El giro de Podemos a la socialdemocracia
Este proceso de conversi¨®n reformista tiene a¨²n muchas asignaturas pendientes. Pero no parece reversible
El pacto presupuestario PSOE/Gobierno-Podemos ha cosechado ya un fruto pol¨ªtico clave: acelera el proceso de socialdemocratizaci¨®n del partido de la izquierda de la izquierda. Entendiendo por socialdemocracia la porf¨ªa por transformaciones sociales viables, sin quebrantar el sistema. O la b¨²squeda de mayor igualdad dentro de la econom¨ªa social de mercado, el capitalismo. O la elecci¨®n de la v¨ªa reformista frente a la revolucionaria.
Igual esta constataci¨®n sorprende. O incomoda. Pero no hay otra explicaci¨®n plausible si en vez de enfeudarnos en prejuicios comparamos programas. En febrero de 2016, el partido morado propon¨ªa un programa econ¨®mico ¡ªen Un pa¨ªs para la gente¡ª que inclu¨ªa un gasto adicional inmenso, de 96.000 millones, a emplear en reversi¨®n de recortes, renta garantizada, inversiones energ¨¦ticas, sanidad, ense?anza y protecci¨®n social.
Aquello supon¨ªa un 9,2% del PIB en cuatro a?os (tres puntos m¨¢s que el fracasado plan de Syriza en Grecia), y un consecuente desaf¨ªo a Bruselas y a las reglas de seriedad fiscal de la Uni¨®n Europea. El plan presupuestario de Pedro S¨¢nchez que apoya Pablo Iglesias supone unos ingresos adicionales de 5.768 millones de euros en un a?o, media d¨¦cima larga del PIB, calcula el Ejecutivo. El equivalente a un 2% de la producci¨®n anual espa?ola en una legislatura, esto es, aproximadamente la quinta parte de lo que Podemos propon¨ªa hace dos a?os y ocho meses.
Esas cifras son muy ilustrativas del cambio copernicano operado en poco tiempo entre los antisistema de ayer. Pero lo esencial es m¨¢s lo cualitativo que lo cuantitativo. El presupuesto que el Gobierno S¨¢nchez ¡ªen l¨ªnea con el pacto mencionado¡ª presenta hoy a la Comisi¨®n Europea no aspira a desafiar a ninguna instituci¨®n comunitaria, ni a incumplir ninguna regla, sino simplemente a obtener su pl¨¢cet.
Esta evoluci¨®n no es producto de una inspiraci¨®n repentina, sino del aprendizaje. De lo mal que le fue a la izquierda de Alexis Tsipras con los inventos y torpes desaf¨ªos del entra?able profesor Varoufakis. De la irrelevancia de la gauche ret¨®rica (y la otra) francesa. De lo bien que le sienta la moderaci¨®n a la izquierda portuguesa. Y de su propia experiencia, primero, intentando constructivamente pactos de legislatura; luego, obstruyendo la primera candidatura de S¨¢nchez; ahora, volviendo al pactismo.
Este proceso de conversi¨®n reformista tiene a¨²n muchas asignaturas pendientes. Pero no parece reversible.
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