Expectativas
Espa?a se ha convertido en una democracia multipartidista cuyo rasgo esencial es que ya no se podr¨¢ gobernar sin pactos
Primero fue Podemos. En la segunda mitad de 2015, la palabra favorita de todos los medios y analistas pol¨ªticos era sorpasso. Iglesias hab¨ªa llegado para sustituir al viejo socialismo. Al final votamos dos veces seguidas para comprobar que no.
Despu¨¦s le lleg¨® el turno a Ciudadanos. El conflicto catal¨¢n le ofreci¨® la ventana de oportunidad que, en teor¨ªa, necesitaba para convertirse en el primer partido de centro que dominase la pol¨ªtica espa?ola. Hasta que result¨® que el PSOE estaba m¨¢s vivo de lo que parec¨ªa. La primera moci¨®n de censura exitosa en la historia de la democracia dej¨® a S¨¢nchez en La Moncloa, y tambi¨¦n encabezando las encuestas. Ahora es el PP quien cotiza al alza gracias a la inyecci¨®n de ideolog¨ªa y juventud recibida con el liderazgo de Casado, mientras los socialistas se atascan en el d¨ªa a d¨ªa del gobernar.
Claro, los partidos tienen incentivos para sobrevenderse cuando les va bien, m¨¢s en un entorno tan competitivo sin horizonte electoral claro. Igualmente, medios y analistas estamos embarcados (reconozc¨¢moslo) en un ciclo de noticias tan acelerado que se traduce en una campa?a electoral permanente. Lo curioso es la disociaci¨®n que se da en la mente de los votantes. Individualmente, las preferencias de la mayor¨ªa est¨¢n cada vez m¨¢s firmemente ancladas. Pero no asumimos que si las nuestras lo est¨¢n, las del vecino, tambi¨¦n. Nos zambullimos en una monta?a rusa de expectativas que solo nos deja en el mismo punto en el que est¨¢bamos.
A d¨ªa de hoy, lo ¨²nico que sabemos con certeza es que Espa?a se ha convertido en una democracia multipartidista cuyo rasgo esencial es que ya no se podr¨¢ gobernar sin pactos entre posiciones distintas en el eje izquierda-derecha. Pero mantenemos vivo el espejismo de que eso podr¨ªa cambiar radicalmente de hoy para ma?ana. Lo cual nos proporciona una dosis de adrenalina mientras pensamos que los nuestros pueden ser la nueva hegemon¨ªa. Pero despu¨¦s del subid¨®n de las expectativas llega el baj¨®n de la realidad. Ahora que el ¨²ltimo partido va a pasar por la monta?a rusa, tal vez se rompa esta ilusi¨®n, al mismo tiempo colectiva y encerrada en burbujas de sesgos propios. @jorgegalindo
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