A mi hija Livia
De un encuentro inesperado surgi¨® una amistad que permiti¨® al violinista recuperar una ¡®viola d¡¯amore¡¯ que volver¨¢ a sonar entre sus manos.
HOY TE QUIERO CONTAR una historia m¨¢gica, de las que tanto te gustaban de ni?a. No frunzas el ce?o, dame una oportunidad, sigue leyendo. Una ma?ana en Par¨ªs iba hacia mi habitual lutier de Rue de Rome cuando me llam¨® la atenci¨®n La Petite Boutique des Violons. Tard¨¦ 30 segundos en descubrir en una de las estanter¨ªas, apenas visible, lo que parec¨ªa una viola d¡¯amore. Tengo una debilidad por ese instrumento, como la ten¨ªa Vivaldi. Apenas m¨¢s grande que un viol¨ªn, tiene seis cuerdas superiores y otras seis situadas bajo el puente que vibran por simpat¨ªa. Su timbre es muy peculiar, casi sobrenatural, de ah¨ª su nombre. Parec¨ªa muy peque?a, y me dije que probablemente ser¨ªa italiana y no alemana. Una rareza. La manilla de la puerta de lat¨®n bru?ido con forma de ala de ¨¢ngel desencaden¨® un ruido de campanillas y entr¨¦ en la oscuridad de la tienda, donde imperaba un caos de objetos variopintos, esqueletos de animales marinos, collares diminutos y polvorientos que pertenecieron a ni?as de otro siglo. El propietario estaba conversando con alguien sentado en una butaca y levant¨® apenas la vista al verme. Le pregunt¨¦ por la viola d¡¯amore y me dijo con cierta irritaci¨®n que ese instrumento no estaba a la venta. Pertenec¨ªa a su colecci¨®n privada, pero como insist¨ª en que solo quer¨ªa verla, la sac¨® de la estanter¨ªa y la puso en mis manos. ?Qu¨¦ emoci¨®n! ?Lo vi enseguida! ?Intacta! El puente, el cordal, las peque?as y delicadas clavijas hechas a mano, incluso las oxidadas cuerdas, hab¨ªan surcado el tiempo sin sufrir ninguna transformaci¨®n, libres de las manipulaciones que la mayor¨ªa de los instrumentos padecieron en el siglo XIX. Ella se hab¨ªa deslizado m¨¢gicamente desde el siglo XVIII hasta mis manos sin alteraciones.
No pod¨ªa soltarla, me qued¨¦ inm¨®vil ante la mirada inquieta del propietario, que pretend¨ªa volver a colocarla en su sitio. Para romper el inc¨®modo silencio, me pregunt¨® para qu¨¦ la quer¨ªa: ¡°No es un instrumento que se toque mucho y tampoco tiene mucho mercado¡±. Le dije que yo tocaba la viola d¡¯amore, de hecho hab¨ªa realizado varias grabaciones con el instrumento. La curiosidad se ley¨® entonces en su rostro y me pregunt¨® mi nombre. Al escucharlo, ech¨® con dulzura a su interlocutor y cerr¨® la puerta de la tienda poniendo el cartel de ¡°Ferm¨¦¡±. Sac¨® una botella de vino y un par de vasos. Fue el comienzo de una bella amistad (sabes lo que me gusta Casablanca).
Pierre (as¨ª se llama) me habl¨® entonces de su pasi¨®n por algunas de mis interpretaciones y me ense?¨® todas las piezas de su maravillosa colecci¨®n privada; hablamos de m¨²sica y de vino, de su vida y de la m¨ªa sin reparar en las manillas del reloj. De repente, me pregunt¨®: ¡°?Te gustar¨ªa tocar mi viola d¡¯amore? Si esa es tu intenci¨®n, es tuya¡±. Y es m¨ªa. Por un precio irrisorio, Pierre decidi¨® ced¨¦rmela, solo por el placer de que pudiera sonar de nuevo. La tiene mi lutier de Parma, que la restaura con infinito cuidado y respeto. Pasar¨¢n meses antes de que pueda tenerla de nuevo en mis manos y o¨ªr por fin su voz. Cuento los d¨ªas. Como dec¨ªa Baudelaire: ¡°A veces encontramos un viejo frasco que se recuerda / del que surge viv¨ªsima un alma que resucita¡±. Y eso es magia.
S¨¦ que est¨¢s en una edad incierta, que te irrita todo lo que amo, que has descubierto que las verdades que te ense?amos solo son verdades a medias, los amigos, el amor y la vida no son como esperabas. S¨¦ que, de alguna manera, te sientes enga?ada. ?Algo asustada, quiz¨¢? Pero la poes¨ªa no es cosa de todos los d¨ªas, hay que invocarla, cuidarla como un tesoro. Como cuando eras peque?a y recitabas versos improvisados a los dioses paganos y cre¨ªas en ello profundamente. Hay que creer sin dejarse amedrentar por la realidad. Cultiva tus pasiones, s¨¦ m¨¢s exigente contigo misma que con los dem¨¢s, busca lo bueno y lo bello. La suerte existe, pero no se puede contar con ella. Por cierto, ?sabes que Pierre estaba de vacaciones y abri¨® La Petite Boutique des Violons ese d¨ªa, solo ese d¨ªa de julio? Sabes que soy un hombre con suerte. Para m¨ª, el camino ha sido un di¨¢logo con el pasado, el eco de voces silenciosas que nos une. Me pregunto cu¨¢l ser¨¢ el tuyo. Ya me contar¨¢s.?
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