Verdecitos

Desde junio pasado y hasta principios de agosto fui imb¨¦cil: cre¨ª. En junio, la C¨¢mara de los Diputados de Argentina aprob¨® la legalizaci¨®n del aborto. La ley deb¨ªa tratarse en el Senado, cosa que sucedi¨® el 8 de agosto. Ese d¨ªa 38 senadores votaron en contra, 31 a favor, y la ley fue rechazada. Como el aborto es la primera causa de muerte materna en mi pa¨ªs, y las mujeres no dejar¨¢n de abortar, se concluye que los senadores no votaron en contra del aborto legal sino a favor de que sigan muriendo mujeres. La noche de la votaci¨®n fue b¨¢ltica. Desde el fondo del cielo ca¨ªan una lluvia ceremonial y azotes de un viento negro. A pesar de eso, miles de personas hicieron vigilia en la calle esperando el resultado, que se conoci¨® muy tarde. Entre ellas, cientos de chicos y chicas de 14 o 15 a?os con las mejillas, los labios, los pelos pintados de verde, el color de quienes apoyan la legalizaci¨®n. Eran, en su mayor¨ªa, de clases medias y medias altas. Personas que, de necesitarlo, podr¨ªan pagar un aborto seguro, pero no estaban all¨ª ¡ªsolo¡ª por ellos, sino por las mujeres que, carentes de otros medios, terminan muertas o esterilizadas en charcuter¨ªas clandestinas. Cuando se supo el resultado, Gabriela Michetti, vicepresidenta del pa¨ªs y presidenta del Senado, fren¨¦tica opositora a la ley, dio por terminada la sesi¨®n. Despu¨¦s, sin percibir que su micr¨®fono segu¨ªa abierto, celebr¨® con un grito que escucharon todos: ¡°?Vamos todav¨ªa! ?Vamos!¡±. Contenta por el rechazo de una ley cuyo efecto inmediato era que seguir¨ªan muriendo sus hermanas. En la calle, personas de 14 a?os ped¨ªan por algo que no necesitaban para proteger derechos ajenos. Sol¨ªamos tener un nombre para eso que consist¨ªa en reclamar, desde un lugar de privilegio, los derechos de quienes no los tienen. Yo, harta, he decidido olvidar esa palabra. Pero la vicepresidenta y sus 38 senadores no la conocieron jam¨¢s.