La guerra (sucia) de los lazos amarillos
Los mensajes sobre los presos forman parte de una estrategia para desacreditar la democracia espa?ola
La estrategia de los lazos ha sido, una vez m¨¢s, un ¨¦xito del independentismo en la fractura de la sociedad catalana. Ciudadanos ha recorrido hoy Alella, un pueblo de 9.000 habitantes, para quitar lazos entre gritos de ?fascistas! y ?fuera, fuera!, y esta tarde se concentraba en Barcelona tras la agresi¨®n a una mujer por retirar lazos. El juez ha dictado orden de alejamiento contra el agresor, a pesar de que son vecinos en portales muy pr¨®ximos. Dato simb¨®lico: ella denunci¨® ante la Polic¨ªa y ¨¦l ante los Mossos. As¨ª va calando la divisi¨®n. Cuando Borrell mencion¨® la espiral de enfrentamiento civil, hubo esc¨¢ndalo como si violase la omert¨¢ de una sociedad pac¨ªfica. Pero ?a qu¨¦ apelaba Torra cuando reclamaba actuar "como un solo pueblo contra el fascismo" para frenar a la oposici¨®n a los lazos?
Hay quien ha querido restar importancia a los lazos como mera simbolog¨ªa, bajo la sagrada libertad de expresi¨®n, del leg¨ªtimo sentimiento independentista. Esa clase de neutralidad, m¨¢s o menos ingenua, m¨¢s o menos equidistante, ha sido siempre determinante para los ¨¦xitos nacionalistas. La exhibici¨®n de los lazos no es precisamente sentimental. Su funci¨®n es doble: la ocupaci¨®n del espacio p¨²blico y la consolidaci¨®n del imaginario de los presos pol¨ªticos. No caben ingenuidades con eso. Son dos objetivos corrosivos.
La ocupaci¨®n del espacio p¨²blico con los lazos amarillos ¡ªplazas sembradas, playas llenas de cruces, puentes plastificados¡ª ha ido acompa?ada por una institucionalizaci¨®n desde la fachada de edificios p¨²blicos relevantes hasta las iglesias y centros culturales. Ah¨ª no ha faltado Colau. En cientos de ayuntamientos, como Alella, cuelga con el lema "Libertad presos pol¨ªticos". En Vic suena por megafon¨ªa oficial. Las instituciones se han volcado renunciando a su funci¨®n: no representan a la sociedad, sino a una mitad y adem¨¢s contra la otra mitad. Aunque las urnas reflejen que existe divisi¨®n, el mensaje es la calle es nuestra. Un eslogan por cierto muy fraguista. Las actitudes fascistas, seg¨²n la m¨¢xima orwelliana ap¨®crifa, tienden a disfrazarse de antifascismo.
El mensaje de los presos pol¨ªticos va unido a la estrategia de desacreditar a los tribunales espa?oles ¡ªla demanda manipulada contra Llarena opera ah¨ª¡ª y, en definitiva, desacreditar la democracia espa?ola como Estado de derecho. Resulta tan notoria la falsedad como eficaz. Y ha servido para la internacionalizaci¨®n, con propagandistas como Pep Guardiola. El lazo amarillo tiene una fuerte tradici¨®n en el mundo anglosaj¨®n (la popular canci¨®n She wore a yellow ribbon, que dio t¨ªtulo al western aqu¨ª traducido La legi¨®n invencible, procede de la guerra civil inglesa y ha sido habitual entre las tropas estadounidenses o en crisis como la toma de rehenes en la embajada de Ir¨¢n) y tambi¨¦n los emplean numerosos movimientos democr¨¢ticos en diversos pa¨ªses asi¨¢ticos, de China a Filipinas. La apuesta es ganadora. Se han utilizado ingentes recursos, con apoyo p¨²blico, para amarillear Catalu?a.
Esa estrategia de ocupaci¨®n del espacio p¨²blico va unida al mensaje fraudulento de un sol poble. Quien se opone, es anticatal¨¢n. As¨ª se impone una mitad a la otra, demonizando a quienes quitan lazos, con los Mossos por momentos en funciones de polic¨ªa pol¨ªtica para amedrentarlos. Otras veces se blanquea ese acoso recordando que no es lo mismo poner lazos (mensaje positivo) que retirarlos (negativo). ?Quiz¨¢ quitar lazos puede ser quiz¨¢ m¨¢s parecido a pitar el himno espa?ol o al monarca e incluso quemar fotograf¨ªas de ¨¦ste? En todo caso, no cabr¨ªa medir fuerzas. Los no independentistas nunca podr¨ªan competir en recursos o en apoyo p¨²blico con quienes llenan Catalu?a de lazos.
Es dif¨ªcil descreer de la tesis expuesta por Jordi Amat en el libro colectivo Anatom¨ªa del proc¨¦s: la tercera fase de ¨¦ste ya no es de legitimaci¨®n sino destructiva antes que constructiva, y consiste en degradar la calidad democr¨¢tica del Estado espa?ol "y as¨ª poder romperlo una vez carcomido". La estrategia puigdemon¨ªaca desplegada por su vicario Torra ha tenido ¨¦xito en esta guerra (sucia) de los lazos. Las cosas se est¨¢n haciendo mal a conciencia. En esa estrategia, el secuestro del espacio p¨²blico y el clima de hostilidad no son una sorpresa.
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