Gibraltar y Brexit

La situaci¨®n en que quede Gibraltar tras el Brexit exige una estrategia negociadora con objetivos claros por parte de la diplomacia espa?ola. El acuerdo con Londres debe consagrar una serie de mejoras concretas en la zona, entre otras, las condiciones laborales de la poblaci¨®n que vive en el Campo de Gibraltar y que se traslada diariamente a trabajar al Pe?¨®n (unas 10.000 personas); el medio ambiente (vertidos contaminantes de la colonia que afectan a la bah¨ªa de Algeciras) y el contrabando de tabaco y la fiscalidad abusiva. Gibraltar es actualmente, de facto, un para¨ªso fiscal, como han reconocido organismos internacionales, un lugar de destino para la evasi¨®n de capitales, y esa situaci¨®n no puede mantenerse por m¨¢s tiempo.

El Gobierno parece consciente de que estas son las l¨ªneas maestras de una negociaci¨®n con Londres, aunque suponga aparcar, que no olvidar, la discusi¨®n sobre la cosoberan¨ªa para un futuro no lejano. Las fechas no son un problema menor en esta negociaci¨®n porque el pacto deber¨ªa cerrarse en octubre, para incluirlo en el acuerdo global Uni¨®n Europea-Reino Unido que regular¨¢ el per¨ªodo de transici¨®n de dos a?os tras el ¡°divorcio¡±, previsto para el pr¨®ximo marzo.

Espa?a tiene una gran ventaja que el Gobierno deber¨ªa explotar a fondo: el derecho de veto en su favor consagrado en la cl¨¢usula 24 de las Directrices para la negociaci¨®n, aprobadas por el Consejo Europeo en abril del a?o pasado, a instancia de Madrid. Dicha cl¨¢usula establece que ¡°despu¨¦s de que Reino Unido abandone la Uni¨®n, ning¨²n acuerdo¡± entre ambas partes ¡°podr¨¢ aplicarse al territorio de Gibraltar¡±, sin la aprobaci¨®n del Reino de Espa?a.

La inclusi¨®n de un acuerdo bilateral, con las mejoras mencionadas, en forma de protocolo anexo al acuerdo global, tal y como plantea Madrid en estos momentos, es una f¨®rmula muy conveniente, porque los protocolos de los tratados est¨¢n dotados de exactamente la misma fuerza jur¨ªdica vinculante que su texto articulado y de la flexibilidad necesaria para alcances geogr¨¢ficos acotados. Por eso es previsible que los otros dos elementos territoriales litigiosos ¡ªla cuesti¨®n irlandesa y las bases militares brit¨¢nicas en Chipre¡ª se incluyan tambi¨¦n en sendos protocolos.

Por eso no puede sostenerse, como hace el portavoz del PP en la Comisi¨®n de Asuntos Exteriores del Congreso, Jos¨¦ Ram¨®n Garc¨ªa Hern¨¢ndez, que ser¨ªa ¡°grav¨ªsimo¡± incorporar el asunto de Gibraltar a un protocolo en vez de al cuerpo central del tratado del Brexit. Es exactamente al contrario. Lo que es mejorable, sin embargo, y objeto de una queja razonable por parte del Partido Popular, es la velocidad con que circula la informaci¨®n oficial y la consiguiente implicaci¨®n de todos los grupos parlamentarios en el proceso negociador con Reino Unido.

Gibraltar es hoy el mal referente de aquello en lo que podr¨ªa derivar la zona lim¨ªtrofe entre la Rep¨²blica de Irlanda y el Ulster en la eventualidad de un mal acuerdo en el Brexit: inestabilidad, corrupci¨®n y criminalidad de cuello blanco organizada. De lo que se trata es de que, bien al contrario, el acuerdo sirva para que la actual Irlanda se convierta en una referencia positiva para el Pe?¨®n.