La historia de las 15 canciones ¡°sucias¡± que se intentaron prohibir en Estados Unidos
A mediados de los ochenta, un grupo de mujeres preocupadas por los mensajes sexuales y violentos del pop y el rock iniciaron una ofensiva para censurarlas y triunfaron... a medias
Estamos en 1984. Muchas madres conservadoras fruncen el ce?o en casa cada vez que por la radio suena una canci¨®n que supera su umbral de la ofensa, que aparentemente tienen muy bajo. Pero hay cuatro de ellas que son importantes, esposas de hombres metidos en pol¨ªtica y ep¨ªtome de la dama elegante con poder en Washington: peinados cuidados y arquitect¨®nicos, ropa elegante y pulcra, pendientes de oro, collar de perlas. Las mujeres son Tipper Gore (esposa del senador Al Gore, posteriormente vicepresidente de Clinton y candidato a la presidencia en 2000, que perdi¨® contra George W. Bush), Susan Baker (esposa del Secretario del Tesoro de los Estados Unidos, James Baker), Pam Howar (esposa del magnate inmobiliario Raymond Howard) y Sally Nevius (esposa del abogado metido en pol¨ªtica John Nevius).
¡°Las peticiones de la PMRC son una tonter¨ªa mal concebida que no trae beneficios reales a los ni?os, infringe las libertades civiles de las personas que no son ni?os y va a mantener a los tribunales ocupados durante a?os¡± Frank Zappa
Las cuatro deciden formar una asociaci¨®n llamada Parents Music Resource Center (PMRC), que se traduce como Centro de Informaci¨®n Musical para Padres. ¡°Lo empec¨¦ porque un d¨ªa mi hijo de siete a?os lleg¨® a casa cant¨¢ndome una letra de Madonna y pregunt¨¢ndome qu¨¦ significaba¡±, cont¨® Susan Baker.?La canci¨®n era Like a virgin. Tipper Gore, por su parte, tuvo su momento de revelaci¨®n cuando decidi¨® regalar a su hija la banda sonora de Purple rain, de Prince. Un gran error para una madre tan preocupada por el decoro: la pel¨ªcula a la que pertenec¨ªa esa banda sonora hab¨ªa sido calificada en los cines norteamericanos como R (¡°restricted¡±), o sea, para mayores de 18 a?os. En la banda sonora de Purple rain estaba la canci¨®n Darling Nikki, que empieza as¨ª: ¡°Conoc¨ª a una chica llamada Nikki, se podr¨ªa decir que era una adicta al sexo./ Me la encontr¨¦ en el vest¨ªbulo de un hotel masturb¨¢ndose con una revista¡±.
Gore, Baker, Howard y Nevius, cada una con su propia historia de terror dom¨¦stico por lo que sus hijos hab¨ªan escuchado en la radio, decidieron comenzar una campa?a y enviaron misivas a la RIAA (la asociaci¨®n de la industria discogr¨¢fica de Estados Unidos) y a m¨¢s de cincuenta compa?¨ªas discogr¨¢ficas. En ellas ped¨ªan, o bien que dejasen de producir m¨²sica con mensajes tan nocivos para los menores, o bien que creasen una clasificaci¨®n como ya exist¨ªa en el cine para que los padres supiesen si un disco era apto o no para que lo escuchase un menor.
Hasta aqu¨ª todo pod¨ªa tener sentido. Indicar a los padres si un disco era o no adecuado para los o¨ªdos de un ni?o era una decisi¨®n que podr¨ªa entender el m¨¢s libertario. Pero entonces la PMRC se sac¨® de la manga algo que ha quedado para los anales de la infamia en la historia de la m¨²sica y la libertad de expresi¨®n: la lista de ¡°las quince sucias¡±.
¡°Las quince sucias¡± (o ¡°the filthy fifteen¡±) es la lista que conformaban quince canciones que Gore, Baker, Howard y Nevius consideraban nocivas para los menores. Eran las siguientes:
Darling Nikki, de Prince
Sugar walls, de Sheena Easton (tambi¨¦n compuesta por Prince)
Eat me alive, de Judas Priest
Strap on ¡®Robbie Baby, de Vanity
Bastard, de M?tley Cr¨¹e
Let me put my love into you, de AC/DC
We¡¯re not gonna take it, de Twisted Sister
Dress you up, de Madonna
Animal (Fuck like a beast), de W.A.S.P.
High ¡¯n¡¯ Dry (Saturday Night), de Def Leppard
Into the coven, de Mercyful Fate
Trashed, de Black Sabbath
In my house, de Mary Jane Girls
Possessed, de Venom
She bop, de Cyndi Lauper
La lista resultaba, sencillamente, delirante. Estaba formada por artistas de pop de primera l¨ªnea que vend¨ªan cantidades millonarias de discos y bandas de heavy metal o rock duro, algunas tan conocidas como AC/DC o Black Sabbath. La letra de Sugar walls, de Sheena Easton, es pura simbolog¨ªa: esas ¡°paredes de az¨²car¡± se refieren a la vagina, s¨ª, y la letra es una invitaci¨®n abierta al amante para que las visite. Pero a esa conclusi¨®n solo podr¨ªa haber llegado un adulto. Ante un ni?o, Sugar walls dibuja un paisaje de caramelo y fantas¨ªa casi digno de Disney.
La letra de Dress you up, de Madonna, habla, para el oyente casual, de moda. Madonna compara su amor con el calor y el tacto que da la ropa cara ¡°hecha a medida en Londres¡±, por ejemplo. Enfrentada a lo que puede cantar hoy una artista que triunfe entre los adolescentes es puro naif. Tambi¨¦n She bop, de Cyndi Lauper, es todo eufemismo: habla de la masturbaci¨®n, s¨ª, pero la letra es casi inescrutable para alguien que la escuche sin saber ese dato de antemano. Much¨ªsimo menos un menor.
El resultado de todo esto es que estas canciones ganaron m¨¢s popularidad de la que ya ten¨ªan. She bop hab¨ªa sido n¨²mero tres en las listas de sencillos estadounidenses en 1984. Sugar walls fue n¨²mero nueve ese mismo a?o. En 1985, despu¨¦s de haber sido incluida en la lista de ¡°las quince sucias¡±, Dress you up, de Madonna, lleg¨® al cinco (todo un logro para una canci¨®n que era ya el quinto sencillo extra¨ªdo del ¨¢lbum Like a virgin).
M¨¢s parad¨®jico es lo que ocurri¨® con las canciones de heavy metal, de letras y t¨ªtulos much¨ªsimo m¨¢s expl¨ªcitos que esos inocentes caramelos pop: estar incluidas en la lista de ¡°las quince sucias¡± les sirvi¨® como plataforma y altavoz. La de Judas Priest, por ejemplo, Eat me alive (C¨®meme vivo) narra una sesi¨®n de sexo: "Suena como un animal./ Jadeando r¨ªtmicamente./ Gimiendo en la zona de placer./ Jadeando por el calor".
¡°Estoy convencido de que una de las razones por las que el rock metalero tuvo un ascenso tan fulgurante en los ochenta fue porque la PMRC les prest¨® atenci¨®n¡±, declarar¨ªa m¨¢s tarde un popular pinchadiscos de Washington, Cerphe Cowell.?
Las cuatro fundadoras de la PMRC iniciaron una gira por Estados Unidos que culmin¨® con una audiencia p¨²blica en el Senado que se convirti¨® en un aut¨¦ntico show: las respetabil¨ªsimas Susan, Pam, Sally y Tipper, vestidas como las esposas de Las pose¨ªdas de Stepford, compartiendo tribuna con el roquero Dee Snider, l¨ªder de Twisted Sister ¨Cuno de los grupos incluidos en la lista de ¡°las quince sucias¡±¨C y su camiseta negra sin mangas, cruz al cuello, pelo largo y alborotado y ojos con sombra de maquillaje oscuro. ¡°No han entendido ustedes mi disco ¨Cafirm¨®¨C. ?Hablaba del miedo a la cirug¨ªa!¡±, dijo Dee Snider.
El momento en que Frank Zappa le pide a un periodista que "bese su culo" en un debate en la CNN.
Estados Unidos asist¨ªa dividido y asombrado a este juicio a la cultura popular, un nuevo intento de higienizaci¨®n y blanqueamiento de la cultura que recordaba peligrosamente a la guerra abierta contra los c¨®mics que en los a?os cincuenta inici¨® el sombr¨ªo psiquiatra Fedric Wertham con su libro La seducci¨®n de los inocentes.
Muchos de los artistas que fueron objetivo de la PMRC en su lista siguieron cosechando ¨¦xitos (algunos en la actualidad, como Madonna o AC/DC), pero otros se quejaron de sufrir problemas con sus compa?¨ªas o de recibir incluso amenazas de muerte por parte de grupos ultraconservadores
De nuevo los ni?os eran utilizados para que la sociedad depurase sus propios complejos. El roquero Frank Zappa, que tambi¨¦n particip¨® en la audiencia en el Senado, defendi¨® la libertad de expresi¨®n de los m¨²sicos y afirm¨® que las peticiones del PMRC ¡°son equivalentes a tratar la caspa decapitando al que la sufre¡±. A?adi¨® que eran ¡°una tonter¨ªa mal concebida que no trae beneficios reales a los ni?os, infringe las libertades civiles de las personas que no son ni?os y va a mantener a los tribunales ocupados durante a?os¡±. A favor de la libertad en la m¨²sica tambi¨¦n testific¨® el malogrado cantante John Denver, que falleci¨® en un accidente de avi¨®n en 1997 con solo 53 a?os.
El debate, como siempre ocurre, salt¨® a la televisi¨®n. Zappa fue una de las presencias m¨¢s habituales en los debates organizados en cadenas como la CNN. Durante uno de ellos le espet¨® a un periodista del Washington Post cr¨ªtico con su postura: ¡°?Por qu¨¦ no me besas el culo?¡±. El momento, tal vez el m¨¢s simb¨®lico y recordado de todo aquel circo medi¨¢tico, tiene hoy un mill¨®n y medio de visionarios en YouTube.?
Como resultado, el Senado aprob¨® que a partir de entonces los discos que incluyesen lenguaje expl¨ªcito (un ¡°fuck¡± ya lo hac¨ªa expl¨ªcito) o contenido ¡°ofensivo¡± en sus letras llevasen una se?al en su portada. Se trata del famoso ¡°Parental Advisory: Explicit Content¡± (Aviso para los padres: contenido expl¨ªcito) que muchos de los discos que tenemos en casa llevan en su portada. Y mientras muchos de los artistas que fueron objetivos de la PMRC en su lista siguieron cosechando ¨¦xitos (algunos en la actualidad, como Madonna), otros se quejaron de sufrir problemas con sus compa?¨ªas o de recibir incluso amenazas de muerte por parte de grupos ultraconservadores.?
Tipper Gore continu¨® con una carrera pol¨ªtica que, curiosamente, no obedece a esa imagen de mujer ultraconservadora que dio durante sus d¨ªas en la PMRC (que, por cierto, fueron brillantemente parodiados en Los Simpson en aquel episodio en el que Marge se un¨ªa a un grupo de madres indignadas que quer¨ªan prohibir la serie de dibujos Rasca y pica): Gore cre¨® y apoy¨® campa?as para concienciar sobre las enfermedades mentales, los sintecho, la comunidad LGTB y la lucha contra el sida.
La PMRC se disolvi¨® a mediados de los noventa y la se?al de ¡°Parental Advisory¡± est¨¢ casi obsoleta hoy, en un momento en que el formato f¨ªsico en la m¨²sica apenas tiene circulaci¨®n. Eso s¨ª, en medios como Spotify, los avisos contin¨²an. Cada canci¨®n expl¨ªcita lleva un aviso junto a su nombre y los padres pueden configurar la cuenta de sus hijos para que no puedan escuchar este tipo de canciones.?La compa?¨ªa aclara, eso s¨ª, que esa etiqueta se la aplica la compa?¨ªa discogr¨¢fica due?a de los derechos del tema, no ellos, e incluye una opci¨®n para?reportar canciones que no est¨¦n se?aladas como expl¨ªcitas, pero los padres consideren poco apropiadas.
Por cierto: de todas las canciones que formaban parte de la lista de ¡°las quince sucias¡±, solo una de ellas, Animal (Fuck like a beast), de WASP, tiene hoy la se?al de ¡°expl¨ªcita¡± en Spotify. La forma de consumir m¨²sica ha cambiado y, aparentemente, nuestro umbral de la ofensa tambi¨¦n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.