Derecho de autodeterminaci¨®n
Del derecho a decidir se ha pasado al de autodeterminaci¨®n, entendido ahora como derecho de una naci¨®n soberana a la secesi¨®n
No faltaron durante los a?os de Rep¨²blica declaraciones sobre el derecho de autodeterminaci¨®n por parte de nacionalistas catalanes, entendido al modo confederal, como una facultad com¨²n a todos los pueblos ib¨¦ricos. Pero cuando autodeterminaci¨®n signific¨® derecho a la secesi¨®n fue durante la Guerra Civil, en los memorandos que los Gobiernos vasco y catal¨¢n presentaron ante el Foreign Office y el Quai d¡¯Orsay identific¨¢ndose como una tercera fuerza en ¡°la guerra peninsular¡±. Ni rojos, ni blancos, los nacionalistas catalanes y vascos, que aseguraban combatir solo por sus intereses nacionales, cre¨ªan que Reino Unido y Francia sacar¨ªan buen partido de una alianza a cuatro que les garantizara su frontera terrestre y asegurara una r¨¢pida comunicaci¨®n entre los mares Cant¨¢brico y Mediterr¨¢neo.
Enterradas en el archivo correspondiente, ¡°nuestras notas nunca tuvieron respuesta¡±, lamentaba en sus memorias Carles Pi i Sunyer, que dio por liquidada la Rep¨²blica y periclitados sus estatutos. Inasequibles al desaliento, los consejos nacionales de Catalu?a y Euskadi en Londres volvieron a plantear en 1941 el derecho de autodeterminaci¨®n, como si Reino Unido no tuviera otra cosa en qu¨¦ pensar. Y lo mismo ocurri¨® en abril de 1945 cuando la delegaci¨®n en Estados Unidos del Consell Nacional Catal¨¤ present¨® una apelaci¨®n ante las Naciones Unidas acompa?ada del mapa de la Pen¨ªnsula dividido en cinco peninsular nationalities: Portugal, Galicia, Euskadi cum Navarra y Catalu?a cum Pa¨ªs Valenciano y las islas, m¨¢s Espa?a, con el prop¨®sito de que la ONU diera su benepl¨¢cito a la formaci¨®n de una ¡°Confederaci¨® d¡¯Estats d¡¯Iberia¡±.
Hab¨ªa que buscar una f¨®rmula que reconociera la diversidad de pueblos, regiones y nacionalidades en el Estado
Ni los aliados ni las Naciones Unidas dieron curso a la demanda de reinstauraci¨®n de la Rep¨²blica espa?ola, reivindicada por los republicanos, ni a la de autodeterminaci¨®n de Catalu?a y Euskadi, demandada por los nacionalistas. Espa?a qued¨® abandonada a su suerte y habr¨¢ que esperar a la d¨¦cada de 1960 para que el catalanismo pol¨ªtico resurja con fuerza en el interior. Cat¨®licos, socialistas, comunistas llegar¨¢n en 1969 a la formaci¨®n de una Comissi¨® Coordinadora de Forces Politiques, que en su primera declaraci¨®n reivindicaba el restablecimiento del Estatuto de 1932 como base de partida para que el pueblo catal¨¢n pueda decidir libremente su futuro, junto al ¡°derecho que a la autodeterminaci¨®n tienen el resto de los pueblos del Estado espa?ol¡±. Estatuto como base de un generalizado derecho de autodeterminaci¨®n constituye una f¨®rmula que har¨¢ suya toda la oposici¨®n, con un a?adido: esos pueblos del Estado se definir¨¢n como nacionalidades y regiones, aun si el protagonismo de comunistas y socialistas sumaba a todo esto la necesaria unidad de la clase obrera.
Hab¨ªa que buscar, pues, una f¨®rmula que, sobre la unidad obrera, reconociera la diversidad de pueblos, regiones y nacionalidades dentro del Estado. La encontraron en mayo de 1976, cuando la Plataforma de Convergencia Democr¨¢tica reconoci¨® el derecho de Catalu?a al Estatuto de 1932, y el Consell y la Assemblea de Catalunya aceptaron el derecho a la autonom¨ªa de todas las regiones y nacionalidades. Autodeterminaci¨®n fue sustituida en despachos y en la calle por estatutos de autonom¨ªa, y a nadie sorprendi¨® que en las declaraciones pol¨ªticas de car¨¢cter general, de 27 de julio de 1977, la voz autonom¨ªa apareciera en boca de los diputados reci¨¦n elegidos en 30 ocasiones, solidaridad en diez y autodeterminaci¨®n solo en una y referida al pueblo saharaui.
Autodeterminaci¨®n qued¨®, pues, como una reivindicaci¨®n muy minoritaria hasta que en el documento de trabajo anejo a la Declaraci¨®n de Barcelona de 1998 (pero no en la Declaraci¨®n), PNV, CiU y BNG abogaran por su reconocimiento, aplicable a todas las nacionalidades y pueblos con vistas a la creaci¨®n de un Estado plurinacional. A?os despu¨¦s, cuando Artur Mas emprendi¨® la refundaci¨®n del catalanismo, todav¨ªa no habl¨® de autodeterminaci¨®n, sino de derecho a decidir. Pero no se necesit¨® m¨¢s que la rivalidad entre nacionalistas por la hegemon¨ªa para que del derecho a decidir se pasara, sin m¨¢s tapujos, al de autodeterminaci¨®n, entendido ahora como derecho de una naci¨®n soberana a la secesi¨®n. Y esto es lo que Torra propone como materia de negociaci¨®n mientras alienta a los CDR, convencido de que la Uni¨®n Europea acabar¨¢ por intervenir cuando el nivel de violencia alcance l¨ªmites insoportables.
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