Andaluc¨ªa: la guerra de todas las guerras
Los intereses regionales compiten con los nacionales en un laberinto que encierra a Susana D¨ªaz
![Susana D¨ªaz, el pasado 10 de noviembre, en Sevilla.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/ZTVLO7M5DAB74SMRKKNHR5B7WY.jpg?auth=049b91b97cda4d223cd68db1fcb56816aa81a73c1cfcd346a4d6dda258fa7ac6&width=414)
Antes de celebrarse las elecciones andaluzas del 2 de diciembre prosperan incluso las voces que reclaman repetirlas. Fue el candidato Juan Mar¨ªn (Ciudadanos) el primero en aventurar la hip¨®tesis, no solo como una boutade propagand¨ªstica, sino como una explicaci¨®n al desconcierto de la guerra de todos contra todos y a la correspondiente restricci¨®n de los espacios de consenso o de alianzas.
Se presume una victoria concluyente de Susana D¨ªaz, pero no se adivina un acuerdo de legislatura ni de investidura. La aversi¨®n de Teresa Rodr¨ªguez a la presidenta contraindica que vaya a ungirla como timonel de San Telmo. Y la rivalidad entre S¨¢nchez y Rivera repercute en el cortocircuito de un pacto auton¨®mico entre socialistas y naranjas, aunque la especificidad del territorio andaluz podr¨ªa relajar las posiciones cuando llegue el momento de echar las cuentas y esconder el meg¨¢fono.
Le convendr¨ªa a Ciudadanos acercarse al PSOE andaluz. Ser¨ªa la manera de alejarse de la ¡°derechona¡±, de cultivar al votante socialdem¨®crata en el balanc¨ªn del centro y hasta de asumir el acuerdo externo que ha permanecido en vigor durante casi cuatro a?os.
Rivera abomina del sanchismo en la ret¨®rica confortable de los puentes rotos, pero un acuerdo con Susana D¨ªaz tanto beneficia la capacidad ejecutiva de Ciudadanos como sobrentiende un desaf¨ªo al propio S¨¢nchez. Porque altera la relaci¨®n org¨¢nica de las izquierdas en el Parlamento nacional. Y? porque la propia Susana D¨ªaz, ¨ªntima enemiga del l¨ªder socialista, remarcar¨ªa Andaluc¨ªa como un territorio pol¨ªtico propio, no solo ajeno a las instrucciones conceptuales del presidente del Gobierno, sino reacio a cualquier espacio de colaboraci¨®n con la detestada Teresa Rodr¨ªguez.
Desheredado el PP de cualquier protagonismo en la trama, la soluci¨®n al laberinto apunta a un Gobierno en minor¨ªa de Susana D¨ªaz. Y no habr¨ªa que escandalizarse, entre otras porque su aire electoral y sus esca?os van a sobrepasar proporcionalmente el margen con que S¨¢nchez gobierna desde Madrid, pero la lideresa socialista necesita un acuerdo puntual, simb¨®lico, para la investidura. Si Ciudadanos se resiste a conced¨¦rsela, tal como parece, le corresponder¨ªa hacerlo Teresa Rodr¨ªguez, aunque incorporando un mecanismo m¨¢s o menos perverso: apoyar al PSOE con un presidente distinto.
La maniobra es el sue?o inconfesable de S¨¢nchez: su partido gana en Andaluc¨ªa como premonici¨®n del gran escenario de la victoria (municipales, auton¨®micas, europeas), se consolida la relaci¨®n con el podemismo en el pacto de las izquierdas y, sobre todo, pierde su trono Susana D¨ªaz. Tan inaceptable y humillante se antoja el escenario para la presidenta andaluza que podr¨ªa precipitarse no ya un acuerdo extempor¨¢neo con Ciudadanos sino concretarse la idea o la ocurrencia a la que apuntaba Mar¨ªn: la primera decisi¨®n de Susana D¨ªaz despu¨¦s de las elecciones consistir¨ªa en convocar otras elecciones.
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