Hinchas de nuevo cu?o
La polarizaci¨®n no ofrece la misma estabilidad en los apoyos que los de la vieja lealtad de partido

La victoria de Bolsonaro en la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Brasil nos devuelve al desconcierto: al impacto que provoca que un l¨ªder de discurso xen¨®fobo, machista y autoritario tome el poder o est¨¦ cerca de hacerlo. Viendo la deriva del ciclo pol¨ªtico en Europa y Estados Unidos, lo que sorprende es que no salgamos de nuestro asombro ante un nuevo ascenso de la extrema derecha. Al fin y al cabo, el ¨¦xito de Bolsonaro representa el reverso de un gran fracaso: el enorme descalabro del PT, proporcional al drama econ¨®mico y pol¨ªtico que ha sufrido el pa¨ªs en los ¨²ltimos a?os.
Aunque la crisis de Brasil haya sido de mayor intensidad que en otros pa¨ªses, sus consecuencias pol¨ªticas son similares: desplome de las formaciones tradicionales y otrora hegem¨®nicas y aparici¨®n de nuevos candidatos que sacuden el sistema de partidos con un discurso radical, generando un dilema a quienes los necesiten para formar mayor¨ªas parlamentarias.
Preguntarse por la estabilidad de estos cambios nos lleva a qu¨¦ tipo de v¨ªnculos, de identificaci¨®n, se est¨¢ desarrollando entre votantes y partidos. Sabemos que el ascenso populista no se comprende sin el desmoronamiento del modelo tradicional de votantes, cuyos apoyos eran predecibles porque sus identidades de partido se forjaban en la socializaci¨®n temprana y en el h¨¢bito del voto. Los anclajes partidistas de los votantes de hoy son m¨¢s d¨¦biles. Por eso, aunque por el tono radical de su discurso uno est¨¦ tentado de calificar a los electores de partidos radicales de hooligans pol¨ªticos, estos poco se parecen a la vieja hinchada partidista. Sus apoyos no se sostienen en el h¨¢bito, la lealtad y la socializaci¨®n de partido, sino m¨¢s bien en el antagonismo, la polarizaci¨®n y la demonizaci¨®n del adversario pol¨ªtico que proclaman sus l¨ªderes.
La polarizaci¨®n no ofrece la misma estabilidad en los apoyos que los de la vieja lealtad de partido. Puede ayudar a que los partidos movilicen y contengan el flujo de votos. Pero existe el riesgo de que acaben alimentando una hinchada cuya lealtad ¨²ltima no se proyecta hacia el partido, sino hacia el ideal y el cambio que se les promete. Que expresan su reivindicaci¨®n fuera de los intereses o medios fijados por el aparato. Que no profesan la suficiente lealtad partidista para impedirles tildar de traidores a quienes instigaron su radicalidad. @sandraleon_
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