Mirada al sur
Es fundamental alcanzar una vecindad estable entre Espa?a y Marruecos

La Uni¨®n Europea ha aprobado una ayuda a Marruecos, por valor de 140 millones de euros, destinada a mejorar los controles fronterizos con Espa?a. La decisi¨®n responde al creciente malestar tanto en Rabat como en Madrid por la diferencia de trato que la Uni¨®n ven¨ªa reservando a la gesti¨®n de esta frontera en comparaci¨®n con el que contempla hacia Libia y Turqu¨ªa, dos pa¨ªses que, como Marruecos, sirven de tr¨¢nsito a nutridos flujos migratorios. La importancia de la decisi¨®n reside en el hecho de que, al adoptarla, la Uni¨®n mira al sur y asume que la presi¨®n en la frontera compartida por Espa?a y Marruecos es un asunto europeo, no una cuesti¨®n bilateral.
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Las ventajas para Marruecos son evidentes, pero tambi¨¦n deber¨ªan serlo las exigencias: en concreto, el respeto a la integridad y los derechos de las personas que aguardan en su territorio para cruzar la frontera. Los beneficios para Espa?a no est¨¢n solo relacionados con el control fronterizo. La decisi¨®n adoptada por la Uni¨®n demuestra que Espa?a tiene capacidad para influir en estrategias europeas que afectan a Marruecos, de modo que, en raz¨®n de los m¨²ltiples intereses compartidos, Rabat est¨¢ obligado a considerar a nuestro pa¨ªs como un interlocutor necesario. Por otra parte, y precisamente por esa influencia, el Gobierno de Madrid no puede respaldar a ciegas cualquier acci¨®n marroqu¨ª a fin de que las eventuales diferencias entre vecinos no degeneren en contenciosos. La b¨²squeda de un equilibrio entre estos dos requerimientos es ardua pero indispensable, puesto que ni Espa?a ni Marruecos pueden permitirse que su frontera se convierta en un foco de tensi¨®n, ni la colaboraci¨®n leal deber¨ªa en ning¨²n caso confundirse con una forma de apaciguamiento. Esta ¨²ltima es, por lo dem¨¢s, la impresi¨®n que ha transmitido el Gobierno espa?ol ante casos de flagrante maltrato a los migrantes, que en algunos sucesos se ha saldado con desenlaces fatales acerca de los que Rabat no ha dado ninguna explicaci¨®n ni, sorprendentemente, tampoco Madrid se la ha requerido.
Los d¨ªas de est¨¦ril confrontaci¨®n que alcanzaron su punto culminante con el est¨²pido incidente de Perejil han quedado atr¨¢s, pero la recomposici¨®n de una estructura de relaci¨®n que evite los altos y bajos que condujeron a ¨¦l no ha terminado todav¨ªa. Hasta entonces, los sucesivos Gobiernos de ambas capitales hab¨ªan asumido que la diferencia de intereses no era motivo para enfriar las relaciones, sino para seguir consolidando mecanismos diplom¨¢ticos dirigidos a alcanzar salidas acordadas. El m¨¢s importante de esos mecanismos consist¨ªa en evitar que los problemas en un ¨¢mbito de la relaci¨®n contaminaran a los dem¨¢s, de manera que se amortiguasen los ciclos de s¨²bito deterioro del di¨¢logo y recomposiciones asentadas sobre bases siempre fr¨¢giles. El acuerdo de la Uni¨®n Europea sobre la frontera hispano-marroqu¨ª es un nuevo instrumento que sumar a esa recomposici¨®n en marcha, por m¨¢s que los recursos sean todav¨ªa limitados. La necesidad de alcanzar una vecindad estable es tan imperiosa, y tanta la experiencia acumulada acerca de lo que uno y otro puede y no puede hacer, que ninguna de las partes deber¨ªa conformarse con la correcci¨®n recelosa que parece haberse instalado durante los ¨²ltimos a?os.
Marruecos y Espa?a no est¨¢n condenadas a ninguna ciclotimia diplom¨¢tica que acabe por limitar la colaboraci¨®n en los intereses compartidos, pero, por eso mismo, tampoco a silenciar las respectivas diferencias. Es de esperar que para el Gobierno espa?ol que ha conseguido una ayuda europea que en justicia se deb¨ªa a Marruecos, el trato dispensado por Rabat a los migrantes que cruzan la frontera sea una de ellas.
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