Jugando con fuego
La clave est¨¢en c¨®mo el orden internacional y su fuerza hegem¨®nica van acopl¨¢ndose al crecimiento del poder chino
Hace tiempo que asistimos a la escalada de la disputa comercial entre EE UU y China, en un inquietante proceso que, entre otras cosas, va reafirmando a Trump como el presidente que no deja de alimentar el nacionalismo de la potencia oriental. Y aunque, de momento, se impone una visi¨®n meramente econ¨®mica de este conflicto entre superpotencias, la insistencia en contemplarlo ¨²nicamente como una guerra arancelaria quiz¨¢ nos impide ver la lucha por la hegemon¨ªa pol¨ªtica mundial que late en el fondo. El polit¨®logo Graham Allison escribi¨® un libro elocuente al respecto: ?Podr¨¢n Am¨¦rica y China escapar a la trampa de Tuc¨ªdides?
M¨¢s que una trampa, Tuc¨ªdides hablaba de una especie de ley hist¨®rica sacada de la guerra del Peloponeso. Simplific¨¢ndola mucho, se podr¨ªa formular de la siguiente manera: all¨ª donde coexisten dos potencias, si una de ellas (Atenas) comienza a superar a la otra (Esparta) por su mayor dinamismo, la potencia amenazada, impulsada por el miedo, aprovechar¨¢ la menor ocasi¨®n para provocar un enfrentamiento b¨¦lico. Tuc¨ªdides tuvo la astucia de distinguir entre una mera ocasi¨®n o excusa para la guerra (prophasis) y su causa profunda (aitia). La excusa era la disputa sobre algunos territorios; la causa, sin embargo, fue el temor de Esparta a verse desplazada de su hegemon¨ªa por Atenas. Seg¨²n el historiador griego, ¡°los atenienses, al acrecentar su poder¨ªo y provocar el miedo a los lacedemonios, les obligaron a entrar en guerra¡±.
Lo m¨¢s interesante hoy de la famosa trampa de Tuc¨ªdides es que nos hace tomar conciencia de que la clave de las relaciones internacionales en los pr¨®ximos a?os estar¨¢ en c¨®mo gestionen los dos gigantes su interacci¨®n mutua. Las guerras comerciales son una simple nota a pie de p¨¢gina del problema central: c¨®mo el orden internacional y su fuerza hegem¨®nica van acopl¨¢ndose al crecimiento del poder chino, y si es posible que esto nos lleve a un enfrentamiento b¨¦lico. Allison nos aporta, de hecho, algunos ejemplos hist¨®ricos con escabroso final sangriento, pero no es en absoluto una ley de hierro. Hay tambi¨¦n conocidas excepciones: el papa Alejandro VI evit¨® la guerra entre Portugal y Espa?a impulsando el Tratado de Tordesillas.
Hoy hay indicios suficientes para concluir que, como poco, estamos jugando con fuego. Dado el inmenso crecimiento econ¨®mico chino y su cada vez mayor presencia e influencia en zonas como el Pac¨ªfico o la propia ?frica, el reto de China a la anterior hegemon¨ªa estadounidense es, de hecho, una obviedad. Y si adem¨¢s tenemos en cuenta qui¨¦n est¨¢ ahora mismo al mando de la potencia amenazada¡ deber¨ªamos estar m¨¢s pendientes de Tuc¨ªdides que de Stormy Daniels.
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