Ante Bolsonaro

La elecci¨®n del ultraderechista Jair Bolsonaro como presidente de Brasil es un p¨¦simo augurio para el pa¨ªs m¨¢s grande de Am¨¦rica Latina y la octava econom¨ªa del mundo. Ahora lo importante es que no se convierta en un desastre para Brasil y para el resto del continente. Aupado por la crisis econ¨®mica, la violencia y la corrupci¨®n, que ha desarbolado a la oposici¨®n, Bolsonaro, un exmilitar de 63 a?os, ha llegado a la jefatura del Estado defendiendo unos principios incompatibles con una democracia como la brasile?a. Por eso es esencial que, desde las instituciones del Estado, pero, sobre todo, desde la oposici¨®n pol¨ªtica, se establezcan las barreras necesarias para que no pueda cumplir lo prometido ni convertir en realidad sus discursos hom¨®fobos, xen¨®fobos, a favor de la dictadura, de las armas, de la tortura o del encarcelamiento de los opositores.

Aunque maltrecho, el Partido de los Trabajadores, que logr¨® un 44% en la segunda vuelta, sigue siendo la principal formaci¨®n de izquierdas brasile?a y tiene un papel muy importante que jugar como cortafuegos ante los excesos del ultraderechista porque, quiera o no, debe pasar por el Parlamento para llevar a cabo sus principales pol¨ªticas. Pero no ser¨¢ f¨¢cil: la C¨¢mara brasile?a est¨¢ profundamente atomizada, con m¨¢s de 30 formaciones representadas; desprestigiada, porque fue el epicentro de alguno de los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n que acabaron da?ando al PT,? y los ultraconservadores tienen mucha influencia. El Tribunal Supremo, garante de la Constituci¨®n, puede ser tambi¨¦n muy importante para frenar las propuestas del ultra contrarias a los derechos humanos ¡ªcomo la impunidad para los polic¨ªas que maten en acto de servicio¡ª, pero Bolsonaro ha logrado la victoria desde la pol¨ªtica, y debe ser derrotado desde la pol¨ªtica.

Se trata de una oportunidad para que los partidos pol¨ªticos tradicionales ¡ªel centroizquierda, la derecha democr¨¢tica y el PT¡ª busquen la unidad que no fueron capaces de articular ante el ascenso de Bolsonaro y no se enreden en peleas partidistas ante un peligro indudablemente mayor. El exmilitar no solo ha ganado las elecciones con un discurso duro y retr¨®grado en derechos sociales, sino que, repitiendo mil veces mentiras hasta convertirlas en verdades, comunic¨¢ndose directamente con los electores a trav¨¦s de las redes sociales, ha sido capaz de convencer a los brasile?os de que representa el cambio y la renovaci¨®n. Se trata de una bandera que los partidos democr¨¢ticos tienen que recuperar y que no pueden dejar en manos de un nost¨¢lgico de la dictadura militar si no quieren que los derechos de los brasile?os den un salto hacia atr¨¢s de d¨¦cadas.

Como hemos visto en Venezuela o Nicaragua, un l¨ªder elegido en las urnas puede convertir una democracia en una dictadura corroyendo poco a poco la estructura del Estado. Dado el papel central de Brasil en la econom¨ªa y en la pol¨ªtica de Am¨¦rica Latina (y de todo el mundo), un giro autoritario podr¨ªa tener consecuencias imprevisibles sobre la estabilidad general. No solo los brasile?os se juegan mucho dejando que Jair Bolsonaro campe a sus anchas, sino todos los ciudadanos de un mundo global que ya han visto el da?o que los Trump u Orb¨¢n pueden hacer a sus propios pa¨ªses.