Las bombas aliadas sobre Alemania alteraron la atm¨®sfera exterior
Los bombardeos debilitaron la ionosfera, lo que no hicieron los ataques de la aviaci¨®n nazi sobre Londres
Las bombas que los aliados arrojaron sobre Alemania?durante la II Guerra Mundial se notaron hasta en el borde inferior del espacio: la ionosfera se debilit¨® bajo el influjo de la onda expansiva de tanto explosivo. Aunque el efecto era temporal, se lleg¨® a sentir sobre los cielos de Inglaterra. Sin embargo, los bombardeos alemanes, primero de la Luftwaffe (la aviaci¨®n nazi) y despu¨¦s con los cohetes V1 y V2 apenas dejaron rastro en la atm¨®sfera.
Desde los a?os 20 del siglo pasado, el Gobierno brit¨¢nico hab¨ªa instalado su Radio Research Centre (RRC) en la localidad de Slough, 30 kil¨®metros al oeste de Londres. All¨ª, entre otras muchas investigaciones sobre la nueva tecnolog¨ªa, se emit¨ªan pulsos de radio a distintas frecuencias hacia el cielo que rebotaban contra las part¨ªculas cargadas de la ionosfera. Este fen¨®meno, esencial para las transmisiones por radio, ayudar¨ªa a conocer mejor esta capa exterior de la atm¨®sfera. Los registros se iniciaron en 1933 y prosiguen desde entonces.
Situada entre los 80 y los 600 kil¨®metros (l¨ªmites muy variables) de altura, la ionosfera est¨¢ formada por part¨ªculas cargadas el¨¦ctricamente debido a la radiaci¨®n solar. Las altas temperaturas que all¨ª se registran, que pueden alcanzar los 1.500?, le han reservado el nombre tambi¨¦n de termosfera. En ocasiones, este manto protector de las radiaciones extremas se ve perturbado desde fuera por los vientos o llamaradas solares. Por abajo, solo los grandes terremotos o las tormentas con mucho aparato el¨¦ctrico pueden tener un impacto local en la ionosfera. Pero los humanos tambi¨¦n son capaces de trastocar los cielos.
El estudio revisa el impacto atmosf¨¦rico de los 150 mayores bombardeos sobre las ciudades alemanas
Investigadores brit¨¢nicos buscaron en los registros de Slough las se?ales devueltas desde la ionosfera, que se graban de forma constante, y sobre ellas desplegaron los d¨ªas y horas en las que Alemania (y ciudades francesas, holandesas y belgas bajo el control alem¨¢n) sufrieron bombardeos masivos por parte de las fuerzas aliadas. Solo tuvieron en cuenta los 152 m¨¢s destructivos, medidos por la cantidad de explosivos descargados, como el que arroj¨® 6.800 toneladas de TNT y derivados sobre Caen, en la Normand¨ªa francesa, en julio de 1944, el que destruy¨® el 98% de la ciudad J¨¹lich, con 9.600 toneladas en noviembre de ese mismo a?o o el m¨¢s intenso de los muchos que sufri¨® Berl¨ªn, con casi 11.000 toneladas de bombas en menos de dos horas, el 29 de enero de 1944.
"Es impresionante ver c¨®mo las ondas causadas por explosiones provocadas por los humanos pueden afectar al borde del espacio", dice en una nota el profesor de f¨ªsica de la atm¨®sfera y del espacio de la Universidad de Reading (Reino Unido) y coautor del estudio, Chris Scott. "Cada ataque liber¨® la energ¨ªa de al menos 300 impactos de rayos. La enorme potencia involucrada nos ha permitido cuantificar c¨®mo los eventos en la superficie de la Tierra pueden tambi¨¦n afectar a la ionosfera", a?ade.
El trabajo muestra c¨®mo, tras uno de aquellos bombardeos, unas horas mas tarde (mediana de cinco horas), aparece una perturbaci¨®n en el registro de Slough. Aunque las se?ales, grabadas como ionogramas, son muy variables, los investigadores encontraron alteraciones en su intensidad dependientes incluso de la cantidad de explosivo arrojado o la duraci¨®n del bombardeo. Y eso que Slough y su cielo est¨¢n a unos 1.000 kil¨®metros de Berl¨ªn.
Aunque el qu¨¦ y el c¨®mo a¨²n no est¨¢ muy claro, el trabajo, publicado en la revista de la Uni¨®n Europea de Geociencias (Annales Geophysicae), apunta al efecto de la onda expansiva provocada por las bombas: al alcanzar la parte superior de la atm¨®sfera, se producir¨ªa una p¨¦rdida de ionizaci¨®n al calentarla, liber¨¢ndose una buena porci¨®n de los electrones de las part¨ªculas cargadas. Aunque el efecto era temporal (desaparec¨ªa en el registro del d¨ªa siguiente), reduc¨ªa la densidad de la ionosfera, una reducci¨®n que debi¨® ser mayor cuanto m¨¢s cerca (en sentido vertical) de las detonaciones.
"Tripulantes que participaron en los bombardeos informaron de da?os en sus aparatos por la onda expansiva de las bombas y eso que volaban por encima de la altura recomendada [en torno a 2.000 metros]", cuenta el historiador especializado en la Segunda Guerra Mundial y coautor del estudio, Patrick Major. En el trabajo tambi¨¦n razona por qu¨¦ los bombardeos alemanes sobre Londres, tan cerca de Slough, no dejaran rastro.
Aunque los investigadores no dispon¨ªan de una informaci¨®n tan completa sobre los ataques alemanes, intentaron sin ¨¦xito hallar su marca en Slough. Pero la se?al registrada durante los meses que dur¨® el Blitz sobre Londres, entre 1940 y 1941, no se distingu¨ªa de la variabilidad natural.
Major da dos posibles razones. Por un lado, una tecnol¨®gica: los aliados usaron modernos cuatrimotores, solo disponibles a partir de 1943, como el Avro Lancaster brit¨¢nico que pod¨ªa llevar bombas de gran capacidad explosiva de una tonelada y media, adem¨¢s de varias de peso medio e incendiarias, o el B-17, la llamada fortaleza volante de los estadounidenses, que pod¨ªa llevar en su bodega una bomba de 3.600 kilos. Mientras, los bombarderos alemanes eran bimotores como el Heinkel 111, que no pod¨ªan cargar bombas de gran tama?o.
"En conjunto, los bombardeos anglo-americanos fueron mucho m¨¢s destructivos que los de la Luftwaffe: unos 600.000 alemanes murieron en la guerra de las bombas, frente a los 60.000 brit¨¢nicos", recuerda Major en un correo. La media de tonelaje de los ataques aliados a partir de 1943 fue de unas 2.000 toneladas, mientras que el mayor bombardeo alem¨¢n apenas lleg¨® a las 350 toneladas. En cuanto a los misiles V1 y V2, usados al final de la guerra, pod¨ªan tener un gran impacto, pero muy localizado. La otra explicaci¨®n que dan los autores es que la descarga de bombas sobre Londres fue, aunque menos intensa, tan continua que su se?al ser¨ªa m¨¢s uniforme.
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