El jugador
Pedro S¨¢nchez aspira a ser la ¨²nica alternativa razonable frente a un bloque reaccionario formado por PP, Ciudadanos y Vox
En pol¨ªtica, la habilidad t¨¢ctica suele ir acompa?ada de escasa consistencia a la hora de perseguir unos objetivos generales. Es lo que se llamaba en tiempos ¡°oportunismo¡± y que ahora se cubre casi siempre con la etiqueta de ¡°pragmatismo¡±. Paralelamente, el peso creciente del marketingha dado lugar a un ascenso de la personalizaci¨®n, de manera que cada marca pol¨ªtica tiende a buscar la identificaci¨®n con un personaje que a su vez es invitado a contemplarse como propietario ¨²nico de aquella. Pablo Iglesias aqu¨ª y Matteo Renzi en Italia son buenos ejemplos.
En el marco de esa tendencia general, los casos tienden a ser singulares. Pedro S¨¢nchez ofrece una variante, orientada a alcanzar el ¨¦xito a medio plazo, donde se conjugan el valor de la tenacidad, de sobra probado tanto en su lucha por el liderazgo en el PSOE como en el per¨ªodo de Gobierno, con una cabeza aparentemente descargada de ideas propias, abierta si hace falta a las contradicciones.
Este d¨¦ficit es compensado con la eficacia de su gabinete de marketing que le gu¨ªa puntualmente para hacer atractivas sus propuestas ante la opini¨®n p¨²blica, y rechazar las cr¨ªticas y descalificaciones que le dirigen sus adversarios. O para sugerir cuando conviene giros significativos, tales como el tr¨¢nsito de rebeli¨®n a sedici¨®n o la actitud ante la Generalitat. Es un ejercicio permanente de modulaci¨®n de los mensajes. Y de sentido de la oportunidad, apreciable en la jugada magistral mediante la cual capitaliz¨® la crisis de las hipotecas. Sin olvidar c¨®mo recuper¨® en parte los errores del tema Gibraltar.
La escena pol¨ªtica se convierte as¨ª en una mesa de juego, que por la complejidad de los problemas alberga ahora tres partidas. Tal vez hasta hace poco la menos importante fuera la jugada con un aliado (Podemos) que busca maximizar sus ventajas, con su tradicional propensi¨®n antisist¨¦mica (caza al Rey, doble juego sobre Catalu?a). Y que constru¨ªa su propia imagen a costa del aliado.
El presidente del Gobierno hace un ejercicio permanente de modulaci¨®n de los mensajes con giros sobre Catalu?a o Gibraltar
La primera y decisiva partida es sin duda aquella donde tiene lugar el enfrentamiento con los desplazados del poder por la moci¨®n de censura, y ah¨ª S¨¢nchez cuenta en principio con los intereses de quienes eran en principio sus aliados contra natura, nada deseosos del regreso del PP. M¨¢s las concesiones econ¨®micas. Todo sometido al marasmo provocado por Torra y los CDR, que favorece la ofensiva del frente por el 155.
La partida central presentaba hasta el voto andaluz m¨¢s obst¨¢culos. Aun cuando el di¨¢logo le prestigi¨® ante la opini¨®n frente a Rajoy, e incluso cre¨® problemas en el frente independentista, fue al precio de tolerar la continuidad de la presi¨®n generada desde el Govern y su base social de masas. No hay en este campo acuerdo previsible. Y en el constitucionalismo falta la m¨¢s m¨ªnima cohesi¨®n. Tenemos una guerra abierta. S¨¢nchez/Iceta ignoraron a Ciudadanos, pero con el frente del 155 nada hay que hacer.
Una vez cerrada desde el independentismo la v¨ªa federal, y por encima de profundas divergencias, avanzan dos procesos convergentes. Las corrientes separatistas, sabedoras de su fracaso en 2017, logran vender la falacia de que lo del 27-O fue un simple acto simb¨®lico. Conf¨ªan adem¨¢s en que Estrasburgo anular¨¢ unas eventuales condenas espa?olas por rebeli¨®n. Y subsiste el objetivo de autodeterminaci¨®n, en una sociedad sometida a un riguroso totalitarismo horizontal, desde el Govern a TV-3. Frente a ello, S¨¢nchez solo ofrece concesiones, susceptibles de desembocar en un Estado dual, disfrazado de federalismo asim¨¦trico.
En Andaluc¨ªa se desvanecieron las expectativas continuistas y queda de manifiesto que la actitud conciliadora ante el independentismo catal¨¢n, m¨¢s el desgaste de Susana D¨ªaz, han provocado el viraje conservador. El juego se perdi¨®, si bien el desenlace a¨²n no est¨¢ claro. El PSOE puede solo reivindicar su presencia como partido ampliamente m¨¢s votado ante el triunfalismo de Casado y Rivera, de dudoso esp¨ªritu constitucional, teniendo a Vox como socio. De ah¨ª que Ciudadanos haya percibido el peligro de desnaturalizaci¨®n. Si son tan derechistas como el PP (m¨¢s Vox), ?por qu¨¦ votarles?
Despunta la amalgama que denunciaba el PSOE y S¨¢nchez la esgrimir¨¢, de formar PP-C¡¯s-Vox un tripartito andaluz, mirando a las generales. S¨¢nchez ser¨ªa la ¨²nica alternativa razonable frente a un bloque estrictamente reaccionario. Y otra vez ha jugado bien, logrando ganar tiempo con la presentaci¨®n de los Presupuestos, en cuyo debate su eliminaci¨®n implicar¨ªa puertas abiertas al poder de una derecha revanchista. Un Podemos pendular puede optar por ayudarle.
Y el 21-D, partida singular de sumo riesgo: billar a tres bandas (afirmaci¨®n, concordia, resistencia).
Antonio Elorza es profesor de Ciencia Pol¨ªtica.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.