El verdadero peligro de Trump
La mayor amenaza del presidente actual es la din¨¢mica de divisi¨®n, polarizaci¨®n, desprecio al sistema y a la inteligencia que ha desatado. No es descartable que acabe con la tradici¨®n moderada del Partido Republicano
El gran John McCain no pudo tener un final m¨¢s cruel. El viejo h¨¦roe de guerra que hab¨ªa tenido que soportar en vida las torturas del enemigo, fue castigado en la hora de su muerte por el desprecio del hombre que hoy, para sorpresa de todos, manda en su pa¨ªs. Fue una terrible met¨¢fora del momento por el que atraviesa Estados Unidos. Uno, el hombre que, sin faltarle ideales, supo siempre poner por delante el inter¨¦s general sobre el de su propia causa pol¨ªtica y practic¨® la moderaci¨®n aun cuando perjudicara sus ambiciones leg¨ªtimas ¡ªelecciones presidenciales de 2008¡ª era enterrado casi en el anonimato sin que la Casa Blanca se dignase a poner su bandera a media asta. Mientras que el otro, ins¨®lito ocupante hoy de esa residencia, se jacta victorioso de haber polarizado al pa¨ªs, dividido a su partido y confundido al mundo entero con su pol¨ªtica de continuas amenazas, desaciertos y correcciones.
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Es dif¨ªcil calibrar el da?o que Donald Trump puede acabar haciendo a Estados Unidos. Depender¨¢ en parte de cu¨¢nto tiempo permanezca en la presidencia. Y los pron¨®sticos al respecto son contradictorios. Por un lado, sus problemas legales, tanto los relacionados con el papel de Rusia en la campa?a electoral de 2016 como con las acusaciones en su contra por acoso sexual, se agudizan y la perspectiva de un impeachment se hace relativamente m¨¢s veros¨ªmil. Por el otro, su popularidad entre los suyos sigue siendo s¨®lida y ha conseguido acallar las voces cr¨ªticas dentro del Partido Republicano, que por lo general se ha plegado d¨®cilmente a la voluntad del nuevo l¨ªder pese a que en privado los adjetivos contra ¨¦l son de grueso calibre.
La suerte de Trump empezar¨¢ a decidirse el pr¨®ximo mes de noviembre, tras las elecciones parciales al Congreso. Una fuerte derrota de los republicanos ¡ªno probable, pero no imposible¡ª obligar¨ªa a reaccionar a una parte del partido y dejar¨ªa a Trump seriamente debilitado. Pero es m¨¢s prudente apostar por un resultado ajustado que le d¨¦ a Trump argumentos suficientes para buscar la reelecci¨®n en 2020, para la que hoy por hoy no tiene rival en su partido y mucho menos en el Partido Dem¨®crata.
El da?o de una presidencia de ocho a?os de Trump es incalculable, pero son ya muchos los estragos provocados en estos primeros dos a?os. En 2018, el nivel de confianza de los norteamericanos en su sistema de Gobierno ha ca¨ªdo un 14% respecto al a?o anterior para quedar reducido a una tercera parte de la poblaci¨®n, seg¨²n una investigaci¨®n de la firma Edelman.
Es posible que el n¨²mero de seguidores de Trump haya disminuido, pero no se ha reducido su radicalidad
Es la consecuencia l¨®gica del debilitamiento hasta el extremo de todas las instituciones democr¨¢ticas para imponer una pol¨ªtica cuya principal legitimidad no procede del aval de las urnas ¡ªde hecho, Trump tuvo casi tres millones de votos menos que Hillary Clinton y casi siete millones menos que Barack Obama¡ª sino de una supuesta voluntad popular de cambio que se expresa en una agenda demag¨®gica contra la corrupci¨®n y el sistema.
A partir de ese momento, un tr¨¢mite parlamentario, una decisi¨®n judicial o una denuncia de los medios de comunicaci¨®n se convierten en obst¨¢culos impuestos por los defensores del viejo statu quo que pretenden sabotear el proceso de cambio emprendido por el presidente. El mismo argumento sirve para encubrir los errores constantes del l¨ªder en su noble misi¨®n.
Este es de alguna forma el escenario actual en EE?UU. ?Cu¨¢nto llegar¨¢ a agravarse y a extenderse esa situaci¨®n? David Frum, un analista conservador que ha trabajado para presidentes y candidatos republicanos en el pasado, ha escrito un libro, Trumpocracy, en el que recoge estos peligros y estudia sus or¨ªgenes y posibles efectos. En los or¨ªgenes est¨¢, como en tantos otros pa¨ªses, la crisis econ¨®mica de 2008 y el desgaste y la falta de respuestas adecuadas de los partidos y las pol¨ªticas tradicionales ante los nuevos problemas.
Entre los efectos, no hay que descartar ni siquiera los m¨¢s catastr¨®ficos. En un comentario al libro de Frum, Stephen Schmidt, tambi¨¦n un estratega conservador que trabaj¨® estrechamente con McCain, recuerda que: ¡°El fascismo no triunf¨® porque fuera muy fuerte sino porque la democracia era muy d¨¦bil¡±.
Hay muchas formas de poner en jaque una democracia. No existe el riesgo en EE?UU de que se recurra a ninguna de las formas m¨¢s brutales y dr¨¢sticas. ¡°No se trata¡±, como dice Frum, ¡°de un desaf¨ªo abierto a la ley, sino de la acumulaci¨®n de peque?os incumplimientos de las normas; no se trata de desplegar la fuerza del Estado para intimidar a los disidentes sino de incentivar la radicalizaci¨®n de los que te apoyan¡±.
Hay que admitir que Trump ha hecho un extraordinario trabajo en ese sentido. Es posible que el n¨²mero de seguidores de Trump haya disminuido desde su llegada al poder, pero en absoluto se ha reducido su convicci¨®n, su resoluci¨®n y su radicalidad. M¨¢s bien ha crecido. Con consignas y vulgaridades, Trump ha tocado la fibra emocional de muchos norteamericanos que se sienten liberados de las garras del malvado monstruo del Estado y solo leen y ven medios favorables que amplifican hasta el rid¨ªculo los m¨¦ritos del presidente e ignoran cualquier cr¨ªtica. Trump ha trasladado a una parte del pa¨ªs a una realidad paralela de la que ser¨¢ muy dif¨ªcil que regrese. En esa realidad se desconoce, por supuesto, la profunda incompetencia de Trump. Lo m¨¢s duro del reciente libro de Bob Woodward sobre el presidente no son las conspiraciones y traiciones que se desvelan a su alrededor, sino el retrato de un hombre profundamente ignorante ¡ªpese a su t¨ªtulo en una universidad Ivy League¡ª, pero adem¨¢s col¨¦rico, inseguro, mentiroso y vengativo, que cambia de opini¨®n constantemente y no est¨¢ regido por sus conocimientos sino por su instinto.
El presidente es un hombre ignorante, col¨¦rico, mentiroso y vengativo, que cambia de opini¨®n constantemente
No es la incompetencia de Trump un problema menor. Frum recuerda que Montesquieu alert¨® de ¡°la negligencia, los errores y la pereza en la defensa de la naci¨®n¡± como amenazas de los que una democracia debe protegerse cuidadosamente.
No estamos en el punto en el que pueda decirse que la democracia de EE?UU est¨¢ en peligro. Un sistema que ha sobrevivido sin un solo trauma durante m¨¢s de 200 a?os y que todav¨ªa manifiesta m¨¢s vitalidad que otros en Europa, no puede ser liquidado de la noche a la ma?ana por un personaje menor como, en el fondo, es Trump. El verdadero peligro de Trump no es ¨¦l mismo. El mayor peligro es la din¨¢mica de divisi¨®n, polarizaci¨®n, desprecio al sistema y a la inteligencia que Trump ha desatado.
No es descartable que Trump acabe con la tradici¨®n moderada del Partido Republicano e imponga su estilo a quien tenga que sucederle dentro de su partido. Tampoco es dif¨ªcil que Trump alimente a otros posibles Trumps en el Partido Dem¨®crata. De hecho, algo de ello se vislumbra.
Este pa¨ªs ha conocido antes tiempos dif¨ªciles y malos gobernantes ¡ªaunque admito que no me viene a la cabeza nadie que compita con Trump en esa categor¨ªa¡ª, y la democracia siempre acab¨® imponi¨¦ndose. EE?UU ha vivido el internamiento obligado de sus ciudadanos de origen japon¨¦s, la persecuci¨®n pol¨ªtica de la izquierda y la privaci¨®n de derechos de las minor¨ªas raciales. M¨¢s recientemente, se cometieron cr¨ªmenes horribles en nombre del Estado y de la guerra contra el terrorismo. De todo ello acab¨® reponi¨¦ndose. Lo que ahora se vive puede no parecer tan grave como esos episodios. Es diferente, m¨¢s absurdo, m¨¢s sorprendente, m¨¢s desconocido y, quiz¨¢, m¨¢s peligroso.
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