Los presuntos guardianes de Suecia
El buen resultado de los extremistas de Dem¨®cratas Suecos es una se?al de alarma para los quieren de mantener un 'statu quo' que ha permitido d¨¦cadas de prosperidad en el pa¨ªs escandinavo y en Europa
Poco antes de las elecciones del domingo y el extraordinario avance del partido de extrema derecha Dem¨®cratas Suecos, la comunidad internacional descubri¨® una realidad inc¨®moda: ni siquiera una sociedad tan progresista como la de Suecia es inmune al odio y a la intolerancia. Tal vez alg¨²n polit¨®logo d¨¦ con una f¨®rmula para conocer la relaci¨®n entre los niveles de inmigraci¨®n y el ascenso del populismo nacionalista. Suecia, desde luego, tiene el mayor n¨²mero de inmigrantes por habitante de toda Europa. Pero es bien sabido que algunos pa¨ªses, en particular los del grupo de Visegrado, en Europa del Este, est¨¢n apoyando lo que el l¨ªder h¨²ngaro Viktor Orb¨¢n llama ¡°democracia iliberal¡± sin haber convivido nunca con la inmigraci¨®n.
Dem¨®cratas Suecos, dirigido por un elocuente dise?ador de p¨¢ginas web llamado Jimmie ?kesson, obtuvo sus primeros esca?os parlamentarios en 2010, tras librarse de sus elementos m¨¢s descaradamente neonazis. Le ayud¨® la existencia de grupos todav¨ªa m¨¢s extremistas: Alternativa por Suecia, Movimiento N¨®rdico de Resistencia y Soldados de Od¨ªn, que se consideran justicieros antiinmigraci¨®n. En comparaci¨®n, ellos son un partido convencional, y eso les ha permitido alcanzar el 17,6% de los votos y convertirse en la tercera fuerza, por detr¨¢s de los socialdem¨®cratas y el centro-derecha de los moderados.
Lo ¨²nico razonablemente seguro en el empate actual entre el centroizquierda y el centroderecha es que formar un gobierno sin la participaci¨®n de Dem¨®cratas Suecos va a ser enormemente dif¨ªcil. Por suerte, Suecia es una democracia muy asentada y, como sucedi¨® recientemente en Holanda con un Gobierno interino, sobrevivir¨¢ a un limbo pol¨ªtico que, en otros lugares, podr¨ªa ser catastr¨®fico. El verdadero peligro puede aparecer a largo plazo. En una era de cambios radicales, defender el statu quo es una tarea nada envidiable. En toda Europa existen ya partidos nacionalistas extremistas que explotan las contradicciones de unos Gobiernos que aspiran en vano a la integraci¨®n y, al mismo tiempo, permiten una pol¨ªtica de multiculturalismo.
A la gente le resulta m¨¢s f¨¢cil fingir que es tolerante cuando no se siente amenazada
El ¨¦xito de esos partidos en Europa y otros continentes ha roto tab¨²es pol¨ªticos y culturales y ha trastocado cosas que se daban por supuestas. Defender los intereses de la poblaci¨®n nativa, tanto frente a los inmigrantes econ¨®micos como frente a los que buscan asilo, ha dejado de ser una verg¨¹enza. Ha quedado claro que la idea de que las ideas humanitarias y progresistas tienen que acabar venciendo es de un optimismo imposible. A la gente le resulta m¨¢s f¨¢cil fingir que es tolerante cuando no se siente amenazada por la velocidad de los cambios sociales, pol¨ªticos y demogr¨¢ficos. Puede que la xenofobia de otros tiempos haya dejado de ser socialmente aceptable, pero no ha desaparecido. En Reino Unido, la avalancha de comentarios racistas tras el refer¨¦ndum del Brexit escandaliz¨® a muchos. Pero la verdad es que, a pesar de que muchos, por ejemplo en las escuelas de magisterio, creen que con la educaci¨®n ser¨¢ posible que la pr¨®xima generaci¨®n est¨¦ libre de prejuicios, el avance de las actitudes progresistas en los ¨²ltimos 20 a?os no se ha consolidado.
Alexis de Tocqueville se?al¨® en una famosa frase que ¡°el momento m¨¢s peligroso para un mal gobierno es cuando empieza a reformarse¡±. Hoy, despu¨¦s de tres generaciones de ¡°buen gobierno¡± en Europa desde la posguerra, est¨¢ sucediendo todo lo contrario. Las democracias occidentales se han vuelto cada vez m¨¢s vulnerables a todos los grupos de presi¨®n imaginables. Y una sociedad cuya tolerancia no est¨¢ asegurada se queda, por definici¨®n, a merced de los provocadores intolerantes y premeditados.
Los manifestantes de extrema derecha pueden ser racistas declarados o simplemente personas asustadas e indignadas por la desconcertante velocidad de los cambios. A eso se une una revuelta contra el multiculturalismo y la correcci¨®n pol¨ªtica, que se convierte en un deseo de utilizar el lenguaje de odio para crear conmoci¨®n e incluso cuestionar los tab¨²es contra el antisemitismo y el racismo. Nada es comparable a la provocaci¨®n que representan la esv¨¢stica y el saludo hitleriano, como demostraron a finales de agosto los sucesos de Chemnitz, en el este de Alemania.
?Es posible que proclamen su patriotismo y hagan todo lo posible para debilitar a Suecia frente a una agresi¨®n rusa?
?Qu¨¦ ocurrir¨¢ con la inmigraci¨®n en el futuro? La sorprendente subida de las temperaturas de este a?o deber¨ªa ser una se?al de alarma, sobre todo ¡ªespero¡ª para Dem¨®cratas Suecos que niega el cambio clim¨¢tico. Curiosamente, despu¨¦s de un verano abrasador en Suecia, los grandes perdedores han sido los Verdes. La llegada de refugiados a trav¨¦s del Mediterr¨¢neo ha descendido por ahora, pero entre las consecuencias del calentamiento podr¨ªan darse la destrucci¨®n de las reservas de alimentos y una mayor escasez de agua en toda ?frica, lo cual provocar¨ªa nuevas olas de migraci¨®n hacia el norte, hacia el salvavidas europeo. Hace casi 30 a?os, escrib¨ª un libro sobre el Ej¨¦rcito brit¨¢nico en el que acababa pregunt¨¢ndome qu¨¦ papel podr¨ªan tener las fuerzas de defensa en un mundo futuro de guerras por el agua y desastres ecol¨®gicos. ?Tendr¨ªan que garantizar la seguridad de las fronteras nacionales contra las migraciones masivas procedentes del sur? Me horrorizar¨ªa tener raz¨®n.
De hecho, la defensa es otro enigma planteado en estas elecciones. Dem¨®cratas Suecos, como casi toda la extrema derecha europea, parece ser admirador de Vlad¨ªmir Putin, que ha exprimido todo lo que ha podido la baza de la islamofobia y contra la inmigraci¨®n. A su vez, esos partidos reciben el apoyo del canal de televisi¨®n Russia Today y otros medios del Kremlin. Su posici¨®n de poder llega en un instante delicado. Durante las pr¨®ximas semanas, las Fuerzas Armadas rusas celebrar¨¢n sus juegos de guerra en Vostok, con el despliegue de hasta 300.000 soldados. Son las mayores maniobras desde la Guerra Fr¨ªa, y se extender¨¢n desde el Lejano Oriente, con la participaci¨®n de tropas chinas, hasta Kaliningrado y el B¨¢ltico.
Por su parte, la OTAN tambi¨¦n llevar¨¢ a cabo sus ejercicios de oto?o, Trident Juncture, con la intervenci¨®n de 40.000 soldados, incluidos los de dos pa¨ªses que no pertenecen a la Alianza: Suecia y Finlandia. Estas maniobras pueden enojar a los rusos, sobre todo porque la base de los ejercicios es una ¡°hip¨®tesis de Art¨ªculo 5¡±, el rechazo a una invasi¨®n de Noruega por parte de unas fuerzas orientales que recuerdan bastante al Ej¨¦rcito Rojo. Con todo esto, hay una pregunta que los amigos extranjeros de Suecia, sin duda, van a empezar a hacerse: ?ser¨¢ posible que Dem¨®cratas Suecos, mientras proclama a voces su peculiar patriotismo, haga todo lo que pueda para debilitar la voluntad de su pa¨ªs de hacer frente a una agresi¨®n rusa en el norte de Europa?
Antony Beevor es historiador. Su ¨²ltimo libro es La batalla por los puentes (Cr¨ªtica).
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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