¡®Amateurs¡¯
La sobreactuaci¨®n de nuestros l¨ªderes recuerda al calentarse de la boca de los p¨²giles antes de la pelea, una mera exigencia en aras del espect¨¢culo
Por la boba autoridad que concede la edad, cuando algunos ven la inmadura condici¨®n de nuestros l¨ªderes pol¨ªticos, no pueden reprimirse para ofrecer los consejos derivados de la experiencia acumulada. Pero la experiencia no es la soluci¨®n a la inexperiencia, en contra de lo que pudiera parecer. Sino que ambos son caminos paralelos que cada cual recorre cuando le toca. En el caso de Pablo Casado hay que reconocer que las lealtades equivocadas le han jugado una mala pasada. El legado de Aznar no es del todo inmaculado, como demuestra el censo carcelario en Espa?a, aumentado con la llegada del superministro econ¨®mico de aquella era. Al menos Rodrigo Rato tuvo el detalle, no as¨ª el patr¨®n de aquel barco corsario, de dirigir un gesto de disculpa a la ciudadan¨ªa desde la puerta del penal, algo que se agradece y mucho. A Rajoy le cost¨® dos elecciones sacudirse el manto de falsa protecci¨®n que le ofrec¨ªan los veteranos del partido, a¨²n desga?itados por salvar su escasa reputaci¨®n tras las mentiras que rodearon los atentados de Atocha y El Pozo. En nada le ayudaron a alcanzar el poder. As¨ª que Casado tendr¨¢ que emprender el camino sin lastres absurdos, pues ning¨²n monta?ero asciende el Himalaya con el cad¨¢ver de su maestro a hombros.
La otra jugada rastrera contra Casado ha venido de los medios. No han escarmentado por el est¨²pido protagonismo que concedieron a Trump o a Bolsonaro cuando tan solo eran candidatos friquis a un poder inalcanzable para ellos. Colocarlos en el centro del foco acab¨® por normalizarlos. Al fin y al cabo la popularidad no es una virtud sino un accidente medi¨¢tico. Cuando la popularidad se concede a un inepto es un error profesional que los periodistas deber¨ªan hacerse mirar. No vale con luego intentar mandar al psiquiatra a la ciudadan¨ªa, ya es demasiado tarde. En Espa?a ha sucedido algo parecido con esa frivolidad de alimentar la popularidad de un partido de ultraderecha. Puede que a algunos les parezca buena idea diseminar a los votantes conservadores en tres opciones, pero no est¨¢ de m¨¢s revisar el error de Mitterrand, que jug¨® a lo mismo. Gracias a aquello habit¨® sin presi¨®n 14 a?os el El¨ªseo, pero ahora ¨¦l est¨¢ muerto y lo que est¨¢ vivo es el fascismo en Francia. As¨ª que menos presi¨®n para ganarse a los radicales y m¨¢s conciencia de que la derecha es una opci¨®n de gobierno como cualquier otra.
La pol¨ªtica es para profesionales, no para amateurs. Por eso los l¨ªderes har¨ªan mejor en leer libros de boxeo que de telegenia. Los cuentos de F.?X. Toole despiden un cierto aire reaccionario pero son muy recomendables. Sus fenomenales historias de boxeo dieron incluso pie a una pel¨ªcula de otro referente conservador, Clint Eastwood, que rod¨® a partir de una de ellas Million Dollar Baby. Toole explica que la diferencia entre el boxeo amateur y el profesional est¨¢ en el modo de puntuar de los jueces. Al amateur le contabilizan por n¨²mero de golpes. Al profesional, por la calidad y profundidad de los suyos. Por eso un buen profesional suele optar por la opci¨®n de soltar cuantos menos, mejor. El pol¨ªtico amateur abusa de pu?itos dial¨¦cticos, salidas de tiesto, lluvia de insultos, faltas al respeto, desplantes y bufonadas. El profesional sienta bien los pies, respira y solo alarga el pu?o cuando va a hacer da?o de verdad. La sobreactuaci¨®n de nuestros l¨ªderes recuerda al calentarse la boca de los p¨²giles antes de la pelea, una mera exigencia en aras del espect¨¢culo. La profesionalidad est¨¢ en hablar con actos y no dar pu?etazos al aire.
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