El candidato ultra Bolsonaro logra una gran victoria en la primera vuelta
El pol¨ªtico ultraconservador obtiene el 46,3% de los votos, frente al 28,8% de Haddad, lo que aboca a Brasil a una segunda cita el 28 de octubre y la necesidad de un vuelco radical para evitar el triunfo de la extrema derecha
Un pol¨ªtico autoritario, racista, machista, hom¨®fobo¡ Un adorador de la dictadura que sumi¨® a Brasil en una de sus ¨¦pocas m¨¢s oscuras durante 20 a?os. Jair Messias Bolsonaro, el defensor de los valores m¨¢s retr¨®grados, esos que cada vez con m¨¢s fuerza campan sin freno por todo el mundo,? acaricia la presidencia del pa¨ªs sudamericano. Con el 98% de los votos escrutados, el l¨ªder de extrema derecha obtuvo el 46,3% de los votos, frente al 28,8% de Fernando Haddad, el candidato designado por Lula. Solo un vuelco radical, quim¨¦rico, el 28 de octubre, evitar¨¢ que la extrema derecha gobierne a partir del 1 de enero el pa¨ªs m¨¢s grande de Am¨¦rica Latina.
El pa¨ªs encara ahora tres semanas decisivas sumido en una polarizaci¨®n que obligar¨¢ a los dos aspirantes a convencer a los electores de que opten por lo que han rechazado hasta ahora. En el caso de Bolsonaro, es la pregunta del mill¨®n: ?c¨®mo va a dirigirse al centro si ser un radical de extrema derecha le ha llevado hasta donde en teor¨ªa no deber¨ªa haber llegado? ?le compensa el esfuerzo cuando reniega de ¨¦l el 44% del electorado? Mientras, Haddad previsiblemente le arrojar¨¢ todo lo que tenga a mano, es decir, todas las armas de la vieja pol¨ªtica, que tan bien maneja, o manejaba, el Partido de los Trabajadores. La formaci¨®n tradicional de la izquierda brasile?a ahondar¨¢ en los ataques contra el exmilitar, a quien acusa de no respetar los derechos humanos y de querer hacer retroceder 40 a?os al pa¨ªs.
Pero Bolsonaro tiene a su favor que nada de esto es nuevo, ni le ha frenado hasta ahora. Es m¨¢s, el desinter¨¦s brasile?o por la democracia, un sentimiento que se cre¨ªa inexistente hasta que lleg¨® a ¨¦l, parece protegerle de cualquier ataque. Y a la vez, el antipetismo (contrarios al PT), un sentimiento que se sab¨ªa grande pero no hasta qu¨¦ punto, le hace de combustible inextinguible. Si hace diez d¨ªas, m¨¢s del 59% de los votantes del militar era antipetista declarado, ahora le queda seducir al desencantado centro, que acaba de quedarse hu¨¦rfano: ¨¦l quiz¨¢ no es el candidato perfecto, pero para ese sector, al menos no es el PT.
Considerablemente mayor es el desaf¨ªo al que se enfrenta Haddad. Ahora m¨¢s que nunca, debe ganarse los votos reservados para Lula da Silva a la vez que debe librarse de la alargada sombra de su mentor para ganarse al menos parte del electorado antipetista. Su ¨²nica esperanza de derrotar a Bolsonaro es unificar esos dos bandos, enfrentados desde hace a?os, y erigirse candidato del centro, precisamente donde reina el antipetismo y donde mayor es la tentaci¨®n de pasarse al bando de Bolsonaro. Para ello tiene la baza de presentarse como un dem¨®crata mayor que su rival en esta decisiva segunda vuelta. Nada m¨¢s confirmarse que habr¨ªa segunda cita electoral, Haddad compareci¨® e hizo continuas referencias a que Brasil debe proseguir por una senda democr¨¢tica.
Las pr¨®ximas tres semanas obligar¨¢n tambi¨¦n al resto de los pol¨ªticos y partidos a posicionarse. El silencio se interpretar¨¢ como un apoyo t¨¢cito al proyecto del ultraconservador. Hasta ahora, la polarizaci¨®n ha impedido que las posiciones m¨¢s moderadas se volviesen una opci¨®n de voto. El candidato centroizquierdista del PDT, Ciro Gomes, tercero con el 12% de los votos, ha mostrado su rechazo a Bolsonaro y ha asegurado que apoyar¨¢ a Haddad. Pero precedentes de apoyo al pol¨ªtico ultra a lo largo y ancho del armaz¨®n del poder brasile?o no faltan. Los ¨²ltimos d¨ªas de campa?a, cuando la intenci¨®n de voto de Bolsonaro se dispar¨®, la Bolsa comenz¨® a cerrar al alza, grupos de diputados osaron mostrar su apoyo al probable ganador y los evang¨¦licos lo ungieron como su favorito.
El claro triunfo de Bolsonaro en primera vuelta deja tambi¨¦n m¨²ltiples derrotas. La sacudida que ha sufrido el Partido de los Trabajadores es asombrosa. La sombra de Lula, el pol¨ªtico m¨¢s carism¨¢tico de la historia del pa¨ªs y protagonista de la ca¨ªda en desgracia m¨¢s sonada de su historia reciente, ha resultado ser un elemento t¨®xico. Cuando no le quedaron m¨¢s opciones que renunciar a su candidatura, a principios de septiembre, por estar condenado en la segunda instancia por corrupci¨®n y adem¨¢s en la c¨¢rcel desde abril, su candidatura imposible contaba con un 39% de los apoyos. Nadie lograba superarlo. Tras 17 recursos a la justicia, Lula acab¨® designando a Fernando Haddad como su sucesor, pero fue en vano. Los brasile?os han demostrado que, de querer, le quer¨ªan a ¨¦l, no a alguien que se presentar¨ªa bajo las siglas de un partido marcado por la corrupci¨®n y desgastado entre la clase media y las m¨¢s desfavorecidas, las mismas que les dieron el poder 13 de los ¨²ltimos 15 a?os.
Tambi¨¦n las encuestas han fallado. Ning¨²n sondeo logr¨® calibrar el exponencial crecimiento del l¨ªder ultraderechista. La ¨²ltima, conocida el s¨¢bado por la noche, apuntaba que obtendr¨ªa un 40% de los votos v¨¢lidos, seis puntos menos de los que finalmente ha logrado. La misma falta de acierto que en Estados Unidos con la victoria de Donald Trump, el triunfo del Brexit o el rechazo al proceso de paz de Colombia. Como ya ocurriese, de hecho, en las ¨²ltimas elecciones brasile?as. Cuando todo parec¨ªa destinado a una segunda vuelta entre Dilma Rousseff y Marina Silva, el candidato de centro derecha A¨¦cio Neves se impuso a Silva. Finalmente, Rousseff recibi¨® 54 millones de votos y Neves, 51. Brasil qued¨® partido por la mitad y, desde entonces, el pa¨ªs se mec¨ªa a merced de los elementos. Ahora, tiene ante s¨ª el desaf¨ªo de evitar que la senda autoritaria que cabalga por el mundo se consolide en su pa¨ªs o dar una lecci¨®n en defensa de los valores democr¨¢ticos.
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