Aplaudir el asesinato
Plantear diferencias entre las v¨ªctimas supone aceptar que el terrorismo de Estado estaba justificado
Hay algunos libros que llevan inmediatamente a un recuerdo suprimido u olvidado. Hace ya 10 a?os que le¨ª el ensayo de investigaci¨®n Guerra sucia, manos limpias, del irland¨¦s Paddy Woodworth, en el que elaboraba, a partir de fuentes period¨ªsticas y de entrevistas con testigos, supervivientes y familiares de v¨ªctimas, una de las primeras y m¨¢s completas historias de los GAL.
En ese libro me encontr¨¦ con la descripci¨®n del asesinato de Santiago Brouard a manos de dos mercenarios de los GAL en 1984. Lo mataron en su consulta de pediatr¨ªa mientras atend¨ªa a una ni?a. Y entonces me sobrevino, casi con violencia, una imagen que hab¨ªa borrado de mi memoria: una cena en familia, la m¨²sica del telediario con el avance de la noticia de ¨²ltima hora, un atentado en Bilbao, la cara de mi madre transform¨¢ndose en una mueca de dolor, sus palabras: ¡°Dios m¨ªo, han matado a Santi Brouard¡±. Yo entonces ten¨ªa 10 a?os y solo sab¨ªa que Brouard era mi pediatra. No sab¨ªa que era uno de los pol¨ªticos de la izquierda abertzale m¨¢s influyentes del momento. Tampoco sab¨ªa, aunque ya empezaba a familiarizarme con el acr¨®nimo, nada de los GAL, solo que en las pintadas de mi pueblo lo equiparaban con el PSOE, que yo s¨ª sab¨ªa que era el partido que gobernaba el pa¨ªs. Espa?a.
?Por qu¨¦ dedico esta columna a un tema tan remoto, de tan poca actualidad? Porque esta semana he recordado a Santiago Brouard con el aniversario de otro atentado de los GAL: hotel Monbar, Bayona, 25 de septiembre de 1985. All¨ª fueron asesinados, tambi¨¦n por dos mercenarios, cuatro presuntos miembros de ETA, algunos con causas pendientes en Espa?a: Joxe Maria Etzaniz, Inaxio Asteasuinzarra, Xabin Etxaide y Agust¨ªn Irazustabarrena. Algunos de ustedes pensar¨¢n inmediatamente: bueno, eran cuatro etarras, a saber qu¨¦¡ Igual les es m¨¢s f¨¢cil condenar a los GAL si recuerdan que tambi¨¦n asesinaron, por error, a una estudiante de 16 a?os; o que secuestraron al inocente Segundo Marey; o que mataron a Juan Carlos Garc¨ªa Goena, un objetor de conciencia exiliado en Francia; que asesinaron al menos a 10 personas sin ninguna relaci¨®n con ETA. Pero plantear diferencias entre las v¨ªctimas supone aceptar que el terrorismo de Estado, cuando acertaba y eliminaba a supuestos terroristas, estaba justificado. Aceptarlas significa justificar ejecuciones extrajudiciales en ¨¦poca democr¨¢tica.
Y esto es precisamente lo que hicieron el Partido Popular y la Audiencia Nacional (separaci¨®n de poderes y tal) en 2015 con algunas familias de v¨ªctimas de los GAL, el Batall¨®n Vasco Espa?ol y la Triple A, como con los asesinados del hotel Monbar. Sentenciaron que como sus muertos eran etarras (eliminando toda presunci¨®n de inocencia porque en ning¨²n caso est¨¢ probada judicialmente su pertenencia a ETA), no tienen derecho a reconocimiento ni a indemnizaciones.
Ya s¨¦ el horror que caus¨® ETA, la cantidad de muertos, los da?os irreparables, pero nada de lo que hizo ETA justifica el terrorismo de Estado. Nada de lo que hicieron las v¨ªctimas de la guerra sucia (con los que s¨ª acertaron y pertenec¨ªan a ETA) justifica que a sus familiares el Estado no les considere v¨ªctimas. Buscar justificaci¨®n, jerarquizar, significa aplaudir pol¨ªtica y judicialmente el asesinato.
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