Democracia sin apellidos
Erdog¨¢n, Orb¨¢n y Kaczynski han puesto sobre la mesa un viejo debate de la filosof¨ªa pol¨ªtica: la legitimidad que dan las urnas frente a la del derecho
Quiz¨¢ no se han dado cuenta, pero vivimos cautivos del Estado de derecho y de los medios. Lo dicen Viktor Orb¨¢n, el presidente h¨²ngaro; Jaroslaw Kaczynski, gobernante de facto en Polonia; Recep Tayyip Erdogan, en Turqu¨ªa, o Vlad¨ªmir Putin en Rusia, que pretenden colar un t¨¦rmino en el discurso pol¨ªtico: la democracia iliberal, en oposici¨®n a la democracia liberal, para equipararlas moralmente. Han puesto sobre la mesa un viejo debate de la filosof¨ªa pol¨ªtica: la legitimidad que dan las urnas frente a la del derecho.
En vez de sustentarse en la separaci¨®n de poderes y la garant¨ªa de libertades individuales, aquello que Occidente tard¨® en construir dos siglos, la democracia iliberal es comida r¨¢pida, solo se basa en la legitimaci¨®n por las urnas. Lo que manda es la participaci¨®n, porque eso es lo ¨²nico que los gobernantes quieren garantizarle al ciudadano. Y cualquier elemento que pueda ir contra la soberan¨ªa popular, sean contrapoderes nacionales o supranacionales como la Comisi¨®n Europea, hay que combatirlos.
El caso es que los dem¨®cratas iliberales se consideran los dem¨®cratas de verdad, aquellos que no se han dejado maniatar por la econom¨ªa, el derecho y los contrapoderes. Asumen el liberalismo econ¨®mico pero rechazan de pleno todos los elementos tradicionales del liberalismo pol¨ªtico. Para ellos la democracia a secas es un lastre, Europa est¨¢ presa de una doxa [opini¨®n] liberal, de un multiculturalismo que est¨¢ destruyendo los valores tradicionales. Y ellos prometen que van a defenderlos como sea. Como dijo Kaczysnki en Polonia, ¡°el enemigo es la imposibilidad legal¡±. Orb¨¢n insiste en que ¨¦l ha cogido la excavadora para demoler lo que hac¨ªa falta, pero que sigue respetando el c¨®digo de circulaci¨®n. Y hay que conced¨¦rselo: estos reg¨ªmenes no son dictaduras. Han ganado en las urnas. Pero comparten con los reg¨ªmenes autoritarios ese cinismo sobre la democracia liberal.
Nunca olvidar¨¦ una cena en Pek¨ªn con varios treinta?eros millonarios. Hab¨ªan estudiado en el extranjero y estaban de vuelta en China para hacer negocios tras los Juegos Ol¨ªmpicos de 2008. Sab¨ªan que ten¨ªan la vida resuelta gracias a los contactos de sus padres en el Partido Comunista. En los postres, uno de ellos, brillante y socarr¨®n, me solt¨®: ¡°Sin ¨¢nimo de ofender, en Occidente sois bastante naif con eso de la democracia. La invoc¨¢is todo el rato, como si la democracia lo aguantara todo¡±. Como existen ¡ªmuchos, cierto¡ª fallos en la forma, se cuestiona el fondo.
Denostada por propios y ajenos, la democracia no puede plegarse a la realpolitik y diluirse. La separaci¨®n de poderes y la igualdad ante la ley son indispensables. El marco mental de que existen dos modelos s¨®lidos pero opuestos es perverso. Una democracia no lleva apellidos.
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