Yo tambi¨¦n
#MeToo ha roto con una cultura del silencio ante el acoso sexual
Desde que, en octubre de 2017, estallara de forma viral un movimiento conocido por la etiqueta #MeToo, no han cesado los debates y las reacciones en torno a ¨¦l. La ca¨ªda de Harvey Weinstein, el d¨ªa 5 de aquel mes, tras ser acusado por m¨¢s de 40 mujeres de protagonizar situaciones de abuso que iban desde el acoso hasta la violaci¨®n, transform¨® el hashtag en el s¨ªmbolo de la denuncia global contra los casos de violencia sexual. Fue el d¨ªa 15 cuando la actriz Alyssa Milano public¨® el emblem¨¢tico tuit que dar¨ªa nombre al movimiento: ¡°Si todas las mujeres que han sido acosadas o agredidas sexualmente escribieran un tuit con las palabras me too,podr¨ªamos mostrar a la gente la magnitud del problema¡±. A partir de ese momento, Internet se convirti¨® en el lugar donde millones de mujeres del mundo entero compart¨ªan sus experiencias, rompiendo con la cultura del silencio que velaba una realidad omnipresente, pero eficazmente soterrada bajo la coartada del pudor de la v¨ªctima y la doble penalidad: cuando se atrev¨ªan a hablar, no se las cre¨ªa o, peor, se las culpabilizaba por lo sucedido.
Editoriales anteriores
Desde el #MeToo estadounidense al #AbortoLegalYa de Argentina o nuestro #Cu¨¦ntalo, se han ido sucediendo numerosos movimientos de impronta feminista que utilizan el poder de las redes para crear un punto de encuentro para mujeres de todo origen y condici¨®n. El feminismo 4.0 o la Cuarta Ola se inserta as¨ª en los nuevos tipos de movilizaci¨®n social que ya experimentamos en las primaveras ¨¢rabes o el 15-M, aprovechando la estructura comunicativa de Internet para compartir experiencias, mensajes y palabras de ¨¢nimo entre todas las mujeres que, habiendo decidido hablar, fueron cuestionadas. Aquel ¡°yo tambi¨¦n¡± utilizaba el poder de la empat¨ªa para expulsar del cuerpo social una incomprensible lacra medieval: el miedo de la v¨ªctima a denunciar por temor a la humillaci¨®n p¨²blica y privada. Ah¨ª radica el profundo cambio social que se ha producido gracias al #MeToo: que la indispensable presunci¨®n de inocencia del acusado deje de convertirse en escarnio y presunci¨®n de culpabilidad para la mujer denunciante.
#MeToo representa la reacci¨®n de las mujeres ante las injusticias que desgraciadamente padecen y que han decidido compartir en voz alta. Sabemos que casi cuatro de cada diez mujeres experimentan violencia f¨ªsica o sexual a lo largo de su vida, una de cada tres en el caso de las europeas. Y es aqu¨ª, en la moderna Europa, donde m¨¢s de la mitad de las mujeres ha sido acosada sexualmente, y donde una de cada veinte ha sido violada. Muchas de estas manifestaciones de abuso se producen, adem¨¢s, aprovechando posiciones de poder, lo que hace m¨¢s dif¨ªcil denunciarlas.
Sin menoscabo alguno de la importancia del derecho al juicio justo y la presunci¨®n de inocencia, feministas como Margaret Atwood han se?alado algo importante: ¡°Con demasiada frecuencia, las mujeres y otros denunciantes de abuso sexual no pudieron obtener una audiencia imparcial a trav¨¦s de las instituciones, incluidas las estructuras corporativas, por lo que utilizaron una nueva herramienta: Internet¡±. Es esa herramienta la que tambi¨¦n nos brinda respuestas en un momento en el que la lucha por los derechos civiles es intensa. Las mujeres se han empoderado para defender con voz propia su libertad y dignidad. Ese es el legado de #MeToo.
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