La matanza en diferido del PP
La ca¨ªda de Cospedal abre las entra?as de la rivalidad con Soraya Sa¨¦nz de Santamar¨ªa
Es una broma recurrente y agradecida aludir al sacrificio de Mar¨ªa Dolores de Cospedal como un despido en diferido, pero el juego define con bastante precisi¨®n la matanza p¨®stuma que se ha organizado en el PP con la munici¨®n de las psicofon¨ªas de Villarejo, confidente de la ex secretaria general del partido y verdugo circunstancial, accidental, en la faida de G¨¦nova 13.
Ha sido una ejecuci¨®n extempor¨¢nea o temporizada, seg¨²n se mire, precisamente porque la crisis sorprende a Cospedal cuando ya est¨¢ amortizada pol¨ªticamente, y porque hubiera laminado al PP de haberse precipitado hace unos meses, pero el propio diferimiento sobrentiende que el origen de la conspiraci¨®n hay que buscarla dentro del partido.
Imaginemos que Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa se ha valido de sus informaciones del CNI para descarrilar a su enemiga minimizando el impacto en la reputaci¨®n del partido. Hubiera sido nocivo hacerlo en los tiempos de marianismo. Y habr¨ªa sido muy sospechoso airear las grabaciones comprometedoras cuando pugnaban por el cargo presidiencial. Subestimaron ambas la sorpresa de Casado, constre?ido ahora a conducir hasta el cadalso el espectro de Cospedal, por mucho que la ex ministra de Defensa se movilizara a su favor en la final de las primarias.
Se aferraba Cospedal al esca?o como su ¨²ltimo espacio de resistencia y como el s¨ªmbolo residual de su poder extinto. Tanto mandaba, tanto, que citaba en su despacho a Villarejo para organizar el espionaje de sus rivales en el PP. Se supone que a espaldas de Mariano Rajoy. Y con la connivencia de los ministros de Interior m¨¢s allegados (Fern¨¢ndez D¨ªaz, Zoido).
La trama fraticida sobrentiende no ya un choque submarino entre Cospedal y Soraya, sino un conflicto entre la "para-polic¨ªa" y los servicios secretos a prop¨®sito de los intereses y requisitos de las divas. Una guerra sucia que aflora a?os y meses despu¨¦s para neutralizar quir¨²gicamente a la ex secretaria general. No deb¨ªa soportar Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa -conjeturamos- que su mayor enemiga dom¨¦stica pretendiera sobrevivir al duelo. Y no hace falta demasiada imaginaci¨®n para observarla satisfecha con el sacrificio y la soledad de su enemiga, entre otras razones porque ella misma, suponemos, ha sido quien lo ha inducido con el mando a distancia.
Traslada la matanza p¨®stuma un esc¨¢ndalo cuya gravedad se ha contenido por la traslaci¨®n espacio-temporal y por la falta de credibilidad de Villarejo, aunque las grabaciones, el espionaje y el contraespionaje ubican a Mariano Rajoy en la cl¨¢sica posici¨®n de la X. ?Conoc¨ªa o no conoc¨ªa lo que suced¨ªa en el despacho aleda?o? Solo puede concluirse una respuesta afirmativa, pero objetar¨¢ el expresidente del Gobierno que su trabajo como registrador de la propiedad no le permite ocuparse del pasado.
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