esconde el dedo", indica Dayana Olivares, esposa de Sanderson.
Dar¨ªo Arturo Segovia
48 a?os, 13 hermanos y 6 hijos (3 de su ex pareja y 3 de la actual). "Esta mina llora demasiado", le contaba a su pareja.
Dar¨ªo llevaba tres meses en la mina y esperaba montar un negocio de verduras con lo que ganase. A Y¨¦sica Chilla, su actual pareja, sol¨ªa decirle: "Esta mina llora mucho", en referencia a las piedras que se desprend¨ªan del techo. "Llevaba 40 a?os de minero. El d¨ªa anterior al 5 de agosto me dijo que la mina estaba a punto de asentarse y que no le gustar¨ªa ser uno del turno de trabajo cuando llegara el derrumbe. Pero necesit¨¢bamos la plata. Le ofrecieron horas extras y nadie se niega a las extras, porque te pagan el doble. Ese d¨ªa iba a ganar 90.000 pesos [140 euros]". Alumbrado con la luz de su casco, Dar¨ªo le ha escrito a su madre, Margarita Rojo, de 71 a?os, una carta donde le dice: "Perd¨®neme, mamita, si como hijo fui malo. Fuera vamos a conversar". "A lo mejor se acord¨® de que una vez lleg¨® a levantarme la mano porque me met¨ª por medio para salvar a la se?ora de ¨¦l", cuenta Margarita.
Claudio Acu?a
34 a?os y dos hijos. Perforista. Llevaba tres d¨ªas en la mina. "Estaba entusiasmado", dice su novia.
Su pareja, Fabiola Araya, de 28 a?os, cuenta que Claudio hab¨ªa empezado el lunes 2 de agosto a trabajar en San Jos¨¦. "El martes no pudo ir porque el furg¨®n no lo pas¨® a buscar. El accidente sucedi¨® el jueves. Estaba entusiasmado porque quer¨ªa subir de nivel y ahorrar para poder irnos a vivir a Serena, que es una ciudad con playa".
V¨ªctor Segovia
48 a?os y cinco hijas. Perforista. Su ex mujer: "Me dijo que ten¨ªa mucho miedo, que la mina cruj¨ªa".
El perforista V¨ªctor Segovia escribe todo lo que les acontece en el refugio desde aquel jueves 5 de agosto en que quedaron atrapados. Su intenci¨®n es publicar un libro. A la familia le ven¨ªa contando que todo iba bien hasta que opt¨® por sincerarse con su ex esposa Soledad Moreno. "A ti no voy a mentirte', me dijo. Me dijo tambi¨¦n que no sab¨ªa c¨®mo no se ha vuelto loco ya en ese cerro, que ten¨ªa mucho miedo, que la mina cruje, que estaba desesperado y lo ve¨ªa todo muy mal", comenta Moreno. V¨ªctor Segovia lleva cuatro a?os separado de Soledad Moreno. Cuatro de sus hijas viven con Soledad, y una de ellas, Marisa, de 23 a?os, con ¨¦l. Y Marisa es la que lo espera al pie de la mina: "?l quer¨ªa much¨ªsimo a esa se?ora [su madre]. Estuvieron casados 20 a?os. Pero de un d¨ªa para otro ella lleg¨® embarazada de otro caballero. Y ¨¦l llor¨® much¨ªsimo. Yo le dec¨ªa que era un hombre bueno, pintoso [atractivo], que pod¨ªa encontrar una mujer mejor. Pero no lo super¨®. La sigue queriendo. O, al menos, le sigue doliendo".
Esteban Rojas
44 a?os y tres hijos. Cargador de explosivos.
El d¨ªa del derrumbe fue a recuperar dos d¨ªas que hab¨ªa perdido por la muerte de su t¨ªo.
Su esposa, J¨¦ssica Y¨¢?ez, de 43 a?os, explica que el d¨ªa del derrumbe a Esteban no le correspond¨ªa trabajar. "Pero una semana antes hab¨ªa fallecido su t¨ªo [el padre de Pablo Rojas] y deb¨ªa dos d¨ªas a la empresa. Por eso est¨¢ donde est¨¢. ?l sab¨ªa que la mina era mala. Pero me dec¨ªa: 'A la edad que tengo es dif¨ªcil entrar en una empresa'. Pensaba quedarse solo hasta el 18 [d¨ªa del bicentenario de Chile]".
Carlos Barrios
27 a?os y un hijo con su anterior compa?era. No sabe que su actual novia est¨¢ embarazada.
Carlos tiene un hijo de cinco a?os, pero llevaba m¨¢s de un a?o separado. "A ¨¦l nunca le gustaron demasiado los ni?os", comenta su prima Lilliam Vilches. "Dec¨ªa que solo pod¨ªa entregarle al hijo tres segundos de amor y, despu¨¦s, chao pescao". Hace siete meses conoci¨® a Carolina Veliz, de 24 a?os. Y una semana despu¨¦s de que a Carlos se lo tragara la mina, Carolina descubri¨® que llevaba un mes embarazada. Los psic¨®logos le pidieron que no le comunicara la noticia al novio.
Jos¨¦ Ojeda
47 a?os y una hijastra. Lleva 27 a?os en las minas. Conductor de maquinaria pesada.
"Estamos bien en el refugio los 33". Jos¨¦ fue el redactor de una frase que ya se guarda en Chile como una pieza de museo: "Estamos bien en el refugio los 33". Ah¨ª aparece la informaci¨®n precisa que todo el mundo quer¨ªa conocer: el lugar donde se encontraban -el refugio- y el estado de cada uno de ellos. Ojeda ha reclamado de nuevo el papel para poner algo que se le hab¨ªa olvidado: "Coraz¨®n minero". "Pero no le han dado ninguna respuesta", comenta su sobrino Juan Carlos Ben¨ªtez, de 37 a?os. "Mi t¨ªo lleva 27 a?os en las minas. Y le gusta su trabajo. Es viudo desde hace ocho a?os. Y cuando muri¨® su hermana, hace cuatro, se hizo cargo de la Elisabeth, que es su sobrina. Ella tiene 26 a?os, pero ¨¦l siempre estuvo pendiente de ella".
Carlos Bugue?o
27 a?os, sin hijos. En su primera carta a su madre: "Resc¨¢teme la mochila; tengo ah¨ª la plata".
Carlos asumi¨® que la mina era el camino m¨¢s corto para comprarse una casa y un auto. Pero era tan consciente del peligro que le llamaba al yacimiento Matadero San Esteban, en honor al nombre de la compa?¨ªa propietaria. Como a muchos de sus compa?eros, la preocupaci¨®n por el dinero no se le fue de la cabeza en ning¨²n momento. En la primera carta que escribi¨® a su madre, Guadalupe Alfaro, le dec¨ªa: "Resc¨¢teme la mochila del vestuario, que tengo la plata que cobr¨¦".
Ra¨²l Bustos
40 a?os y dos hijos. Mec¨¢nico. Lleg¨® a la mina al quedarse sin trabajo tras el terremoto de febrero.
Ra¨²l escap¨® con vida, pero sin trabajo, del terremoto que arras¨® la ciudad mar¨ªtima de Talcahuano el pasado febrero. Sol¨ªa trabajar dentro de los barcos, pero tras quedarse en paro, su t¨ªo Sergio Donoso lo anim¨® a que viajara mil kil¨®metros al Norte para trabajar con ¨¦l en la mina. Llevaba solo dos meses en San Jos¨¦. "Aquel 5 de agosto ya hab¨ªa cumplido su turno. Le tocaba irse, pero hubo una aver¨ªa y lo llamaron", comenta su madre, Rosa Ib¨¢?ez, de 59 a?os.
Daniel Herrera
27 a?os, sin hijos. Conductor. Su madre:
"Yo nunca lo sent¨ª muerto. Lo siento aqu¨ª en el coraz¨®n, pegadito conmigo".
Su madre, Alicia Campos, de 57 a?os, dice que Daniel es el hijo m¨¢s mimoso de los tres que tiene: "Sin duda, es el m¨¢s regal¨®n. En los d¨ªas libres pide su desayunito en la cama. Y yo, encantada. A ¨¦l lo marc¨® la partida de una t¨ªa hace 14 a?os. Dorm¨ªa con ella, y todo lo que le ped¨ªa, ella se lo daba. Lo sobreproteg¨ªa mucho. Y cuando ella se muri¨®, se me qued¨® pegado". "Yo nunca lo sent¨ª muerto. Solo un d¨ªa, cuando me enter¨¦ de que se hab¨ªa desviado la tercera sonda, dije: 'Se?or, as¨ª como me lo diste, te lo entrego'. Pero yo le dec¨ªa a la gente: 'Al Daniel lo siento aqu¨ª en el coraz¨®n, pegadito conmigo'. Y mientras lo sienta aqu¨ª, estar¨¢ con vida".
Jimmy S¨¢nchez
19 a?os y una hija de tres meses. Su novia: "Le daba miedo la mina, pero quer¨ªa trabajar hasta septiembre".
Jimmy viv¨ªa a medio camino entre la casa de sus padres y la de los padres de su novia, Hellen ?valos, de 17 a?os. "Le daba miedo la mina porque dec¨ªa que ca¨ªan muchas piedras, pero quer¨ªa trabajar hasta septiembre, buscar otro sitio y por la noche sacarse sus estudios de grado medio", cuenta Hellen.
Richard Villarroel
26 a?os y un ni?o en camino. "Se ve que es un ni?o en el cuerpo de un hombre", dice su madre.
Antonia Godoy, de 46 a?os, relata que un buen d¨ªa su hijo Richard sali¨® de casa en direcci¨®n al Norte. Lo hizo un poco por turismo y otro poco por ver si encontraba trabajo. "Desde entonces, hac¨ªa dos a?os que nosotros nos comunic¨¢bamos solo por tel¨¦fono. Me dec¨ªa que trabajaba como mec¨¢nico, pero nunca me habl¨® de minas. Yo sab¨ªa que ¨¦l ten¨ªa una polola [novia] desde hac¨ªa dos a?os. Y que en noviembre iba a ser pap¨¢ de un ni?o que se llamar¨¢ Richard Junior". "Yo lo trataba siempre como a un ni?o porque su pap¨¢ muri¨® cuando ¨¦l era chiquito y yo no lo dej¨¦ crecer. En el v¨ªdeo se ve que es un ni?o en el cuerpo de un hombre, porque se quiebra. Al verlo llorar, apagu¨¦ el celular y no quise hablar con nadie. Y le dije a mi pareja: ?No ves que sigue siendo un ni?o? Nosotros somos de Coyhaique, a ocho horas de bus. Pero me ha pedido en una carta que no me vaya de aqu¨ª".
Ariel Ticona
29 a?os, dos ni?os y otra en camino. Conductor de maquinaria pesada. No quiso salir en el primer v¨ªdeo. Su padre: "?l es as¨ª de arisco".
Ariel se neg¨® a salir en el primer v¨ªdeo. "?l es as¨ª de arisco", dice su padre, H¨¦ctor, de 59 a?os y tambi¨¦n minero. "A m¨ª, al saludarme, siempre me dice: "?Qu¨¦ pasa, huaso [paleto]? Y si me viera ac¨¢ en el campamento, me dir¨ªa: ?A qu¨¦ viene ac¨¢, a puro comer, ?verdad?". Su esposa, Elisabeth Segovia, estaba embarazada de una ni?a cuyo parto estaba previsto para esta semana pasada. Ariel le pidi¨® por carta que le pusiera Esperanza, el mismo nombre del campamento que se ha montado al pie de la mina.
Juan Carlos Aguilar
49 a?os y dos hijos. Su compa?era: "Quer¨ªa dejar la mina para pasar m¨¢s tiempo con la Carlita, nuestra hija. Y porque quer¨ªa tener otro hijo".
Su pareja, Cristy Coronado Vel¨¢squez, de 40 a?os, se?ala que en sus 19 a?os como minero, a Juan Carlos le ha tocado sacar a muchos amigos aplastados por planchones. "Quer¨ªa dejar la mina y trabajar haciendo fletes con una camioneta para pasar m¨¢s tiempo con la Carlita, nuestra hija", cuenta emocionada. "Y adem¨¢s, porque quer¨ªa tener otro hijo, un var¨®n. Yo le dec¨ªa que mientras trabajase en la mina, cero posibilidades".
Ren¨¢n ?valos
29 a?os. Llevaba solo cinco meses como minero. Procede de un verde valle de Valpara¨ªso.
El pueblo campero de donde ven¨ªan los ?valos no tiene nada que ver con la mina. En Colliguay, en Valpara¨ªso, Ren¨¢n pod¨ªa salir a montar cualquiera de los 12 caballos del padre. Cuando llegaba la temporada de soltar a los potros, caminaban durante dos o tres d¨ªas al lado de los animales en direcci¨®n a las praderas. Regresaban despu¨¦s a Colliguay. Y cuando, al cabo de cuatro meses, volv¨ªan para recogerlos, el campo ya se los hab¨ªa criado. Por eso, cada vez que le tocaba descanso, Ren¨¢n viajaba a su casa. El padre espera a los dos hijos al pie del yacimiento y se percibe desde lejos que est¨¢ fuera de su h¨¢bitat, que no le gusta ni la aridez del suelo, ni el ruido, ni el tr¨¢fico, ni el sabor del agua ni la comida.
Edison Fernando Pe?a
34 a?os, sin hijos. Su novia: "Era muy alegre, de cualquier situaci¨®n sacaba un chiste. Yo le consegu¨ª trabajo en la mina".
Se puede decir que Edison entre en esa mina por amor. Su pareja, Ang¨¦lica ?lvarez, de 43 a?os, es due?a de una pensi¨®n en Copiap¨®. "A ¨¦l lo enviaron desde Santiago a ejecutar un trabajo. Y lo conoc¨ª ah¨ª en mi casa, a finales de 2007. Era muy alegre, de cualquier situaci¨®n sacaba un chiste. Lo dej¨® todo en Santiago, pap¨¢, mam¨¢, hermanos, trabajo, para venirse conmigo. Yo le consegu¨ª trabajo en la mina". Ahora, en una carta, Edison le expresa a su novia el desaliento que vive entre tanta oscuridad. Estos son retazos de ese escrito.
-Tengo ansiedad y me dan ganas de correr.
Cuando quiero escapar mentalmente, te juro que me imagino que hacemos viajes. No s¨¦, playa, campo, todo, todo.
Quiero estar libre, quiero ver el sol.
Duermo poco, casi nada, me cuesta tener sue?o.
En otra le comenta sus dudas sobre el aire festivo que a veces se vive en la superficie de San Jos¨¦:
?No nos estaremos olvidando del real sentido, de lo que realmente nos convoca, que es el sacar lo m¨¢s pronto posible a esos 33 desafortunados (...)?
Nosotros somos los que estamos bajo tierra. Si nos falla el aire, imaginen. Si esto se derrumba, imaginen. Si alguien se accidenta gravemente, imaginen qu¨¦ hacemos aqu¨ª dentro con esa persona.
Podemos morir en cualquier momento por un derrumbe.
En el escrito que se reproduce aqu¨ª a la izquierda comienza con una pregunta directa: "No s¨¦ c¨®mo me puedes decir que quieras casarte conmigo. ?Ser¨¦ un buen partido?".
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