Selecci¨®n de ¨¦lites
Plat¨®n se equivoc¨®, no deben gobernar los sabios, sino los guerreros

Dicen que la creaci¨®n art¨ªstica es un uno por ciento de inspiraci¨®n y un noventa y nueve por ciento de transpiraci¨®n. De la pol¨ªtica se podr¨ªa decir que es un noventa por ciento de gesti¨®n y un diez por ciento de representaci¨®n. Pero no de una representaci¨®n cualquiera, sino de una espectacular y constante escenificaci¨®n del desacuerdo. Como en la primera, donde solo somos capaces de ver la genialidad, en la pol¨ªtica desaparece tambi¨¦n la parte oculta, esa cotidiana e inevitable labor administrativa. Al final, lo que siempre nos queda en la retina es el estruendo de la confrontaci¨®n entre sus protagonistas. No es extra?o, por tanto, que Richard von Weizs?cker afirmara que ¡°el pol¨ªtico de profesi¨®n no es ni un especialista ni un diletante, sino un generalista ¨²nicamente experto en oponerse a un adversario¡±.
Quiz¨¢ por eso mismo, el pol¨ªtico-bur¨®crata, centrado en la gesti¨®n, ha ido dejando poco a poco el paso al pol¨ªtico-gallo de pelea, al pol¨ªtico agon¨ªstico. En estos momentos donde prevalece la econom¨ªa de la atenci¨®n y en los que todo se reduce a saber comunicar, la mejor manera de conseguir impacto es ejerciendo el matonismo dial¨¦ctico. Porque es lo que espera la audiencia, contagiada tambi¨¦n de esa pugna por ¡°poner al otro en su sitio¡±; exige ser ¡°entretenida¡±. Como en el circo romano, importa m¨¢s la sangre que el virtuosismo con las armas.
Lo hemos vuelto a ver en las escaramuzas de la guerra de los m¨¢steres/tesis. Son todos muy buenos, saben c¨®mo aguijonear al adversario. ?Para qu¨¦ necesitan esa supuesta formaci¨®n complementaria en derecho auton¨®mico o diplomacia econ¨®mica? La actual socializaci¨®n de las ¨¦lites pol¨ªticas ya no precisa de la Universidad. Si, como en la Rep¨²blica de Plat¨®n, los fil¨®sofos tuvieran que elegir a los gobernantes, hoy se fijar¨ªan en su comportamiento en el patio del colegio; luego los meter¨ªan en un partido para que fueran cogiendo soltura en eso de oponerse a un adversario, y despu¨¦s les dar¨ªan un curso b¨¢sico de ret¨®rica. No hace falta m¨¢s nada.
Plat¨®n se equivoc¨®, no deben gobernar los sabios, sino los guerreros, aquellos dotados de ¡°car¨¢cter¡± (thym¨®s). Ahora ya no para la guerra, les basta con ser duchos en la paradi¨¢stole, que dir¨ªa un ret¨®rico: en encontrar siempre un argumento opuesto al de su contendiente. Ejercitarse en esta pr¨¢ctica es la llave maestra que abre las puertas al ¨¦xito pol¨ªtico. Lo sab¨ªan bien los antiguos, pero pensaban que para ejercerlo con eficacia hac¨ªa falta alg¨²n tipo de formaci¨®n b¨¢sica. Hoy nos consta que es prescindible. Es un proceso darwinista, para sobrevivir en su profesi¨®n solo hay que aprender a vencer a sus antagonistas.
No hay nada dram¨¢tico en esto. Nos guste o no, la pol¨ªtica es una permanente pugna amigo/enemigo. Pero nos queda el inmenso continente sumergido, la pol¨ªtica como administraci¨®n. Para cultivar esta imprescindible tarea, la que est¨¢ detr¨¢s de los focos, s¨ª hace falta una formaci¨®n t¨¦cnico/universitaria. ?Hay alguien ah¨ª que sepa seleccionar a los m¨¢s capaces para llevarla a cabo?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
