China: un MeToo a¨²n m¨¢s valioso
Un informe de la ONU de 2013 aseguraba que la mitad de los hombres en China ha ejercido violencia f¨ªsica o sexual con su pareja
El movimiento MeToo ha conseguido agitar conciencias, instituciones, empresas. Uno de sus mayores efectos se est¨¢ produciendo fuera del radar de los medios de comunicaci¨®n occidentales. En China ha desencadenado una reacci¨®n social ins¨®lita para un pa¨ªs donde el activismo suele pagarse con c¨¢rcel.
En los campus universitarios del pa¨ªs se han firmado miles de peticiones contra el abuso y la discriminaci¨®n de g¨¦nero, algo casi impensable hace cinco a?os. Estudiantes y profesores de ambos sexos se han enfrentado a la Administraci¨®n para defender la igualdad de la mujer. Cada vez m¨¢s desconocidos contactan para debatir del tema en Internet, sorteando la censura. Esto supone un riesgo personal en una dictadura como la china. Seg¨²n la expresi¨®n local, ¡°juegan al pimp¨®n en el borde de la mesa¡±. Est¨¢n cuestionando algo profundo: el crecimiento chino ha dejado a la mujer atr¨¢s. La tasa de participaci¨®n en la econom¨ªa es similar entre hombres y mujeres. Y, sin embargo, ellas ganan menos y cuentan con menos patrimonio. Por una ley de 2011, tras un divorcio la propiedad se le entrega al due?o de las escrituras, que pr¨¢cticamente siempre es el hombre.
Esta asimetr¨ªa es ahora mismo un factor de arrastre de opini¨®n. M¨¢s que el hecho de que en 70 a?os de Partido Comunista ninguna mujer se haya sentado jam¨¢s en el Comit¨¦ Permanente del Politbur¨®, el n¨²cleo del poder. M¨¢s que la persecuci¨®n de activistas, que se ha endurecido bajo el Gobierno de Xi Jinping.
Podr¨ªan parecer temas locales, pero no lo son: cualquier cambio en China afecta a una de cada cinco mujeres del mundo.
El fin de la pol¨ªtica del hijo ¨²nico est¨¢ aumentando la presi¨®n sobre las mujeres para que dejen de trabajar y se dediquen a la crianza. Para Li Maizi, la cara visible del feminismo chino, Xi est¨¢ volviendo al confucianismo m¨¢s rancio, reduciendo a las mujeres al papel de esposas sumisas y madres de la patria.
El feminismo chino no ha nacido con el MeToo. En 2015, cinco mujeres, apodadas Las Cinco Hermanas Feministas, pasaron m¨¢s de un mes en el calabozo por distribuir pegatinas contra el acoso sexual en el metro. En 2016, desfilaron en Pek¨ªn con trajes de novia ensangrentados y pancartas que dec¨ªan: ¡°El amor no justifica la violencia¡±. Un informe de la ONU de 2013 aseguraba que la mitad de los hombres en China ha ejercido violencia f¨ªsica o sexual con su pareja.
El valor de las acciones reivindicativas es enorme, porque los obst¨¢culos tambi¨¦n lo son. Cuando estall¨® el caso Weinstein, miles de mujeres en China contaron en la Red sus historias de abusos. En unas horas, la censura las borr¨®. Surgieron otras.
La duda es si en el pa¨ªs asi¨¢tico hay masa cr¨ªtica para consolidar cualquier movimiento civil, y eso incluye al feminismo. Pero ahora se aprecia un hilo conductor, muy fino, entre gente iconoclasta, creativa y fuerte. Las feministas est¨¢n asoci¨¢ndose a movimientos LGTBI y laboralistas. Y todo, como se dice all¨ª, con una audacia que abarca el cielo.
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