El arresto de Pinochet
La detenci¨®n del dictador chileno en Londres permiti¨® juzgarlo por la Operaci¨®n C¨®ndor y reforzar la transici¨®n chilena
La noche del 16 de octubre de 1998, hace hoy 20 a?os, el general Augusto Pinochet era detenido en Londres por un escuadr¨®n de New Scotland Yard a solicitud del juez Baltasar Garz¨®n. El espa?ol V¨ªctor Pey Casado, el hombre que primero imagin¨® el arresto e inform¨® a Madrid sobre la posibilidad de acometerlo, acaba de morir este pasado 5 de octubre en Santiago de Chile a los 103 a?os, mira por d¨®nde, el mismo d¨ªa, 30 a?os despu¨¦s, del plebiscito convocado en 1988 por el entonces dictador para perpetuarse en el poder, y que el pueblo chileno aprovech¨® para acabar con su r¨¦gimen.
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Los ojos de Pey ¡ªun madrile?o huido de Catalu?a en febrero de 1939 que logr¨® embarcarse en Burdeos rumbo a Chile en el vapor Winnipeg, fletado por el c¨®nsul chileno en Par¨ªs, Pablo Neruda¡ª se posaron la ma?ana del 23 de septiembre de 1998 en unas l¨ªneas de la columna de breves del diario El Mercurio. Pinochet, dec¨ªa la noticia, hab¨ªa viajado por problemas de salud a Europa. Uno de sus destinos ¡ªel dato relevante¡ª podr¨ªa ser Londres.
¡°Si Pinochet estaba en Europa, quiz¨¢ se le podr¨ªa tomar declaraci¨®n judicial¡±, pens¨® Pey, quien ya hab¨ªa intentado un a?o antes, en 1997, una movida similar, sin ¨¦xito, con el expresidente Patricio Aylwin. Pey, de 83 a?os, amigo personal de Salvador Allende, el presidente chileno derrocado el 11 de septiembre de 1973, y expropietario del diario Clar¨ªn, estaba en plena forma. Envi¨® las cinco l¨ªneas de la noticia a Joan Garc¨¦s, el abogado que representaba a la acusaci¨®n popular en la causa de los desaparecidos de Chile abierta en la Audiencia Nacional.
Esos veintitr¨¦s d¨ªas, entre el 23 de septiembre y el 16 de octubre de 1998, desencadenaron un arresto que conmover¨ªa los cimientos del sistema incipiente de justicia universal, en un epicentro espectacular: el comit¨¦ judicial de la C¨¢mara de los Lores, que era entonces, antes de su creaci¨®n formal en 2005, Tribunal Supremo de facto de Reino Unido.
Vald¨¦s, ministro de Exteriores chileno en 1999, lamenta que ¡°el Gobierno espa?ol se negara a considerar una extradici¨®n, como propuse¡±
El ministro de Relaciones Exteriores de Chile nombrado meses despu¨¦s del arresto, Juan Gabriel Vald¨¦s, me ha escrito ayer, 15 de octubre de 2018, una carta muy reveladora: ¡°Recordar estos hechos trae para m¨ª sentimientos tan felices como amargos. Siento el momento del arresto en Londres como algo glorioso, como recibir una tonelada de ox¨ªgeno cuando se est¨¢ ahogado (...). As¨ª lo celebr¨¦ y re¨ª acompa?ado de una colega que re¨ªa y luego lloraba de emoci¨®n, porque su hermano era un desaparecido. Fueron d¨ªas de abrazos en las calles, de sonrisas ante la furia vociferante de quienes en Chile nos consideraban sus enemigos¡±.
Explica Vald¨¦s: ¡°Comenz¨® a imponerse en m¨ª la raz¨®n de Estado, el juicio pol¨ªtico, esa voz que subyac¨ªa bajo la alegr¨ªa de una justicia inmediata: me temo que habr¨¢ que traerlo a Chile a toda costa; su posible juicio en Espa?a amenaza con devolver al Ej¨¦rcito a la primera l¨ªnea de la pol¨ªtica; y relega nuestra transici¨®n al lugar de comparsa culposa de acontecimientos que no controla. Condena por ¨²ltimo a la justicia chilena a la ignominia de no haber logrado nunca procesarlo. ?Qu¨¦ hacer?¡±. Recuerda las palabras de Felipe Gonz¨¢lez en aquellos d¨ªas: ¡°?Incin¨¦rate, pero tr¨¢elo!¡±.
Reproduzco tramos de su carta: ¡°Nunca vivir¨¦ otro hecho en el que los sentimientos y la racionalidad se contrapongan de ese modo. Si le llevaban a Espa?a se iniciar¨ªa un juicio, pero tarde o temprano lo devolver¨ªan a Chile, y masas c¨ªvico-militares intentar¨ªan resucitarle como factotum pol¨ªtico del pa¨ªs. O que si mor¨ªa en Londres o en Madrid su f¨¦retro ser¨ªa acarreado como el de un h¨¦roe. Traerlo de regreso por demencia senil era otra mala opci¨®n, pero era m¨¢s tolerable. Nunca dejar¨¦ de lamentar que el Gobierno espa?ol de la ¨¦poca, 1999, se negara a considerar una extradici¨®n, como propuse, a solicitud de la justicia chilena. Esa habr¨ªa sido una opci¨®n preferible¡±.
Vald¨¦s a?ade: ¡°Tambi¨¦n cre¨ªamos que de manejarse bien la situaci¨®n, Pinochet, el personaje, pod¨ªa permanecer en suelo raso, disminuido, como consecuencia de su arresto. Depend¨ªa de nuestra capacidad institucional. Y muy especialmente del Poder Judicial¡±. Y sigue: ¡°La detenci¨®n destruy¨® toda la parafernalia institucional que Pinochet hab¨ªa dise?ado para s¨ª: su senator¨ªa designada, su ascendiente incontestado sobre los generales, su valor como referente de la derecha chilena. El regreso permiti¨® a la justicia chilena procesarlo por la Operaci¨®n C¨®ndor y otros cr¨ªmenes, y a hombres del valor del juez Juan Guzm¨¢n probar que el Poder Judicial chileno pod¨ªa recuperar su dignidad.
Hace pocas semanas, la Corte Suprema confirm¨® la sentencia que declara la confiscaci¨®n de los bienes del fallecido dictador, los que rob¨® al Estado. Pero el origen de esa decisi¨®n judicial y de otras se remonta a octubre de 1998. A la historia de c¨®mo un juez logr¨® detener a un dictador y luego, c¨®mo todos los participantes en esa historia, a veces en contradicci¨®n entre nosotros, o incluso con nosotros mismos, contribuimos a que el rostro de la justicia y la democracia se abrieran paso".
Ernesto Ekaizer es premio Ortega y Gasset de Periodismo a?o 2000 por su cobertura del caso Pinochet en EL PA?S y autor del libro Yo, Augusto.
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