Animalitos
No olvido a ese rupestre concejal derechista que organizaba cacer¨ªas de gatos y se los colgaba a la cintura
Veraneo en una localidad de la costa mediterr¨¢nea. Disfruto del mar y de los buenos alimentos. Tambi¨¦n cada a?o temo encontrarme con escenas pat¨¦ticas: una vieja pastora alemana ha sido abandonada; no se mueve; el pelo se le cae. Otro perro corre enloquecido por la carretera. Dos chuchillos sucios se colocan junto a las mesas de un chiringuito. Un perro me sigue hasta perder la esperanza: a m¨ª se me hace un bolo en el est¨®mago. Una cr¨ªa de flamenco se despista de la bandada y la rescato de una criatura que quiere darle en la cabeza con un palo. No olvido a ese rupestre concejal derechista que organizaba cacer¨ªas de gatos y se los colgaba a la cintura. Trofeos. Aunque intento bloquear estas im¨¢genes, no quiero justificarme por ellas argumentando que hay problemas m¨¢s acuciantes.
No soy vegana. No votar¨¦ al PACMA. Ni siquiera s¨¦ si soy pacifista. Mi sensibilidad espiritual es cuestionable y a menudo abomino de la vida interior en la literatura. Pienso que los animales humanizados de las pel¨ªculas de Disney ofrecen de ellos una visi¨®n ?o?a y terrible: asign¨¢ndoles virtudes humanas tambi¨¦n les asignan vicios humanos que nos hacen matar a las fieras con odio o susurrarles mimitos que no dir¨ªamos a nuestros amores sapiens sapiens. Calzar con patucos a los husky para que no se quemen las patitas en los centros comerciales de Port Bonifacio. Ni calvos ni con dos pelucas. A mi gata le hablo con una dulzura que pocos reconocen en m¨ª: mi gata fue recogida ¡ªsecuestrada¡ª de la calle por pena; quiz¨¢ habr¨ªa sido m¨¢s feliz ¡ª?esa es la palabra?¡ª de gata vagabunda, aunque me cuesta creerlo cuando la veo comer latitas de asalmonada mousse. Cuando ma¨²lla, la traduzco. Hay perros capaces de diagnosticar el c¨¢ncer con su olfato. Las mascotas aminoran el estr¨¦s.
Este a?o, un perro ha sido encontrado fam¨¦lico, atado, sin agua ni comida en una finca. Se le doblaban las patas. En el lugar donde veraneo una turista inglesa sol¨ªa poner bebederos para los animales en un callej¨®n. Los vecinos han amenazado con denunciarla. No quieren que sus porches huelan a pis, pero les divierten los v¨ªdeos de gatitos y compran a sus nietas mochilas de Hello Kitty. La inglesa me recuerda la frase de Gandhi: ¡°La grandeza y el progreso moral de una naci¨®n se miden por c¨®mo trata esta a los animales¡±. Yo seguir¨¦ comiendo vacas sagradas hasta que mi colesterol diga no, asumir¨¦ mis contradicciones y sentir¨¦ un bolo en el est¨®mago cada vez que intuya cunas de gatitos dentro de un saco para arrojarlas al agua. Somos m¨¢s salvajes que las fieras.
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