Decir la verdad ha quedado desfasado y no genera ¡®likes¡¯
Si la mentira se convierte en el pilar de la comunicaci¨®n pol¨ªtica, los ciudadanos terminan por desconfiar de todo
"La verdad no es verdad". As¨ª se despach¨® el domingo en una cadena de televisi¨®n el exalcalde de Nueva York ¡ªy activo partidario de Donald Trump¡ª Rudolph Giuliani en una prestigiosa tertulia pol¨ªtica semanal que de pronto pareci¨® transformarse en una calle de Atenas del siglo IV antes de Cristo.
Comentaba Giulani los vericuetos de los esc¨¢ndalos que rodean al mandatario estadounidense. Sobre si hizo o no hizo qu¨¦, habl¨® o no habl¨® con, o pag¨® o no pag¨® a. En un momento dado, asegur¨® que lo que expon¨ªa otra persona no era verdad, sino la versi¨®n de la verdad de alguien. Entonces, el director de pol¨ªtica de la cadena NBC, Chuck Todd, le interrumpi¨® con un ¡°la verdad es la verdad¡±. Todd (46 a?os) es un antiguo que no ha entendido el signo de los tiempos, no como Giuliani (74 a?os), quien contest¨® impasible: ¡°No, eso no es cierto. La verdad no es verdad¡±.
Qu¨¦ es la verdad es una cuesti¨®n tan vieja como la historia del mundo, pero, lejos de ser una reflexi¨®n te¨®rica de departamento universitario ¡ªo de barra de bar a altas horas de la madrugada¡ª, es un asunto que convendr¨ªa al menos intentar aclarar cuando antes. Por ejemplo, la sacralidad de los hechos ¡ªjunto a la libertad de las opiniones¡ª ha sido la base constitucional del periodismo en los pa¨ªses gobernados por democracias durante casi cien a?os. ?Sigue vigente? La crisis de este oficio tal vez no tenga solo que ver con el modelo empresarial y los nuevos soportes. Es una discusi¨®n que aparece en todos los ¨¢mbitos, desde la poes¨ªa con su machadiano ¡°?Tu verdad? No, la Verdad, y ven conmigo a buscarla. La tuya, gu¨¢rdatela¡± hasta Pilatos en el Evangelio cuando se dirige a Cristo con un ¡°?Qu¨¦ es la verdad?¡±, que, lejos de esperar respuesta, augura lo que est¨¢ a punto de pasar.
Giuliani ha dado en el clavo, seguramente sin querer, al reconocer ante millones de espectadores que la verdad ya no es el argumento definitivo. Lo que importa es la interpretaci¨®n y el apoyo inmediato e irreflexivo que esta tenga en ese term¨®metro trucado que es Internet. Parte del equipo del actual presidente de EE?UU ¡ªy evidentemente hablamos del jard¨ªn del vecino para no mirar en el propio¡ª ya hab¨ªa tenido otra brillante aportaci¨®n al tema con la expresi¨®n ¡°hechos alternativos¡± aplicada al n¨²mero de asistentes en la toma de posesi¨®n de Trump. Parece ser que los n¨²meros ¡ªneutros ellos¡ª por s¨ª solos ya no bastan.
Los conceptos de verdad y mentira no son relativos. Algo es o no es. Esta perogrullada parece que ha dejado de ser evidente en la era de la posverdad. Si la mentira se convierte en el pilar de la comunicaci¨®n pol¨ªtica, los ciudadanos terminan por desconfiar de todo. Una cosa es discrepar sobre los hechos y hasta equivocarse. Eso es un error. Pero otra es establecer un sistema de comunicaci¨®n organizado y permanente basado en la mentira. Que le pregunten a quienes viven en una dictadura qu¨¦ sucede cuando esa pr¨¢ctica se traslada al ¨¢mbito judicial.
La cuesti¨®n ya no es hasta d¨®nde ha llegado la mentira, sino si la pol¨ªtica es capaz de asumir la verdad como categor¨ªa para su estructura. Deber¨ªa hacerlo o se destruir¨¢ y arrastrar¨¢ en su ca¨ªda un modelo de vida de, m¨¢s o menos, libertades ciudadanas. Un pol¨ªtico al que le llaman mentiroso tendr¨ªa que indignarse con absoluta sinceridad. Pero apenas llegan a esbozar una media sonrisa.
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