Entretenimiento global
Las series se han convertido en un lenguaje global que comparten millones de personas en todo el mundo
Los folletines de Charles Dickens alcanzaron un ¨¦xito tan enorme en Am¨¦rica que una muchedumbre esperaba en los puertos la llegada de los barcos de Inglaterra para hacerse con el nuevo cap¨ªtulo de David Copperfield o La peque?a Dorrit, novelas que se publicaban por entregas en la prensa. Eso s¨ª, el gran narrador brit¨¢nico estaba furioso con sus lectores del otro lado del Atl¨¢ntico porque el pirateo estaba a la orden del d¨ªa: muchos de sus libros se publicaban sin permiso. De hecho, fue uno de los primeros defensores de los derechos de autor modernos. Ha pasado un siglo y medio desde entonces, pero no parece que las cosas hayan cambiado mucho. Eso s¨ª, las novelas han sido reemplazadas por series, que contribuyen a construir nuestra percepci¨®n del mundo desde la ficci¨®n, como lo hicieron los relatos de Dickens.
Otros editoriales
Juego de tronos se ha convertido esta semana en la serie que m¨¢s premios Emmy ha recibido en la historia, pero su importancia no radica tanto en los galardones que ha logrado (47 en siete a?os), sino en el lugar que ocupa en la imaginaci¨®n global. Pese a que rompi¨® todas las normas de la narrativa tradicional ¡ªel posible protagonista pod¨ªa morir asesinado a la primera de cambio¡ª, se ha transformado junto al f¨²tbol en una especie de esperanto, en un lenguaje que comparten millones de personas. Cuando el pr¨ªncipe heredero saud¨ª orden¨® la detenci¨®n de decenas de sus familiares, peri¨®dicos de todo el mundo titularon: "Juego de tronos, en Arabia Saud¨ª". Expresiones como una "Boda roja" o "Madre de dragones" son compartidas casi como lugares comunes en los cinco continentes.
Resulta apasionante contemplar en directo, semana a semana, c¨®mo se construye un mito global. Y no se trata solo de los dragones y los caminantes blancos. La primera protesta contra el nuevo candidato al Tribunal Supremo de EE?UU, Brett Kavanaugh, por su conservadurismo en asuntos relacionados con los derechos de las mujeres, tom¨® la forma de una serie: activistas vestidas como personajes de El cuento de la criada, de Margaret Atwood, le recibieron a su llegada al Senado. Sab¨ªan que era un lenguaje universal, que no necesitaba explicaciones.
En esta edad de oro de la televisi¨®n, similar a la que vivi¨® Hollywood, las series se han convertido en un activo de enorme importancia. Con el ¨¦xito internacional de La casa de papel, Espa?a ha demostrado que puede jugar en la liga global de las pantallas. Precisamente por eso, Netflix ha decidido construir sus estudios europeos en Madrid. No se trata solo del llamado poder blando ¡ªla influencia cultural de un pa¨ªs en otros¡ª, sino de poder econ¨®mico directo, de la conquista de los Siete Reinos del entretenimiento.
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