Conmemorar s¨ª, reformar tambi¨¦n
Si hace cuarenta a?os se logr¨® definir un proyecto de convivencia viable, nada hace pensar que no podamos hacerlo ahora
Las instituciones han promovido, con acierto, una pluralidad de actos que permitir¨¢n conmemorar los cuarenta a?os de nuestra Constituci¨®n. Se trata, sin duda, de un ejercicio de gratitud hacia una obra colectiva que supuso la reconciliaci¨®n y el impulso democr¨¢tico de Espa?a. En un momento pol¨ªtico como el actual en el que no faltan los desafectos, resultar¨ªa impropio limitar la programaci¨®n de actos a un ejercicio nost¨¢lgico en el que se sublimen las bondades y se ignoren, en una conversaci¨®n autorreferencial, aquellos aspectos que plantean hoy menos consenso.
De hecho, resulta particularmente sencillo se?alar aquellas partes del texto que aconsejan ser modificadas a la luz de una realidad nacional e internacional que difiere sensiblemente de la de hace cuarenta a?os. As¨ª, un Dictamen del Consejo de Estado de 2006 y m¨²ltiples estudios acad¨¦micos han manifestado un s¨®lido consenso en torno a distintos aspectos que demandan una revisi¨®n profunda, entre ellos, el modelo territorial y la llamada ¡°cl¨¢usula Europa¡±. De hecho, nada en la redacci¨®n del t¨ªtulo VIII y del art¨ªculo 93 de la Constituci¨®n de 1978 permite reconocer el desarrollo actual del modelo auton¨®mico o las consecuencias de la integraci¨®n en Europa. Es, por tanto, un imperativo jur¨ªdico y pol¨ªtico clarificar constitucionalmente el dise?o y los principios que determinan el funcionamiento de la arquitectura de poder multinivel (supranacionalidad y subestatal) que definen a Espa?a.
M¨¢s all¨¢ de atractivos debates te¨®ricos, tambi¨¦n el alcance de los problemas que configuran la agenda de trabajo del presente curso pol¨ªtico nos invita a pensar que solo un debate desde la perspectiva constitucional favorecer¨¢ cualquier v¨ªa de soluci¨®n satisfactoria a las tensiones territoriales. Solo una actualizaci¨®n de la Constituci¨®n vigente permitir¨¢ ordenar la conversaci¨®n y hacer a las partes responsables de la defensa de opciones pol¨ªticas viables. Solo una reforma ambiciosa garantizar¨¢ que podamos votar un acuerdo satisfactorio para los pr¨®ximos a?os. Una vez hayamos resuelto la estructura jur¨ªdica que determine nuestro marco de convivencia, tendr¨¢ sentido abrir el debate del autogobierno al que aspira Catalu?a y que refrendar¨¢n, en su caso, los catalanes.
Las circunstancias pol¨ªticas actuales no facilitan el desarrollo de una reforma como la apuntada, que demanda unas mayor¨ªas y un clima pol¨ªtico del que hoy carecemos. M¨¢s all¨¢ de los impedimentos que proyecte una forma de hacer pol¨ªtica de corto recorrido, la realidad es que los problemas de dimensi¨®n constitucional que tiene Espa?a no van a desaparecer de forma espont¨¢nea. Si hace cuarenta a?os se logr¨® definir un proyecto de convivencia viable, nada hace pensar que no podamos hacerlo tambi¨¦n ahora para otros cuarenta a?os. Solo queda encontrar el momento¡ entre cita y cita electoral.
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