Por treinta a?os m¨¢s
El triunfo del no a Pinochet en el refer¨¦ndum de 1988 organizado por la dictadura chilena para perpetuarse en el poder reflej¨® la voluntad profunda del pueblo de recuperar y vivir en democracia
Toda dictadura genera distintas estrategias para enfrentarla y la chilena no fue una excepci¨®n. Despu¨¦s del golpe de 1973 y su feroz represi¨®n inicial, durante casi toda la d¨¦cada siguiente, el Gobierno de Pinochet se fortaleci¨®, se asent¨® y se institucionaliz¨® a trav¨¦s de una nueva Constituci¨®n en 1980. De manera paralela, las fuerzas opositoras, que pronto entendieron que la intenci¨®n de Pinochet era quedarse por un largo periodo en el poder, dise?aron f¨®rmulas para derrocarlo. Algunos buscaban la posibilidad de emplear la lucha en todos sus sentidos y otros una estrategia de reconstrucci¨®n de los partidos pol¨ªticos y de otras organizaciones de la sociedad civil. Dilema importante porque, inevitablemente, la forma de salir de la dictadura condiciona el futuro del pa¨ªs.
La d¨¦cada de 1980 se inici¨® con los primeros atisbos opositores, tras unas modestas protestas en 1982, luego de una profunda crisis econ¨®mica en la que el PIB del pa¨ªs cay¨® un 14% respecto de a?os anteriores. Estas protestas fueron el germen de un largo proceso de reconstrucci¨®n de fuerzas opositoras pol¨ªticas que debieron rearmarse y convocar a esos sectores que todav¨ªa se atrev¨ªan a so?ar.
Hoy, 30 a?os despu¨¦s, recuerdo pueblos y villorrios apartados en los que viv¨ªan personas que no cre¨ªan en nada porque les hab¨ªan quitado todo, comenzando por su libertad, pero que lentamente comenzaban a so?ar en la posibilidad de otro Chile. Recuerdo especialmente a una mujer en el lejano Chilo¨¦, en un peque?o pueblo llamado Chonchi, que lleg¨® caminando sola bajo la lluvia, vestida de negro, a una reuni¨®n en una sala de clases de un colegio donde no ¨¦ramos m¨¢s de 20. Al finalizar, trat¨¦ de hablar con ella, pero ya se hab¨ªa ido, silenciosa como lleg¨®.
La Constituci¨®n de Pinochet de 1980 establec¨ªa que luego de ocho a?os m¨¢s en el poder, se llamar¨ªa a plebiscito para elegir a un candidato designado por la Junta Militar para los siguientes ocho a?os. Ese candidato no pod¨ªa ser otro que Pinochet. Por ello, en 1987 el Gobierno llam¨® a inscribirse voluntariamente en los registros electorales y votar en dicho plebiscito, y el primero en hacerlo fue Augusto Pinochet.
¡°?Inscripci¨®n traici¨®n!¡±, gritaron algunos de los partidarios de todas las formas de lucha
Era notable el concepto: inscribirse en los registros electorales era voluntario y obviamente todos los pinochetistas corrieron a hacerlo. De ah¨ª entonces que comenzamos un largo proceso para tambi¨¦n nosotros inscribirnos. No era f¨¢cil. Hab¨ªa que partir aceptando la Constituci¨®n ileg¨ªtima de Pinochet, ¡°?Inscripci¨®n traici¨®n!¡± gritaron algunos de los partidarios de todas las formas de lucha y, por esto, no todos los partidos quer¨ªan inscribirse. Otros, en cambio, decidimos inscribirnos en los registros electorales convencidos de que ¨¦ramos mayor¨ªa para derrotar a la dictadura. Sin embargo, nuestro problema era que necesariamente deb¨ªamos crear un partido pol¨ªtico porque todos nuestros referentes ¡ªlos partidos socialistas, comunista y liberal¡ª estaban prohibidos por el art¨ªculo 8 al considerarse ¡°partidos marxistas¡±. Por ello, decidimos inscribir un partido que se llamar¨ªa el Partido por la Democracia (PPD), pensando que iba a ser posible unir a todas las fuerzas democr¨¢ticas bajo ese paraguas. Por desgracia, los otros partidos que estaban en condiciones de inscribirse, como la Democracia Cristiana y el Partido Radical, lo hicieron por su cuenta. En todo caso, para poder participar en el plebiscito como izquierda llamamos a constituir el PPD el 15 de diciembre de 1987 y corrimos contra el tiempo para alcanzar el n¨²mero de firmas suficientes para marzo de 1988.
Es decir, ten¨ªamos que convencer a aquellos que ya estaban inscritos en los registros electorales de que necesit¨¢bamos su firma y que declararan su respaldo a un partido anti-Pinochet: hab¨ªa que vencer el miedo. Lentamente se fueron agrupando aquellos que no cre¨ªan, pero que empezaban a hacerlo. Fue all¨ª donde se produjo esta confluencia entre dirigentes y dirigidos, en una suerte de confianza en que, a pesar de todas las dificultades, las cosas saldr¨ªan bien. Ese era el trasfondo m¨¢s profundo de nuestra ¨¦pica: para ganarle a Pinochet deb¨ªamos convencer a millones de chilenos de que pod¨ªamos so?ar con un Chile distinto. Es en este sentido que me parece tan importante a 30 a?os del triunfo del no, decir que s¨ª; que fue un triunfo de la Pol¨ªtica, con may¨²scula.
Algunos creen que con el paso del tiempo es posible olvidar el verdadero sentido del plebiscito y que fue una elecci¨®n de poca trascendencia. ?No! El plebiscito de 1988 fue el gran parteaguas de la historia de Chile. Ante la historia, el s¨ª y el no fueron y seguir¨¢n siendo opciones pol¨ªticas profundamente divergentes. En ellas era un s¨ª y no a la continuidad de Pinochet y a otros ocho a?os de tortura y violaci¨®n a los derechos humanos. Y ?gan¨® el no! Dimos los c¨®mputos tres horas antes de que el dictador reconociera su derrota porque logramos la organizaci¨®n de todos los sectores pol¨ªticos que al final entendieron que la unidad de los dem¨®cratas ten¨ªa que ser el reflejo de la expresi¨®n m¨¢s profunda del pueblo chileno y su voluntad de vencer.
Hay un cierto orgullo por lo que Chile ha avanzado, pero viene acompa?adopor un gran malestar
Hoy somos otro Chile. Hay un cierto orgullo de lo que hemos avanzado, pero acompa?ado de un gran malestar. Estamos en un cambio de ¨¦poca en el que se ha transformado la interacci¨®n entre el Estado y los ciudadanos, pasando de una pol¨ªtica vertical a una horizontal, en la que el ciudadano quiere ser escuchado igual que cualquier dirigente pol¨ªtico. En este proceso, en el que la pol¨ªtica es horizontal y el ciudadano aspira a m¨¢s, se ha perdido la sinton¨ªa entre los dirigentes y la sociedad, generando un abismo de desconfianza e incredulidad. ?C¨®mo entonces reencontrarnos 30 a?os despu¨¦s de la gran gesta?
Sin confianza en los dirigentes ni en las instituciones pol¨ªticas, la argamasa que constituye el di¨¢logo constante, el contrato social de Rousseau, tiene que recrearse a la luz de las nuevas circunstancias, entendiendo que a medida que un pa¨ªs progresa, el desarrollo debe llegar a todos y no a unos pocos. El tremendo progreso t¨¦cnico que significa la revoluci¨®n digital y las nuevas formas de producir son temas que hacen que la consolidaci¨®n democr¨¢tica sea m¨¢s compleja. La globalizaci¨®n ha implicado un enorme bienestar desde el punto de vista del crecimiento econ¨®mico de los pa¨ªses, pero tambi¨¦n ha significado el surgimiento de una profunda desigualdad.
Por eso dijimos, celebremos los 30 a?os del no y enfrentemos la situaci¨®n actual para que en el futuro, en otros 30 a?os m¨¢s, volvamos a tener una gesta ¨¦pica que nos permita decir que hemos recuperado la confianza en la pol¨ªtica, en sus instituciones, y que acordamos estrategias sociales que permiten alcanzar una sociedad m¨¢s igualitaria. Con este objetivo, desde la Fundaci¨®n Democracia y Desarrollo iniciamos un di¨¢logo en las redes sociales con el proyecto 30a?os+ para recuperar la memoria a trav¨¦s de relatos sobre la vivencia del no y conversar sobre c¨®mo recuperar esa confianza (#30MasChile).
A 30 a?os del no, no solo miremos con nostalgia lo conseguido, sino que resignifiquemos los principios de ese entonces para volver a encontrarnos con la confianza ciudadana y consolidar con m¨¢s fuerzas un sistema democr¨¢tico, econ¨®mico y social que permita que todos los chilenos sean due?os de su propio destino y de sus sue?os, es decir, un pa¨ªs que vuelva a creer en sus instituciones y en la igual dignidad de cada uno de sus ciudadanos y ciudadanas.
Ricardo Lagos fue presidente de Chile entre 2000 y 2006.
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