?La ¡®izquierda¡¯ reaccionaria existe!
El populismo, en realidad, no tiene ideolog¨ªa fija, es s¨®lo una estrategia de conquista del poder
La ideolog¨ªa nacionalista de derecha y extrema derecha se apodera, lenta pero segura, del pensamiento de izquierdas y sobre todo de extrema izquierda. Con la crisis de 2008, surgieron movimientos de capas sociales intermedias que constituyeron, en casi todos los pa¨ªses europeos, la base socio-pol¨ªtica de populismos opuestos al sistema vigente. Fue Italia, este gran laboratorio experimental europeo, quien indic¨® las tendencias fundamentales del nuevo curso. El Movimiento 5 Estrellas, de Beppe Grillo, plante¨®, primero desde una perspectiva anticapitalista y aparentemente izquierdista, la cuesti¨®n de la lucha, tanto contra el sistema pol¨ªtico italiano como contra la pol¨ªtica de austeridad de la UE. Su movimiento defiende hoy, con nuevos dirigentes, una ideolog¨ªa claramente nacionalista y xen¨®foba (contra Europa y los extranjeros) en alianza con la ultraderecha lombarda, que se viene nutriendo del esti¨¦rcol neofascista desde hace casi tres d¨¦cadas.
En Francia, el movimiento Francia Insumisa empez¨® con un discurso populista progresista, comparable al de Podemos en Espa?a, pero se ha ido transformando y dando espacio en su seno a corrientes xen¨®fobas, antinmigrantes, que difunden los prejuicios m¨¢s cutres de la extrema derecha francesa. Entre las dos vueltas de las presidenciales de 2017, su dirigente-candidato, Jean Luc Melenchon, rechaz¨® elegir entre Macron, dem¨®crata liberal, y la neofascista antieuropea Marine Le Pen. Ahora, baja la cabeza delante de las corrientes xen¨®fobas en su movimiento, utilizando f¨®rmulas ambiguas para justificarlas. En Alemania, Sahra Wagenknecht, exdirigente del partido izquierdista Die Linke, acaba de crear un movimiento cuyo nombre es todo un programa: Aufstehen (De Pie) orientado, casi exclusivamente, a la lucha contra los refugiados ?ayudados por la liberal ?ngela Merkel!
Se trata de movimientos populistas que pasan sin transici¨®n de unas ideas supuestamente anticapitalistas al nacional populismo. La misma evoluci¨®n que se produce en partidos social-dem¨®cratas: en Dinamarca, en Holanda y en Austria, sin hablar, por supuesto, del caldo de cultivo racista que hierve por doquier en los pa¨ªses del Este. Razones invocadas: los inmigrantes ¡°roban¡± el empleo a los nacionales y hacen bajar los sueldos. Todos los datos demuestran que la inmigraci¨®n no es una carga.
Sabemos que los argumentos econ¨®micos contra la inmigraci¨®n son falsos, pero ?no importa!, pues estos movimientos utilizan las percepciones inmediatas para prosperar. Y la verdadera explicaci¨®n de esta involuci¨®n cultural es siempre la misma: las elecciones se aproximan y como nadie puede negar que la insolidaridad ha ganado terreno, para ganar unos votos hay que acudir al chivo expiatorio de turno: el inmigrante. El populismo, en realidad, no tiene ideolog¨ªa fija, es s¨®lo una estrategia de conquista del poder. Y la izquierda, al utilizarlo, se vuelve inevitablemente reaccionaria.
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