?Qu¨¦ suerte tienen los delincuentes cat¨®licos!
El confesor borra los pecadillos del historial personal. No quedan antecedentes penales tras rezar varias avemar¨ªas
Los cat¨®licos suelen sentir la tranquilidad de pertenecer a la ¨²nica religi¨®n verdadera ¡ªcreen, luego para ellos as¨ª es¡ª e hist¨®ricamente han tenido la ventaja de poder pecar siempre que luego visiten el confesionario para pasar la bayeta. All¨ª, el confesor les aguarda como un decidido M¨ªster Proper dispuesto a trasladar el perd¨®n divino que borra los pecadillos del historial personal. No quedan antecedentes penales tras rezar varias avemar¨ªas.
Con el tiempo los cat¨®licos empiezan a percibir tambi¨¦n, sin embargo, algunas desventajas. Muy serias. La Iglesia cat¨®lica mantiene un machismo institucional prefeudal, al excluir a la mujer de cualquier ¨¢mbito de la jerarqu¨ªa y relegar su entrega a la carrera monjil. Ellas barren y limpian estupendamente durante los c¨®nclaves de cardenales-hombres en Roma reunidos para elegir a sus Pont¨ªfices-hombres. Hasta en los peores momentos del absolutismo, donde las mujeres no ten¨ªan ni por asomo capacidad de elegir ni decidir gran cosa, hubo reinas en las coronas de Europa. Algunas, brillantes.
Tambi¨¦n para los hombres hay desventajas. El celibato es un voto obligatorio, tanto como la pobreza y la obediencia. Pero reconozcan que la ecuaci¨®n es, si no perfecta, muy ventajosa: prometen sus votos a Dios y en lo posible cumplen, pero cualquier desv¨ªo del camino encuentra su perd¨®n en el confesionario. La misericordia es un hallazgo.
La Conferencia Episcopal de Australia nos lo ha recordado esta semana: los confesores no pueden ser forzados a revelar delitos ¡ªdelitos, s¨ª¡ª conocidos durante la confesi¨®n al considerar que eso ¡°va contra la fe y la libertad religiosa¡±. La negativa desoye las instrucciones de la comisi¨®n gubernamental que investiga casos de pederastia y que ha averiguado que el 7% de los sacerdotes que trabajaban en Australia entre 1950 y 2010 est¨¢n implicados en abusos sexuales. En algunos lugares la cifra ha llegado al 15%.
El derecho can¨®nico, ciertamente, considera el secreto de confesi¨®n una cuesti¨®n inviolable so pena de excomuni¨®n. Te¨®ricamente se trata de respetar el secreto del pecador, no del cura. Y las legislaciones civiles de pa¨ªses tradicionalmente cat¨®licos suelen conceder una dispensa a los religiosos para que puedan cumplir con su obligaci¨®n can¨®nica. Pero hay algo que deber¨ªan tener en cuenta: el derecho penal, y no el can¨®nico, es el que rige las normas de las que nos hemos dotado para proteger a las v¨ªctimas de cr¨ªmenes y perseguir a los delincuentes. Trabajar por esa protecci¨®n deber¨ªa concernirles.
La jerarqu¨ªa cat¨®lica no solo est¨¢ desoyendo el clamor de una sociedad que ya no est¨¢ dispuesta a callar y que exige justicia penal, y no divina, sino que adem¨¢s y sobre todo est¨¢ perdiendo la batalla moral. Hoy defiende el secreto de confesi¨®n con la misma convicci¨®n con la que ha practicado el encubrimiento y traslado de sacerdotes involucrados en abusos. Los informes sobre pederastia en Irlanda, Boston, Pensilvania o Australia desbordan al Vaticano, que a¨²n no ha sabido reaccionar.
Tienen suerte los delincuentes cat¨®licos que pueden confesar y quedar indemnes. No tanta sus v¨ªctimas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.