La ciencia perdida en el incendio del Museo Nacional de Brasil
El fuego ha afectado a la primera instituci¨®n cient¨ªfica de Brasil, que albergaba el f¨®sil m¨¢s antiguo de Am¨¦rica y registros no digitalizados de lenguas nativas que ya no existen
Entre las cenizas del Museo Nacional, en R¨ªo de Janeiro, consumido por las llamas el pasado domingo por la noche, hay m¨¢s que restos de f¨®siles, cer¨¢micas y especies raras. El museo albergaba, entre sus m¨¢s de 20 millones de piezas, los esqueletos que conten¨ªan las respuestas de preguntas que los investigadores brasile?os todav¨ªa no hab¨ªan respondido, o ni siquiera formulado. Y el incendio puede haber callado para siempre palabras y cantos ind¨ªgenas ancestrales, de lenguas que ya no existen en el mundo.
Tres d¨ªas despu¨¦s del incendio que quem¨® el edificio de 200 a?os que albergaba la primera instituci¨®n cient¨ªfica de Brasil, todav¨ªa no se sabe exactamente qu¨¦ se ha perdido y qu¨¦ se ha salvado. Pero el ambiente entre profesores y alumnos es de pesimismo: conviven con la posibilidad de que su objeto de estudio se haya convertido en polvo.
Una de las mayores preocupaciones es el material recogido en el yacimiento arqueol¨®gico de Lagoa Santa, en el estado de Minas Gerais, considerado de fundamental importancia para entender el origen de los pueblos americanos prehist¨®ricos. El museo ten¨ªa el mayor acervo del mundo recogido en ese estado: unos 200 individuos fosilizados que integraban lo que los investigadores denominan ¡°el grupo de Luzia¡±, en referencia al nombre dado al m¨¢s antiguo esqueleto jam¨¢s encontrado en Am¨¦rica, descubierto en 1974 y con una edad aproximada de 11.500 a?os.
Luzia era la joya de la corona del museo. Su descubrimiento abri¨® las puertas a una serie de hip¨®tesis sobre la colonizaci¨®n del continente. Estudios realizados con su cr¨¢neo en los 80 por el profesor Walter Neves indicaron que los primeros nativos de Am¨¦rica posiblemente ten¨ªan origen africano. Los rasgos de Luzia se parec¨ªan poco a los de los ind¨ªgenas brasile?os de la ¨¦poca del descubrimiento. A partir de ah¨ª, se formul¨® la hip¨®tesis de que hubo una primera corriente migratoria hacia Brasil con estas caracter¨ªsticas morfol¨®gicas africanas, que habr¨ªa cruzado de Asia a Am¨¦rica por el estrecho de Bering hace 14.000 a?os, seguida de otra ola de migrantes con rasgos asi¨¢ticos, como los de los amerindios, hace unos 12.000 a?os. Su delicado cr¨¢neo estaba guardado dentro de una caja de acero en los archivos del museo incendiado. Hasta el momento, no se sabe cu¨¢l es su estado.
¡°Hay peque?as colecciones del material excavado en Lagoa Santa en la Universidad de S?o Paulo, en la Universidad Federal de Minas Gerais y algo en Copenhague, pero no llega a la mitad de lo que hab¨ªa en el Museo Nacional¡±, lamenta Mercedes Okumura, coordinadora del Laboratorio de Estudios Evolutivos Humanos de la Universidad de S?o Paulo, que trabaj¨® en el acervo del museo durante cuatro a?os. Seg¨²n ella, una serie de an¨¢lisis modernos en los esqueletos, que todav¨ªa se estaban realizando o estaban a la espera de financiaci¨®n, como el an¨¢lisis de is¨®topos y la secuenciaci¨®n del genoma, podr¨ªan confirmar (o refutar) la teor¨ªa de la migraci¨®n africana a Am¨¦rica.
En los pasillos y armarios del Museo Nacional tambi¨¦n se encontraban f¨®siles que sugieren que los amerindios eran descendientes directos de los pueblos polinesios. Eran unos 40 esqueletos de ind¨ªgenas bocotudos, un grupo ya extinto, del per¨ªodo del contacto con los portugueses. ¡°Es un material que no existe en ning¨²n otro museo del mundo¡±, afirma Okumura.
El incendio tambi¨¦n puede haber acabado con las investigaciones relacionadas con una de los pueblos m¨¢s peculiares de Brasil: los sambaquianos. Eran ind¨ªgenas que habitaban la regi¨®n costera del pa¨ªs y viv¨ªan en lo alto de mont¨ªculos de conchas y espinas de pescado, denominados sambaqui, que pod¨ªan alcanzar varios metros de altura y tambi¨¦n serv¨ªan de sepultura. Era un pueblo que habitaba el litoral brasile?o, y la mayor¨ªa de los sambaquis ya no existen, en su lugar se alzaron edificios y otros tipos de construcciones. El museo albergaba la mayor¨ªa del material de estos pueblos, entre utensilios, esqueletos y partes del propio sambaqui.
Las voces que callan
El acervo del museo tambi¨¦n conten¨ªa grabaciones de conversaciones, cantos y rituales de decenas de sociedades ind¨ªgenas, muchas realizadas durante los a?os 60 en antiguas grabadoras de rollo y que todav¨ªa no se hab¨ªan digitalizado. Algunas registraban lenguas ya extintas, que no tienen hablantes originarios todav¨ªa vivos. ¡°La esperanza es que otras instituciones tengan registros de estas lenguas¡±, dice la ling¨¹ista Marilia Fac¨® Soares. La investigadora, que trabaja con los ind¨ªgenas tikuna, el mayor grupo de la Amazonia brasile?a, cree que ha perdido parte de su material. ¡°Tendr¨¦ que hacer nuevas investigaciones de campo para recomponer mis archivos. Pero, obviamente, no se pueden recuperar las conversaciones de los nativos que ya han fallecido, generalmente los m¨¢s viejos¡±, lamenta.
?Tambi¨¦n estaban los archivos considerados cl¨¢sicos para el estudio de la cultura ind¨ªgena. Como los del profesor Roquette Pinto, que durante una expedici¨®n en 1912 realiz¨® con un fon¨®grafo las primeras grabaciones de m¨²sica ind¨ªgena de que se tiene conocimiento. O el material del etn¨®logo alem¨¢n Curt Nimuendaj¨², que en la primera mitad del siglo XX recorri¨® centenas de aldeas de gran parte de los pueblos nativos del pa¨ªs, y es considerado el padre de la etnolog¨ªa brasile?a. El museo conten¨ªa sus negativos originales, los cuadernos de campo y otros manuscritos de valor inestimable.
?En el campo de la biolog¨ªa, las p¨¦rdidas del museo son incalculables, especialmente en el ¨¢rea de invertebrados. ¡°Ten¨ªamos una colecci¨®n centenaria de varios millones de insectos, entre ellos miles de espec¨ªmenes tipo, que son ejemplares en los que se basa la descripci¨®n de toda la especie y se convierten en modelo, no se los puede sustituir¡±, explica Ronaldo Fernandes, profesor asociado del departamento de vertebrados del museo. ¡°Todo eso se ha perdido. El sector de aracnolog¨ªa, que estudia ara?as, escorpiones y garrapatas, se ha quemado completamente¡±, afirma. Seg¨²n Fernandes, la colecci¨®n de malacolog¨ªa (estudio de los moluscos) se ha salvado gracias a un profesor y un trabajador que consiguieron rescatar, con el edificio en llamas, el 80% de los espec¨ªmenes tipo del acervo.
Algunos investigadores vieron en directo por la televisi¨®n como el fuego consum¨ªa todo su trabajo. ¡°Las bibliotecas de los profesores han desaparecido todas. Mis archivos, los cuadernos de campo, registros, cintas grabadas a lo largo de 40 a?os de investigaci¨®n en Brasil, investigaciones todav¨ªa en curso, todo se ha perdido¡±, cuenta Luiz Fernando Dias Duarte, antrop¨®logo y director adjunto del museo. ¡°Ten¨ªamos la mejor biblioteca de antropolog¨ªa social del pa¨ªs. Todo se ha convertido en cenizas¡±.
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