El curioso caso espa?ol
No deber¨ªamos creer que nuestro pa¨ªs est¨¢ preservado de la ola antimigratoria
Llevamos a?os pregunt¨¢ndonos por qu¨¦ el sistema pol¨ªtico espa?ol parece refractario a la emergencia de un partido populista de derecha con un discurso contrario a la inmigraci¨®n y euroesc¨¦ptico, del tipo que menudea con pujanza en los Parlamentos de pr¨¢cticamente el resto de pa¨ªses europeos. (Cierto, Vox es un partido que se ajusta a esta descripci¨®n, pero extramuros de las Cortes; y s¨ª, cierto, hay una izquierda excitada que cree que todo lo que no es izquierda en Espa?a es extrema derecha, pero no tenemos por qu¨¦ hacerles mucho caso: como apunta Cristina Ares en una interesante nota para Agenda P¨²blica, la realidad es que "si comparamos el PP con la fuerza conservadora o cristianod¨¦mocrata con m¨¢s esca?os en el Parlamento nacional de los Estados de la UE-15, se evidencia que la derecha espa?ola es de las m¨¢s centradas de Europa occidental, m¨¢s parecida a la sueca y la finesa que a la francesa o la brit¨¢nica").
Para m¨¢s pruebas de nuestra singularidad, Espa?a es, seg¨²n datos del Eurobar¨®metro, el pa¨ªs europeo donde un mayor porcentaje de nacionales afirma no tener ning¨²n problema en trabajar o relacionarse con inmigrantes (un 83%, estando la media europea en un 57%). Otro dato: en un momento de s¨ªstole euroesc¨¦ptica, el coraz¨®n de los espa?oles sigue bombeando europe¨ªsmo (un 82% es favorable al euro) y mostr¨¢ndose a favor de acoger refugiados (un 86%, dice Pew Research). En suma, en tiempo de preocupaci¨®n por el rebrote de actitudes xen¨®fobas, Espa?a destaca por lo contrario: la xenofilia. ?Por qu¨¦? Sobre todo: ?es una realidad sociol¨®gica s¨®lida o una apariencia enga?osa?
Caben varias explicaciones. Est¨¢ la razonable suposici¨®n de que Espa?a est¨¢ bendecida por una inmigraci¨®n cuya contig¨¹idad cultural (iberoamericana) o estatus (comunitarios) hace f¨¢cil la integraci¨®n. Incluso las llegadas del norte de ?frica poseen un aire familiar en un pa¨ªs que lleva en su historia la vecindad con el Magreb. La condici¨®n fronteriza viene compensada por la fortuna de contar con estados funcionales desde Marruecos hasta Ghana con los que poder cooperar eficazmente. Por lo dem¨¢s, la d¨¦bil conciencia nacional espa?ola rinde aqu¨ª un beneficio: en definitiva, xenofobia y nacionalismo van de la mano, y all¨ª donde en Espa?a s¨ª hay nacionalismos son los propios espa?oles los que cumplen el papel de molestos extranjeros (y el Gobierno de Madrid, el de la Comisi¨®n de Bruselas). Por ¨²ltimo: puede que el populismo antimigratorio no haya encontrado en Espa?a el l¨ªder demagogo capaz de hilvanar el discurso que lo haga atractivo: que siga siendo as¨ª.
Pero todo esto es circunstancial y no deber¨ªamos creer a Espa?a preservada de la ola antimigratoria. De hecho, empieza a haber evidencia anecd¨®tica de actitudes de rechazo en ciertas localidades. Est¨¦ su origen en el malestar econ¨®mico, en la ansiedad cultural o en la pura mala hierba del racismo, es ingenuo pensar que una tendencia general en el continente no termine por reverberar entre nosotros. @JuanCladeRamon
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