La energ¨ªa despilfarrada
Despreciar la biomasa del monte supone, adem¨¢s de un problema ecol¨®gico, otro grav¨ªsimo de protecci¨®n civil
Cada a?o el fuego arrasa miles de hect¨¢reas en amplias zonas del planeta. Est¨¢ ocurriendo ahora mismo en California, sucedi¨® en Grecia hace unos meses y en Portugal, Canad¨¢, Chile o Australia el pasado a?o. Pero los incendios no solo queman grandes superficies de bosque, provocan decenas de muertos y traen la alarma a una sociedad que asiste incr¨¦dula al terrible espect¨¢culo de fuego, muerte y destrucci¨®n que nos mantiene en vilo cuando el calor y el viento aprietan.
Hace cincuenta a?os los campos estaban habitados y la gente aprovechaba las le?as para cocinar alimentos y calentar sus viviendas. Abr¨ªa espacios al monte, que utilizaba como huertos y parcelas en las que sembrar cereal para dar de comer al ganado en ¨¦pocas de escasez. Y reduc¨ªa peri¨®dicamente la densidad de la vegetaci¨®n para hacer ¡°comestible¡± el interior de los bosques, aprovechando los brotes tiernos tan ¡°apetecibles¡± para el ganado. Es decir, generaba discontinuidades y reduc¨ªa el matorral del interior de los espacios forestales por su propia din¨¢mica de supervivencia. Y usaba el fuego de baja intensidad para mantener en ¨®ptimas condiciones sus zonas de cultivo y pastoreo. Rara vez hab¨ªa incendios descontrolados y cuando los hab¨ªa apenas quemaban un pu?ado de hect¨¢reas.
Pero la gente se fue y el matorral lo cubri¨® todo, ocupando grandes superficies atiborradas de combustible listo para arder en cuanto su humedad desciende por el calor. Es como si la gente, al irse, hubiera dejado abierta la llave de paso del gas, con lo que una chispa, inocente o no, basta para provocar una cat¨¢strofe. S¨®lo queda el monte y el matorral cubri¨¦ndolo todo, multiplic¨¢ndose exponencialmente cada a?o y creando escenarios perfectos para que haya grandes incendios.
La tecnolog¨ªa ha avanzado en estos a?os y las administraciones la han aprovechado para mejorar sus sistemas de extinci¨®n, quiz¨¢ porque es lo primero que el mercado ha puesto a su alcance y sus resultados son inmediatos. La pol¨ªtica, a veces, tiende a buscar la inmediatez y acaba resolviendo lo urgente, aunque con eso no haga otra cosa que incrementar riesgos futuros que sufrir¨¢n otros. La extinci¨®n es la respuesta al fuego, pero no es la soluci¨®n.
La soluci¨®n exige actuar sobre el combustible, el ¨²nico de los tres elementos que hacen posible el fuego sobre el que podemos operar. La vegetaci¨®n crece cada primavera a un ritmo anual de entre 2 y 4 toneladas de biomasa por hect¨¢rea, que al reducir su humedad por el calor es altamente inflamable. Si no la sacamos, se acumula, se seca y se quemar¨¢ tarde o temprano. Y esta es la gran paradoja de la extinci¨®n: cuanto m¨¢s eficaces son los medios extinguiendo fuegos peque?os, m¨¢s grande y destructivo ser¨¢ el incendio que vendr¨¢. Porque no estamos gestionando los excedentes de vegetaci¨®n ni permitiendo que el fuego, como regulador natural, lo haga.
Espa?a cuenta con 27,7 millones de hect¨¢reas de superficie forestal, de las que 18,4 millones son arboladas. Una superficie capaz de producir anualmente alrededor de 35 millones de toneladas de biomasa, el equivalente en t¨¦rminos energ¨¦ticos a 100 millones de barriles de petr¨®leo, el 20% del consumo anual de Espa?a. ?Podemos permitirnos el lujo de su despilfarro cuando hacerlo supone poner en riesgo vidas humanas y la supervivencia de nuestros bosques?
Cuanto m¨¢s eficaces son los medios extinguiendo fuegos peque?os, m¨¢s grande y destructivo ser¨¢ el incendio que vendr¨¢
Dir¨¢n que es costoso sacar la biomasa del monte, como si extraer petr¨®leo del desierto, o bajo el mar, fuera f¨¢cil y barato. O que el camino que proponemos conduce a la sobreexplotaci¨®n de nuestros recursos forestales, como si fu¨¦ramos incapaces de actuar con criterios de sostenibilidad.
Pero, frente a lo que digan los ap¨®stoles de uno y otro credo, la gente tiene que saber que la biomasa es una energ¨ªa limpia, renovable, barata y con capacidad para reducir el calentamiento global y frenar el cambio clim¨¢tico. Su aprovechamiento sostenible es rentable, genera empleo y fija poblaci¨®n al medio rural.
No aprovechar la energ¨ªa del sol o el viento ser¨ªa est¨²pido, pero no crear¨ªa mayores problemas a?adidos. Despreciar la energ¨ªa de los bosques supone, adem¨¢s de un problema ecol¨®gico, otro grav¨ªsimo de protecci¨®n civil. California estos d¨ªas, Portugal el a?o pasado y hace unos meses Grecia, nos recuerdan que estamos poniendo en grave riesgo la vida de muchas personas que a¨²n viven en el medio rural y la interfaz urbano forestal.
Francisco Casta?ares Morales es exdirector de la Agencia del Medio Ambiente de la?Junta de Extremadura, impulsor del primer Plan INFOEX.?
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