La estrategia que puede abrasar a Pablo Casado
La sobreactuaci¨®n y la sobreexposici¨®n, aplicados a la pol¨ªtica, tienen un alto potencial combustible

En su intento por ganar protagonismo pol¨ªtico y demostrar que es el l¨ªder que el PP necesita para remontar un vuelo, Pablo Casado ha elegido una estrategia que puede darle alg¨²n resultado a corto plazo, pero corre el riesgo de abrasarle antes de alcanzar la meta que se propone. Esa estrategia se basa en dos elementos, la sobreactuaci¨®n y la sobreexposici¨®n, que aplicados a la pol¨ªtica tienen un alto potencial combustible.
La sobreactuaci¨®n proporciona titulares, pero f¨¢cilmente puede volverse como un bumer¨¢n contra quien la utiliza, como muy bien ha podido comprobar la portavoz parlamentaria del PP, Dolors Montserrat. En su empe?o por a?adir dinamita a su alocuci¨®n contra la vicepresidenta en la sesi¨®n de control al Gobierno acab¨® perpetrando un barboteo inconexo e incomprensible. Convertido el hemiciclo en un teatro, lo que quedaba sobre el escenario era un mal actor. En esa tesitura, los aplausos forzados de la bancada popular resultaban una claque pat¨¦tica que lo ¨²nico que hac¨ªa era subrayar la teatralidad de su actuaci¨®n parlamentaria.
Casado abusa de la hip¨¦rbole, como cuando dijo estar convencido de que ¡°la inmensa mayor¨ªa de los j¨®venes espa?oles son del Partido Popular y a¨²n no lo saben¡± o cuando afirm¨® enf¨¢ticamente que la hispanidad era lo mejor que le hab¨ªa ocurrido a la humanidad, pues hab¨ªa permitido descubrir un nuevo mundo, como si quienes ya viv¨ªan en el continente americano estuvieran en la luna. Ni Espa?a se rompe ni la econom¨ªa se hunde porque haya un Gobierno distinto del PP. La exageraci¨®n resulta efectista, pero contribuye muy poco a construir la imagen de un l¨ªder preparado y capaz de tomar las riendas del pa¨ªs.
En su af¨¢n por tomar la iniciativa y situarse en el centro del debate pol¨ªtico, Casado tambi¨¦n incurre en sobreexposici¨®n. Cuanto m¨¢s se prodiga, m¨¢s posibilidades de error. Sobre todo si esa fren¨¦tica actividad est¨¢ marcada por el oportunismo. De su entrevista con Angela Merkel lo que quedar¨¢ es la cara, entre sorprendida y aburrida, de la canciller alemana ante el parloteo de su joven interlocutor. Hablar mal de Espa?a en los foros internacionales resulta muy poco patri¨®tico para un dirigente que ha puesto la defensa de Espa?a en el centro de su discurso. Y pone en evidencia que, en el teatro de la pol¨ªtica, se puede predicar una cosa y hacer justo la contraria.
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