Salvamento
Ante la angustiosa visi¨®n de la continua llegada de pateras a nuestras costas hay que preguntarse quien salva a quien
En cualquier calle de cualquier ciudad de Europa se puede observar cada d¨ªa con m¨¢s frecuencia la imagen de ancianas amarillentas en silla de ruedas y de viejos jadeantes con muletas, que apenas pueden con su alma, acompa?ados y asistidos por j¨®venes inmigrantes negros o hispanos. Son im¨¢genes premonitorias de la Europa que heredar¨¢n nuestros descendientes si la convulsa biolog¨ªa planetaria no acude al rescate. En un futuro no tan lejano Espa?a va necesitar cinco millones de gente joven que venga a trabajar, a integrarse, a reproducirse y a pagar impuestos. Europa va a necesitar 50 millones de extranjeros j¨®venes de cualquier color, que aporten savia nueva que la libre de su inexorable decrepitud. Ante la angustiosa visi¨®n de la continua llegada de pateras a nuestras costas hay que preguntarse qui¨¦n salva a qui¨¦n. El terrible espect¨¢culo de los inmigrantes huidos del hambre y de la guerra, que son rescatados en el Mediterr¨¢neo, de hecho, supone una operaci¨®n contraria de salvamento. Son ellos quienes vienen a salvarnos. Ahora estos n¨¢ufragos limpian el c¨²mulo de basura que dejan nuestros adorables adolescentes despu¨¦s de los conciertos y los botellones, piden limosna en la puerta de los rebosantes supermercados, realizan los trabajos m¨¢s duros que nadie quiere, contemplan con las manos en los bolsillos el paso de la historia por las esquinas. Cuando en el futuro los descendientes de estos esclavos sean tan se?ores como usted, a ellos deber¨¢ Europa agradecer el no haberse extinguido como una vieja caduca, ego¨ªsta y achacosa. Puede que alg¨²n patriota racista o xen¨®fobo, a quien uno de estos inmigrantes tal vez le est¨¢ limpiando hoy la mierda del retrete, crea que este pron¨®stico es el rid¨ªculo ensue?o de un alma blanca. Pero por mucho que le duela lo cierto es que un d¨ªa toda la humanidad ser¨¢ de color chocolate.
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