Bombas y balas de las guerras mundiales contaminan los mares del planeta
Millones de toneladas de municiones arrojadas al mar durante a?os amenazan con liberar explosivos y sustancias t¨®xicas
Municiones de todas las guerras humanas amenazan con algo m¨¢s que ensuciar el mar. Una revisi¨®n de lo que la ciencia sabe sobre el comportamiento e impacto de balas, bombas o minas en las aguas marinas muestra que el riesgo de explosi¨®n se mantiene o aumenta. A largo plazo, los compuestos para los explosivos acaban liberados en el oc¨¦ano, afectando a la qu¨ªmica, la salud y hasta los genes de la vida marina.
Investigadores alemanes han revisado decenas de investigaciones, en algunas los detalles a¨²n se mantienen en secreto, sobre la presencia y evoluci¨®n de infinidad de arsenales arrojados al mar. La mayor¨ªa de las municiones tienen su origen en la II Guerra Mundial (IIGM). Hay, por ejemplo, toneladas de armamento de la Alemania nazi tiradas al mar por los Aliados al acabar la contienda. En otros casos, como en las aguas de Haw¨¢i, se trata de armas estadounidenses que simplemente se quedaron viejas.
Solo en la porci¨®n alemana de los mares del Norte y B¨¢ltico, una de las mejor estudiadas y de las m¨¢s contaminadas, hay algo m¨¢s de 1,6 millones de toneladas de municiones. Los riesgos de tanta p¨®lvora son muchos. Por un lado, a¨²n se mantiene el peligro de explosi¨®n ya sea por el deterioro de los estabilizadores como por reacciones qu¨ªmicas de los compuestos nitrogenados que forman el explosivo. Por otro lado, est¨¢ su impacto ecol¨®gico a¨²n en estudio.
Solo en las costas alemanas hay 1,6 millones de toneladas de todo tipo de munici¨®n
"Todas estas municiones son altamente explosivas", dice el investigador del Centro Helmholtz para la Investigaci¨®n Oce¨¢nica GEOMAR y principal autor del estudio,Aaron Beck. "Este es el principal motivo de preocupaci¨®n para el desarrollo de las diversas actividades costeras", a?ade. Ya en el pasado se han producido accidentes con algunos pescadores. Las prospecciones marinas, el tendido de cables submarinos o la instalaci¨®n de plataformas e¨®licas o mareomotrices hacen urgente saber cu¨¢ntos explosivos hay en el mar y d¨®nde.
El problema es que, como reconoce Beck, no se sabe. "Los registros hist¨®ricos de las municiones arrojadas al mar son muy pobres y se desconoce con exactitud la cantidad y localizaci¨®n del material no explosionado, como minas o proyectiles disparados que no llegaron a estallar. La mayor¨ªa de los registros actuales no son de f¨¢cil acceso y su disponibilidad var¨ªa seg¨²n el pa¨ªs que sea. Hasta donde sabemos, Alemania tiene uno de los archivos p¨²blicos m¨¢s completos que se puede consultar en la p¨¢gina Amucad.org", comenta.
Hasta la firma del convenio de Oslo en 1972 (en realidad hasta el de Londres varios a?os m¨¢s tarde) cualquiera pod¨ªa tirar al mar cualquier cosa. Desde tanques obsoletos hasta armas qu¨ªmicas acababan en el fondo del mar. Algunos pa¨ªses, como Espa?a, segu¨ªa haci¨¦ndolo hasta fechas m¨¢s recientes. Los diferentes Ej¨¦rcitos y la Armada lanzaron miles de toneladas de munici¨®n caducada en seis puntos de las costas espa?olas hasta que la pr¨¢ctica se prohibi¨® en 1995.
Un estudio en Haw¨¢i mostr¨® que el 95% del material arrojado al mar tras la II Guerra Mundial estaba corro¨ªdo
Pero el tiempo se encarga de recuperarlo todo, por muy profundo que est¨¦. El estudio del GEOMAR revisa el comportamiento de los metales usados como carcasas o casquillos que encapsulan el explosivo. No hay una misma evoluci¨®n temporal ni una fecha de caducidad, ya que influyen la composici¨®n y calidad del metal, por un lado, y la salinidad, temperatura o el flujo de ox¨ªgeno (corrientes), por el otro. Combinando todos esos factores se puede obtener una ratio de corrosi¨®n. Un estudio con municiones de la IIGM en un vertedero marino de EE UU en las islas Haw¨¢i comprob¨® que el 95% del material mostraba un severo grado de corrosi¨®n.
"Nuestros colegas del Instituto Fraunhofer de Tecnolog¨ªa Qu¨ªmica han realizado mediciones con explosivos recuperados de debajo del agua y han encontrado que la exposici¨®n a largo plazo al agua del mar hace que incluso sean m¨¢s sensibles a la explosi¨®n", sostiene el investigador alem¨¢n. La gran mayor¨ªa del explosivo est¨¢ formado por tres compuestos: la dinamita o TNT, ciclonita o RDX o el m¨¢s reciente oct¨®geno o HMX. Los dos primeros, seg¨²n algunos trabajos, muestran toxicidad para los seres vivos. El RDX, por ejemplo, interfiere en la fotos¨ªntesis de las zooxantelas, unas algas microsc¨®picas que est¨¢n en buena parte de la base de la vida marina.
El investigador del Instituto de Ciencias Marinas de Andaluc¨ªa y el CSIC, Juli¨¢n Blasco, ha revisado esta investigaci¨®n: "Se?ala lo que no se sabe y es m¨¢s de lo que se sabe". Y ese grado de desconocimiento de lo que hay en el fondo del mar es un peligro para todos. "Cada vez hay m¨¢s actividades costeras, como el dragado para aerogeneradores, lo que eleva el riesgo de explosi¨®n accidental", dice. En cuanto a su toxicidad, a¨²n hay que investigar mucho el comportamiento del material explosivo en el agua del mar. Lo que s¨ª parece claro es que, como dice Blasco, unas decisiones y acciones del siglo XX "ser¨¢n un problema en el XXI".
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